Kafka en la orilla

Kafka en la orilla Resumen y Análisis Capítulos 22-27

Resumen

Capítulo 22

Nakata y Hoshino llegan a Kobe al amanecer. Hoshino no sale de su estupor al enterarse de que Nakata no sabe leer ni escribir. Con esa información, Hoshino se siente aún más conmovido por la situación de Nakata, porque piensa en lo difícil que era la vida para su abuelo cuando chocheaba, pero él por lo menos sabía leer y escribir.

Mientras Hoshino cumple con su trabajo completando la entrega de los muebles que transporta, deja a Nakata en la playa y le pide que no se mueva de allí. Nakata contempla el mar y apaga su mente durante todas las horas que permanece ahí. La novela en este punto hace una retrospectiva sobre la vida de Nakata.

Luego de despertar tras el incidente en la montaña, Nakata y su familia se mudan a Tokio y él retoma la escuela, aunque ya no puede leer y escribir. Sus padres dejan de prestarle atención para dedicarse a sus otros hijos, que tienen mejores oportunidades. A los quince años, Nakata empieza a trabajar en una fábrica de muebles de madera. A pesar de no poder leer un plano ni hacer cálculos matemáticos, demuestra talento en el oficio y llega a ser oficial de planta. Trabaja hasta pasados los cincuenta años, momento en el cual la empresa deja de funcionar. Los ahorros que logró acumular durante sus años de trabajo caen en manos de un primo estafador.

Nakata vive una vida solitaria: no tiene pareja ni siente deseo sexual, sus hermanos exitosos no quieren tener nada que ver con él, y los únicos con los que puede establecer un vínculo son los gatos. Tras la estafa del primo, el hermano mayor de Nakata le presta un departamento para vivir.

De vuelta en el presente del relato, Hoshino vuelve a la playa y encuentra a Nakata con su paraguas mirando el mar. Hoshino le dice que se ha tomado unas vacaciones para viajar a Shikoku, el lugar que, Nakata intuye, es el siguiente paso en su camino.

Capítulo 23

En este capítulo se retoma lo que Kafka revela al final del Capítulo 21: esa noche, en el cuarto de la Biblioteca Komura, Kafka ve un espectro. Se trata de una chica de unos quince años que permanece sentada en el escritorio contemplando la pared. Kafka no sabe si la palabra “espectro” es la adecuada, pero está seguro de que no es un ser vivo. Sin más, se enamora de ella.

Al día siguiente, Kafka le pide a Oshima que consiga una copia de la canción "Kafka en la orilla" y un tocadiscos. Oshima encuentra una copia en la casa de su madre, que era la mejor amiga de Saeki cuando escribió la famosa canción. Al comparar la foto de Saeki en la portada del álbum con el espectro, Kafka confirma que se trata de la misma persona. Lo que le llama la atención es que una persona que todavía está viva tenga un fantasma de sí misma a los quince años. Kafka consulta con Oshima sobre la posibilidad de que esto suceda y él le contesta que efectivamente hay obras literarias que mencionan este fenómeno de los “espíritus vivos” (p.345).

Kafka escucha la canción de Saeki obsesivamente, y empieza a leer la obra literaria que menciona Oshima, en la que aparecen espíritus vivos. Se pregunta qué hay detrás de las coincidencias entre su propia vida y la canción de Saeki. Por ejemplo, en la letra se menciona a la esfinge que remite a Edipo, cuyo destino es igual al de Kafka.

Capítulo 24

Nakata y Hoshino llegan a Shikoku y buscan un hotel. Apenas llegan a la habitación, Nakata se queda dormido. Hoshino piensa en qué es lo que lo llevó a seguir a Nakata hasta ese lugar. En un primer momento, el recuerdo de su abuelo hizo que se compadeciera de Nakata y quisiera ayudarlo, pero ahora es por Nakata por quien hace todo esto.

Durante más de veinticuatro horas, Nakata permanece dormido. Apenas se despierta, percibe que Hoshino sufre de dolor de espalda. Le dice a Hoshino que sus problemas de espalda le traerán otras molestias y decide intervenir. Hace que él se acueste boca abajo, encuentra el punto en la espalda que le está causando dolor y hunde sus dedos entre el músculo y el hueso. Hoshino siente un dolor espantoso, pero más tarde reconoce que la maniobra de Nakata fue un alivio. Nakata sostiene que su talento para componer la espalda de Hoshino nace de su trabajo en madera: “He hecho muebles durante mucho tiempo y, cuando veo algo torcido, me entran ganas de ponerlo recto… Pero es la primera vez que enderezo huesos” (p.366). Nakata habla de otras cosas extrañas que han estado sucediendo a su alrededor últimamente, como la lluvia de peces.

Capítulo 25

Kafka se siente ansioso por ver nuevamente al espectro de la señora Saeki. Una de las veces en las que se despierta en medio de la noche con la esperanza de verla, encuentra a la chica sentada en el escritorio. Su corazón empieza a latir tan fuerte que la chica parece percibir el sonido. De todas maneras, ella no logra registrar la presencia de Kafka: “yo no formo parte de su sueño. Ella y yo pertenecemos a dos mundos distintos, separados por una línea divisoria” (p.370). Kafka está enamorado, pero comprende que la chica ama a otra persona: “Al menos, aquella jovencita y yo tenemos algo en común. Caigo en la cuenta. Los dos estamos enamorados de alguien que ya no está en este mundo” (p.371).

Después de los veinte minutos en los que el espectro se queda en su cuarto, Kafka decide salir a caminar a la playa. Allí comparte con Cuervo lo que le pasa, pero su alter ego solamente lo reprende por enamorarse de un espectro y sentir celos de alguien que ya está muerto (Cuervo se refiere a que Kafka siente celos del novio de la señora Saeki, que murió a los veinte años). Cuervo le advierte que ha entrado en un laberinto del que le será difícil salir.

El día siguiente, Kafka le pide a Oshima que le ayude a buscar las partituras de la canción "Kafka en la orilla". Además, le pregunta a su amigo si cabe la posibilidad de que la señora Saeki sea su madre. Oshima le dice que no es probable, pero existe la posibilidad de que, durante los veinte años en los que la señora Saeki desapareció, haya formado una familia en otro lugar.
En un momento, ese mismo día, Kafka le lleva una taza de café a la señora Saeki. Los dos conversan y la señora Saeki comparte con él que cuando ella tenía quince años deseaba irse a un plano de la existencia en el que el tiempo se detuviera. De pronto, se desata una tormenta, lo que hace que, al final de su conversación, la señora Saeki recuerde que hace tiempo escribió un libro sobre personas que habían sufrido la descarga de un rayo. Los latidos del corazón de Kafka se aceleran cuando recuerda que su padre fue víctima de una descarga de un rayo; era probable que él haya conocido a la señora Saeki a causa del libro.

Capítulo 26

El viaje de Nakata y Hoshino finalmente los conduce a Takamatsu. En una de sus tantas conversaciones, Nakata comparte con Hoshino su experiencia durante el incidente en el que “estuvo muerto durante tres semanas” (p.388). La historia le ayuda a entender, aunque parcialmente, el motivo por el cual Nakata no sabe leer ni escribir.

Ambos están en Takamatsu por la intuición de Nakata de que allí hay una piedra que debe encontrar. No puede articular exactamente qué tipo de piedra está buscando, pero sabe que es redonda como un mochi, de color blanco, y que él la conoce como “la piedra de la entrada”. Hoshino sugiere buscar información sobre piedras famosas de la zona. Primero, preguntan sobre ella en la oficina de turismo, sin éxito. Luego, acuden dos veces a la biblioteca municipal, pero tampoco encuentran lo que necesitan.

Una noche en la que Nakata se queda dormido, Hoshino sale a dar vueltas por la ciudad. Va a un bar y camina por las calles. En un momento dado, escucha su nombre y, cuando se da vuelta, ve a un hombre de baja estatura, con pelo blanco y barba del mismo color. Se presenta a sí mismo como Colonel Sanders, es decir, como el personaje de la cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken. Su aspecto coincide plenamente con el personaje de esa marca. Colonel le ofrece a Hoshino una mujer para pasar la noche, pero a Hoshino no le interesa aceptar la oferta de un hombre tan peculiar. Hoshino está listo para alejarse, pero sus planes cambian cuando Colonel Sanders dice que sabe dónde encontrar la piedra de la entrada. Hoshino decide seguirlo.

Capítulo 27

Nuevamente, el espectro de la señora Saeki visita el cuarto de Kafka. Al día siguiente, Kafka se entera de que un policía se presentó en la biblioteca para preguntar por él. Oshima es quien recibe al policía y procura sacarle toda la información posible haciendo uso de su extrema simpatía. Al parecer, la llamada de Kafka a Sakura en el celular que robó de la casa de su padre fue la clave para identificar su paradero. La policía que investiga la muerte del padre de Kafka sabe que el muchacho se encuentra en Takamatsu y ha visitado todos los hoteles de la zona.

Oshima miente para proteger a su amigo, pero se entera de algunos detalles perturbadores, como que Kafka era un niño problemático en la escuela y se tornaba violento con sus compañeros. Oshima lo enfrenta para saber si esa información es cierta. Kafka le explica que a veces perdía el control, pero que nunca llegó a lastimar a nadie gravemente. De todas maneras, a Kafka le frustra no tener control y odia el cuerpo que le sirve de recipiente, porque considera que allí está la marca de su sangre y sus genes, es decir, la pesada marca de su padre. Oshima no entiende cómo puede sentir eso sobre su cuerpo, y contrasta el cuerpo de Kafka con el suyo, que no coincide con su género (recordemos que Oshima es un hombre trans).

Más tarde, Kafka le lleva una taza de café a la señora Saeki. Ella se excusa de su aspecto por el cansancio, pero Kafka le dice que se ve hermosa. Aparte, aprovecha la oportunidad para preguntarle si alguna vez tuvo hijos. Ella le dice que no puede contestar a esa pregunta en ese momento; se siente cansada y sopla un viento fuerte.

De regreso en su cuarto, Kafka se pregunta de quién está verdaderamente enamorado: ¿de la señora Saeki a sus quince años o de la señora Saeki en sus cuarenta y pico?

Análisis

En cierta medida, el pasado ejerce un poder arrollador en el presente de todos los personajes. Un evento significativo o traumático, así como una parte de la historia familiar, mantiene como suspensas sus vidas hasta que esa herencia del pasado no se resuelva. En el caso de Kafka, esto es claro porque todo lo que a él le ocurre tiene como origen la profecía de su padre y su genética. En el caso de Nakata, el incidente en la montaña determinó el devenir de su vida. Cabe incluso plantearse si no es la historia de Nakata una metáfora sobre lo que le sucedió a Japón a partir de la experiencia de la guerra, un evento que el pueblo nunca procesó del todo. Asimismo, la señora Saeki experimenta un desdoblamiento de su ser con el espíritu vivo que aparece en el cuarto de Kafka por las noches, al haberse quedado suspensa en el momento más significativo de su vida: el amor que sintió a sus quince años. Incluso Hoshino se deja llevar hacia un destino incierto al elegir acompañar a Nakata por cómo ese viejo indefenso le recuerda el pasado y a su abuelo querido.

En la novela de Murakami, el pasado se actualiza constantemente y es casi como si sucediera paralelamente al presente. Los portales que hacen que distintos planos convivan y que los personajes puedan transitar entre mundos precisamente desdibujan los conceptos de tiempo y espacio y ponen en duda la idea convencional de lo que es real.

Asimismo, aparte de la historia personal de cada uno, hay un plano espiritual que influye sobre las vidas de los personajes. La presencia de entes espirituales como Johnnie Walker y Colonel Sanders demuestra que lo que sucede es parte de un plan que supera las voluntades e incluso los destinos de cada individuo que interviene en esta historia. Esto lo vemos con claridad cada vez que Nakata elige el siguiente paso de su camino sin saber qué es lo que le espera allí. Algo que no comprende lo conduce a Takamatsu, por ejemplo, que es donde las tramas, que hasta ahora solo han presentado algunas coincidencias, van a confluir.
Por otra parte, Murakami continúa explorando el tema del cuerpo como contenedor del alma y la discrepancia entre cuerpo y espíritu. La presencia del espíritu vivo de Saeki remarca el modo en el que la conciencia puede estar desasociada del cuerpo. Al encontrarse alejada del momento de su vida en que más feliz fue, la señora Saeki no puede vivir plenamente en el presente en cuerpo y espíritu. La historia de Oshima y sus dificultades para aceptar su cuerpo como hombre trans también apuntan a la misma idea: el cuerpo muchas veces no coincide con la mente o el espíritu que lo habita. Es más, el espíritu puede abandonar el cuerpo para completar acciones que han quedado pendientes en otros planos de la existencia o en otros momentos de la historia personal.

Según la apreciación de Oshima, la escisión entre el cuerpo y el alma no puede nacer de un sentimiento positivo: “Para pasar a ser un espíritu estando vivo, por lo que sé, siempre es necesario el mal. Un sentimiento negativo. -Reflexiono sobre ello-. Pero es posible que haya algún caso en que una persona se transforme en un espíritu vivo impulsado por un amor constructivo” (p.348). En el caso de Kafka, su relación con el cuerpo va cambiando a lo largo de la novela. Al principio se siente a gusto en su cuerpo: “Me encuentro dentro de un recipiente llamado yo. Los contornos de mi ser van ajustándose hasta que se superponen a la perfección, se cierran con un pequeño ruido metálico. Tal como a mí me gusta. Estoy donde debo estar” (p.89). Sin embargo, a medida que avanza la novela, él se adentra cada vez más en el laberinto de su destino y se pone en contacto con otros planos de existencia a través del sueño o la presencia de espíritus vivos. De este modo, Kafka se desconecta progresivamente de su cuerpo. Hay momentos en los que reconoce que no tiene control sobre su cuerpo y sus impulsos, como cuando se peleaba con los chicos de su escuela secundaria. No obstante, liberarse de la responsabilidad de sus actos y sus deseos se hace cada vez más difícil para él. A medida que cumple con lo que su padre profetizó, la división entre la mente de Kafka y el cuerpo se hace cada vez más pronunciada. Al intentar lidiar con los problemas asociados al abandono que experimentó cuando su madre lo dejó a los cuatro años, su identidad se quiebra y su cuerpo y su mente se escinden. Entonces aparece Cuervo, el alter ego de Kafka, quien le advierte el peligro de sentir celos de una persona que ya está muerta y que pertenece a otro plano.