... y no se lo tragó la tierra

... y no se lo tragó la tierra Ironía

A pesar de lo que su nombre indica, nada bueno le sucede a la protagonista del relato “La noche buena” (Ironía situacional)

Este relato lleva un título que alude a la Nochebuena, festividad cristiana en la que se produce la vigilia por el nacimiento de Jesucristo; esto es, la noche previa a la Navidad. La madre de la historia intenta que sus hijos reciban regalos navideños, como es costumbre en Estados Unidos, y enfrenta sus temores sociales al ir al centro de la ciudad para conseguir los juguetes. Sin embargo, no consigue dominar su ansiedad y sufre una especie de ataque de pánico en el centro comercial, tras el cual es detenida por la policía y acusada de hurto. Así, el título presenta una connotación irónica, ya que la fiesta de Nochebuena no será buena para la familia, sino, más bien, todo lo contrario.

Irónicamente, los únicos que trabajan la tierra son aquellos que nunca pueden poseerla (Ironía situacional)

En los diferentes relatos hay personajes que trabajan tierras que les son ajenas: lo hacen para un patrón y, por lo general, de manera temporal. La precariedad de sus trabajos no les permite contar con dinero suficiente para tener una tierra propia ni para mantener un solo empleo, por lo que se ven obligados a mudarse constantemente para poder subsistir. Así, la novela transmite una injusta ironía: quienes trabajan para sembrar semillas en la tierra y que estas echen sus raíces no pueden asentarse ni arraigar en ningún sitio, se encuentran alienados de la tierra que trabajan con sus propias manos. Así, estos personajes añoran llegar a un lugar, como expresan sus deseos en “Cuando lleguemos”, pero, finalmente, siempre deben estar partiendo.

El protagonista de “...y no se lo tragó la tierra” teme ser castigado por maldecir, pero la fortuna lo favorece tras ello (Ironía situacional)

El niño que protagoniza esta historia está muy enojado con los sufrimientos que padecen los miembros de su familia. En el momento en el que se enferman su padre y su hermano menor, maldice a Dios. Inmediatamente, siente temor: “El miedo infundido por los años y por sus padres. Por un segundo vio que se abría la tierra para tragárselo” (111). Sin embargo, en lugar de un castigo divino, su padre y su hermano comienzan a sentirse mejor, por lo que se siente profundamente aliviado. Esta ironía lo sorprende y, a la vez, lo hace sentirse satisfecho.

Los padres de “La mano en la bolsa” le dejan su hijo a unos conocidos para que lo cuiden. Lejos de cuidarlo, estos lo maltratan y traumatizan (Ironía situacional)

En “La mano en la bolsa”, los padres del niño protagonista contratan los servicios de una pareja, conocida y querida en la sociedad, para que lo cuiden por unas semanas. Sin embargo, la cosa se pone siniestramente irónica cuando, en lugar de recibir un amoroso cuidado, ellos lo alimentan mal, lo hacen dormir en un sitio sucio e incómodo y, para colmo, lo obligan a cavar una fosa y ayudarlos a enterrar el cadáver de una persona a la que asesinaron para robarle. La ironía se refuerza cuando, pasado el tiempo acordado, los padres regresan a buscarlo y, en el camino, le dicen al niño lo bondadosos que son sus cuidadores.