... y no se lo tragó la tierra

... y no se lo tragó la tierra Citas y Análisis

Se dio cuenta de que siempre pensaba que pensaba y de allí no podía salir. Luego se ponía a pensar en que nunca pensaba y era cuando se le volvía todo blanco y se quedaba dormido. Pero antes de dormirse veía y oía muchas cosas…

Narrador, “El año perdido”, p. 77

Así finaliza el primer texto que enmarca y abre la serie de relatos que conforman la novela. Se llama “El año perdido” su narrador, cuyo nombre y edad no se explicita, está preocupado por las experiencias transcurridas durante un periodo de tiempo que no puede retener en su mente.

Este pasaje, en el que se reitera cuatro veces el verbo “pensar”, se advierte el estado psicológico del protagonista: está confundido, en un bucle de pensamientos rumiantes que no le permiten tener una existencia en paz hasta no comprender lo que está ocurriendo. De este modo, no obtiene un minuto de descanso mientras está despierto, y solo puede conciliar el sueño al encontrar su mente en blanco, vacía.

La frase y el relato terminan con la idea de que, antes de dormir, esta persona ve y oye muchas cosas en su mente. Luego aparecen los puntos suspensivos, que parecen dejar en suspenso el discurso por un instante, hasta que, al voltear la página, se da entrada a la seguidilla de relatos. Como nos enteramos en el último capítulo, esos relatos conforman el año perdido que da nombre a esta primera lectura. Se trata de aquellas situaciones, todavía confusas, que aparecen en su mente en los momentos de vigilia previos al sueño.

Quería pescar a un montón y así tendría que pagarles menos y ya cuando hubieran hecho más trabajo.

Narrador, “Los niños no se aguantaron”, p. 80

El sujeto de esta oración es el patrón de los niños y adultos que trabajan en una finca. Ese día hace muchísimo calor y los sedientos trabajadores toman agua de un estanque destinado a las vacas. Al darse cuenta, el patrón amenaza con echarlos y dejarlos sin paga. Los niños siguen acercándose a beber de allí, creyendo que no son vistos por este hombre. Sin embargo, él los ve y espera con el objetivo de descubrir a varios y echarlos para ahorrarse el pago. Es tan miserable que, además, el objetivo de su espera es que logren tener el trabajo más adelantado en el momento en el que los despida.

Resulta llamativo que, en lugar de utilizar el verbo “descubrir”, en este pasaje se utilice el verbo “pescar” reiterado cuatro veces. Uno de los significados coloquiales del verbo “pescar” que se ajusta a la acción de descubrir a alguien mientras hace algo ilícito o inadecuado. Aquí, además, tiene otra carga semántica, porque da cuenta de la mirada que este hombre tiene sobre los trabajadores chicanos: son animales para él, seres a los que puede pescar o cazar.

I just hope our boys don’t make too much about it to their parents.

Autoridad escolar, “Es que duele”, p. 89

En español, el significado de esta frase sería “Solo espero que nuestros niños no le den mucha importancia al asunto cuando hablen con sus padres”, y lo expresa una autoridad de la escuela a la que asiste el niño protagonista del relato. Este niño tiene una pelea a los golpes con un compañero que lo discrimina y le pega por la espalda. Eventualmente, el barrendero de la escuela los descubre, y una autoridad escolar tiene esta conversación en inglés con un colega, en la que culpa al niño mexicano. Este personaje se lamenta y desea que los padres de los chicos estadounidenses no presenten una queja en la escuela por el comportamiento del mexicano.

Resulta significativo que, mientras expulsa de manera injusta al niño chicano —dado que el que ha comenzado la pelea es el otro—, se refiera a los estudiantes estadounidenses como “nuestros niños”. Hay, claramente, un nosotros conformado por las autoridades y los niños nativos de Estados Unidos, y un ellos, conformado por los chicanos, que son los discriminados y vistos como los diferentes y ajenos.

Aquella película estuvo buena. El operador era el más importante. Yo creo que por eso papá quiso luego que yo estudiara para eso cuando terminara la escuela.

Narrador, “Es que duele”, p. 91

En esta frase se puede leer la esperanza de un padre que quiere que su hijo no tenga el mismo presente que le ha tocado en suerte a él. Sus esperanzas se cifran en la posibilidad de que su hijo estudie para convertirse en un operador telefónico, porque lo ha visto en una película en la que alguien con ese oficio tiene el rol protagónico. Como todos los padres que aparecen en estos relatos, trabaja duro para dar una buena vida a su familia y, además, se expresa el deseo de que el futuro de su hijo cambie y se distancie del presente que conocen.

De cómo hacían el pan, los molletes, de cómo a veces robaban y de que eran bulegas. Yo lo vi todo. De todos modos eran buenas gentes, pero ya para terminarse las clases a veces me daba miedo andar con ellos en el moroltí que tenían.

Narrador, “La mano en la bolsa”, p. 92

En esta frase, en la que el narrador se refiere a cómo son conocidos Don Laíto y Doña Bone en el pueblo, a causa de las cosas a las que se dedican para vivir, se puede apreciar el uso del spanglish; es decir, la variedad lingüística que surge de la mezcla entre español e inglés en el habla cotidiana de los chicanos que pueblan estas historias. El término “bulega” es una transposición fonética del inglés al español de bootlegger, que significa contrabandista. Con “moroltí”, el narrador se refiere a un automóvil barato producido por la empresa Ford, el Model T.

En esta frase, ubicada al inicio del relato, se anticipa el miedo que el protagonista de la historia siente hacia los últimos días de clase, que coinciden con los últimos días de convivencia con estas dos personas.

En dos o tres ocasiones sintió que alguien le hablaba, pero no quiso voltear, no de miedo, sino porque estaba seguro de que no era nadie ni nada.

Narrador, “La noche estaba plateada”, p. 103

Esta situación se da en el relato “La noche estaba plateada”, después de que el protagonista invoque al diablo y este no responda. Tras ello, vuelve caminando por el campo hasta su casa y, a pesar de que afirma saber que el diablo no existe, se muestra dubitativo cuando le parece sentir que alguien lo llama.

Este llamado recuerda al que le hacen al protagonista en el relato marco “El año perdido”; cuando escucha su nombre, pero no encuentra a nadie al voltearse o, asustado, un día descubre que es él mismo el que se ha estado llamando sin darse cuenta, como si se produjera un desdoblamiento de sí.

En “La noche estaba plateada”, decide no voltearse porque se muestra seguro de que no es nadie ni nada. Tal vez, incluso, porque está acostumbrado a oír esas voces, como ya se relata en el otro texto, y, por tanto, no las asocia con el diablo sino con su padecimiento cotidiano.

Que lo único que no se quemó fueron los guantes. Dicen que a la niñita la hallaron toda quemadita con los guantes puestos […]. Es que esta gente sabe hacer las cosas muy bien y no les entra ni la lumbre.

Vecino de los García, “Los quemaditos”, p. 123

“Los quemaditos” es uno de los relatos más tristes de esta novela dado que narra la historia de una familia pierde a dos de sus miembros, dos niños, en un incendio. Los niños juegan al boxeo untados con alcohol, como han visto en una película, y usan guantes comprados por el padre, cuya ilusión es que alguno de sus hijos se convierta en un buen boxeador y pueda, da esa forma, sacar a la familia de la pobreza.

En esta frase, pronunciada por un vecino o compañero de trabajo de los padres, se cifra parte del horror. Los guantes, un objeto de consumo y de buena calidad, como señala el hombre, comprado en una sociedad capitalista, como la de Estados Unidos, se salvan del fuego, mientras que la niña que los utiliza perece bajo las llamas. Así, transmite la novela, la vida humana es más frágil que el producto creado por ella.

Here she is… these damn people, always stealing something, stealing. I’ve been watching you all along. Let’s have that bag.

Guardia de seguridad, “La noche buena”, p. 137

En pocas ocasiones dentro de la novela, aparecen frases en inglés y se les da voz a los habitantes estadounidenses. Lo que resulta llamativo es que cada vez que un personaje estadounidense habla se trata de un comentario estigmatizante. Esta frase puede traducirse del siguiente modo: “Aquí está ella… esta maldita gente, siempre robando algo, robando. Te he estado observando todo el tiempo. Entrégame esa bolsa”. Así, en lugar de asistir a una mujer que está padeciendo un momento difícil relacionado con su estado mental, el guardia de seguridad la acusa de haber estado robando. Pero no solo eso: además, le dice, en un idioma que quizás ella no pueda entender, que la ha estado observando y siguiendo durante todo su recorrido en el comercio, debido a que la encuentra sospechosa por ser quien es, una inmigrante. El hablante discrimina en esa generalización.

Cuando lleguemos, cuando lleguemos, ya, la mera verdad estoy cansado de llegar. Es la misma cosa llegar que partir porque apenas llegamos y… la mera verdad estoy cansado de llegar. Mejor debería decir, cuando no lleguemos porque esa es la mera verdad. Nunca llegamos.

Personaje anónimo, “Cuando lleguemos”, p. 153

La paradoja en la que se encuentran los trabajadores migrantes indocumentados que toman trabajos estacionales en las cosechas es que están siempre intentando llegar a algún sitio, viajando de un lado a otro, imaginando situaciones que harán en el lugar de llegada y en un futuro impreciso. Sin embargo, lo cierto es que tan rápido como llegan deben partir hacia otro lugar. Por ello, el desanimado personaje que enuncia esta frase se lamenta y dice “Nunca llegamos”. Así, la novela transmite el profundo padecimiento de estos personajes desarraigados, para quienes ningún sitio termina siendo un destino final. Ellos siempre están de viaje, cansados y sufridos, en busca de un hogar que se les presenta inaccesible.

Se sintió contento de pronto porque, al pensar sobre lo que había dicho la señora, se dio cuenta de que en realidad no había perdido nada. Había encontrado. Encontrar y reencontrar y juntar. Relacionar esto con esto, eso con aquello, todo con todo. Eso era. Eso era todo. Y le dio más gusto.

Narrador, “Debajo de la casa”, p. 161

El personaje protagónico de la novela, en el último texto, consigue encontrar un lugar propicio para pensar y ordenar sus memorias. En ese momento, logra comprender quién es y cómo es su comunidad. Se trata de un momento liberador y de paz consigo mismo, que contrasta con los momentos de tensa ansiedad que experimenta en el primer texto, “El año perdido”. Aquí se da cuenta de que lo que tiene ahora es un año encontrado y que, además, ahora que sabe cómo hacerlo puede volver a aquel lugar para juntar lo que serán las anécdotas de su futuro. Como Bartolo, el protagonista de la viñeta que antecede a este último relato, ahora tiene el poder de las palabras y las puede usar para narrar y significar sus experiencias. Está satisfecho.