El retrato de Dorian Gray

El retrato de Dorian Gray Resumen y Análisis Capítulo V

Resumen

Sibyl Vane le cuenta a su madre todo sobre su amor por Dorian, pero solo se refiere a él como "Príncipe Encantador", ya que le prometió no revelar su verdadero nombre a nadie. La señora Vane está muy angustiada por el bienestar de su hija y el estado financiero de la familia. Le recuerda a Sibyl que le deben dinero al señor Isaacs, el dueño del teatro, pero a Sibyl no le importa nada más que su Príncipe Encantador. La señora Vane parece llena de afectaciones: parece comportarse en todo momento como si estuviera en el escenario.

Entra James, el hermano menor de Sibyl, con la intención de dar un paseo con su hermana y despedirse de su madre, ya que partirá a Australia para convertirse en marinero. James no es actor y odia la ciudad y el escenario. Es un joven muy serio y fornido. Tiene la esperanza de nunca tener que regresar a Londres y ganar suficiente dinero como para evitar que su madre y su hermana tengan que actuar. Cuando Sibyl se va a prepararse para su caminata, James insta a su madre a protegerla. Es muy celoso, protege a su hermana y sospecha de su situación amorosa, ya que Sibyl ni siquiera parece saber el nombre de su pretendiente. La señora Vane le recuerda a su hijo que el Príncipe Encantador es un caballero, y que este podría ser un matrimonio muy rentable para la familia.

Sibyl regresa y los hermanos se van. En su caminata, otras personas los miran porque la belleza de Sibyl contrasta con la apariencia rechoncha y desaliñada de James. Sibyl romantiza la vida de su hermano como marinero: está segura de que encontrará oro en una tierra lejana, luchará contra ladrones y rescatará a una bella heredera. James se muestra angustiado por el asunto de su hermana y le dice que no confía en su pretendiente.

Sibyl defiende a Dorian, siempre refiriéndose a él como "Príncipe Encantador", y le dice a su hermano que no podrá comprender sus sentimientos hasta que se enamore. Sibyl ve a Dorian en su carruaje y James corre para verlo, pero el vehículo se va. James dice: "Ojalá [lo hubiera visto], porque te aseguro, como hay Dios en el cielo, que si alguna vez te hace daño, le mataré" (76). Sibyl regaña a su hermano por su mal genio, y no toma en serio su amenaza.

Después de regresar a la casa para cenar, James insiste con este tema con su madre: "si este hombre daña a mi hermana, descubriré quién es, le localizaré y le mataré como a un perro" (78). El carácter melodramático de la declaración hace que la señora Vane sienta admiración por su hijo, porque solo se siente realmente cómoda cuando la vida imita al teatro. La partida de James, sin embargo, la decepciona, porque la despedida, potencialmente desgarradora, "se perdió en detalles vulgares" (78), como el regateo con el cochero.

Análisis

Este es uno de los pocos capítulos de la novela que no se centra principalmente en Dorian o Lord Henry. Al igual que el prefacio y todos los capítulos posteriores que tratan sobre James Vane, este capítulo no formaba parte de la versión original de la novela, impresa en Lippincott's Monthly. Este hecho se hace evidente en el tono de la escritura: al presentar tres nuevos personajes que apenas interactúan con los protagonistas de la historia, este capítulo parece desviarse de la trama.

Sin embargo, Wilde usa a los Vane para explorar más a fondo la compleja relación entre la vida y el arte. Sibyl y su madre parecen estar atrapadas en mentalidades teatrales. Esto es particularmente curioso en el personaje de la señora Vane, que en realidad se decepciona cuando los eventos de su vida no están a la altura del melodrama teatral. Ella aprecia los arrebatos de amor de Sibyl porque son dignos del escenario. Cuando James entra a su habitación, ella, dice el narrador, "elevó a su hijo a la dignidad de un público. Se sentía segura de que el cuadro era interesante" (71). Por otro lado, queda decepcionada con la despedida de su único hijo, porque "el momento se perdió en detalles vulgares" (78). Para la señora Vane, la vida se ha convertido en una sombra de su arte.

Sibyl se ve afectada de manera similar, pero en menor grado. La teatralidad de sus acciones se puede atribuir a su ingenuidad y a la intensidad de su amor por Dorian. Este amor existe en el mundo real y, en este sentido, salva a Sibyl de la necesidad de sentir que está constantemente en una obra de teatro. Irónicamente, este deseo de vivir en el "mundo real" y experimentar el amor verdadero la llevará en última instancia a la muerte.

Las amenazas de James, a las que Sibyl quita importancia por considerarlas producto del celo excesivo de su juventud, vuelven para perseguir a Dorian en capítulos posteriores (específicamente, en los capítulos XV-XVIII). James vendrá a representar las consecuencias inevitables de las transgresiones pasadas de Dorian. Las amenazas que Sibyl considera tan inofensivas y entrañables demuestran ser un serio compromiso.

Cuando Dorian pasa en un carruaje, no visto por James pero notado por Sibyl, Wilde enfatiza la discrepancia entre sus clases sociales. Dorian viaja en un costoso carruaje, mientras los Vane caminan por las calles sucias. Esta diferencia es origen de gran parte de la ira y la frustración de James, y también de las esperanzas trágicamente idealistas de Sibyl en una vida mejor.