Oliver Twist

Oliver Twist Resumen y Análisis Capítulos 23-29

Resumen

La señora Corney, la matrona del asilo donde nació Oliver, está a punto de tomar el té cuando llega el señor Bumble, y le explica la estrategia de asistencia que la parroquia lleva a cabo fuera del asilo, y que consiste en darle a los pobres exactamente aquello que no quieren para que así se cansen de pedir y no vuelvan más. Bumble viene a traerle el oporto que la Administración suministra a la enfermería y aprovecha y se queda a tomar el té. El celador comienza a coquetear con la mujer y, finalmente, la besa; ella amenaza con gritar pero justo llama a su puerta una enfermera anciana que le anuncia a la señora Corney que la vieja Sally está a punto de morir e insiste en hablar con la matrona antes de que sea tarde.

Cuando la señora Corney y la anciana llegan a la habitación donde yace la vieja Sally, esta está durmiendo. Mientras esperan, la anciana conversa con otra enfermera que hay allí, lo que impacienta a la matrona, que amenaza con irse, pero la vieja Sally justo la toma del brazo. Sally le confiesa que, años atrás, asistió ahí mismo el parto de un niño cuya madre murió y, en su lecho de muerte, le robó un collar que llevaba. Sally le dice a Corney que el nombre del niño es Oliver y está a punto de decirle el nombre de la madre, pero muere antes.

Mientras tanto, el Truhán, Charley Bates y Tom Chitling juegan un juego mientras Fagin observa abstraído el fuego. Suena el timbre, el Truhán sale a ver quién es y, al regresar, le hace una señal a Fagin, quien les ordena a Bates y a Chitling que se escondan. Entonces el Truhán hace ingresar a Toby Crackit. Este insiste en comer antes de contar las novedades del robo y, cuando termina, le pregunta a Fagin, que espera impaciente, cómo está Sikes, y entonces los dos se dan cuenta de que ninguno sabe qué fue de él. Entonces Crackit le cuenta lo ocurrido; cómo intentaron escapar llevando a Oliver herido pero, finalmente, como eran perseguidos por una multitud y para evitar ser capturados, tuvieron que dejar al niño al borde de un foso, sin saber si estaba vivo o muerto. Al enterarse de esta noticia, Fagin sale rápido de la casa y se dirige a “Los Tres Cojos”, el bar que frecuenta Sikes. En el camino se encuentra con el señor Lively, un vendedor de objetos robados, que le dice que en el bar no están ni Sikes ni Barney.

En seguida, Fagin se dirige a la residencia de Sikes, donde encuentra a Nancy sola, en un estado que parece de ebriedad. El viejo le cuenta a la mujer las noticias sobre Oliver, y ella dice que el niño estará mejor muerto que en compañía de Fagin y su banda. Entonces el viejo pierde el control y, en un arrebato, le dice a Nancy que Sikes está en graves problemas si ha perdido a Oliver, porque eso significaría para él una enorme pérdida de dinero. Sin embargo, Fagin se interrumpe al darse cuenta de que ha estado a punto de revelar su secreto, pero comprueba que Nancy no se ha dado cuenta, pues está muy ida. Entonces Fagin vuelve a su casa, donde Monks lo espera. Lo hace pasar y, luego de asegurarse de que están solos, discuten las novedades de Crackit. De pronto, Monks cree ver la sombra de una mujer que los está escuchando, pero cuando sale a buscarla no ve a nadie. Entonces, finalmente, decide irse.

Entretanto, el señor Bumble espera a que regrese la señora Corney y, mientras tanto, se encarga de revisar los cajones y los armarios que hay en su habitación, haciendo así un inventario de los bienes de la mujer. Cuando la matrona regresa, irritada por haber sido interrumpida por una mujer pobre, Bumble le da un vaso de vino y luego le propone matrimonio, mencionando oportunamente que el director del asilo está a punto de morir y quedará entonces un cargo libre que alguien deberá ocupar. La mujer acepta. En seguida, Bumble se dirige a la tienda de Sowerberry para conseguir un ataúd para la vieja Sally. Como nadie atiende la puerta, espía por la ventana y se encuentra a Noé Claypole, borracho, pidiéndole a Carlota que lo abrace. Entonces Bumble entra violentamente a la habitación, indignado por la obscenidad de la escena, y Noé trata de culpar a Carlota. Ofendido, Bumble se retira, dejando un mensaje para el señor Sowerberry.

A continuación, el narrador reconstruye los sucesos de la noche del robo. Sikes grita a Crackit porque este se ha alejado mucho en su huida y le pide que se acerque para ayudarlo con Oliver. Crackit obedece porque teme que Sikes le dispare. Sin embargo, notan que sus perseguidores están muy cerca y Crackit decide volver a huir, pues prefiere la ira de Sikes a la captura y la horca. Entonces Sikes elige dejar a Oliver al borde de un foso y huir. Los perseguidores son tres: el señor Giles, mayordomo de la casa; el señor Brittle, un hombre que servía para todo en la casa, y un calderero que vive cerca de allí y que, al momento del robo, se alertó ante el sonido de los perros. Los tres se sienten de pronto muy asustados porque no saben qué tan peligrosos son los ladrones y deciden abandonar su misión y regresar a la casa.

Mientras, Oliver yace donde Sikes lo ha dejado hasta que se hace de día. Cuando despierta siente un dolor terrible, pero hace esfuerzos para ponerse en pie y desplazarse. De pronto nota que ha llegado a la casa que pretendía robar Sikes y siente temor, pero ya no tiene fuerzas para retroceder, de modo que decide tocar la puerta y enseguida se desvanece. En ese momento, el señor Giles está contando al resto de los empleados de la casa lo que ha ocurrido y cómo él disparó su arma contra un ladrón. Nerviosos al escuchar el timbre tan temprano, deciden todos ir juntos a abrir, y allí encuentran a Oliver inconsciente y lo ingresan a la casa. Entonces Giles corre a avisarle a la señora Maylie, dueña de la casa, que ha capturado a uno de los ladrones.

Rosa, la sobrina de la señora, luego de consultar con ella, ordena que acomoden a Oliver en la habitación del mayordomo Giles y que vayan a dar aviso al médico y al alguacil. Al llegar, el médico Losborne ingresa a ver a Oliver y, luego de un rato con él, sale a preguntarle a las mujeres si han visto al niño. Como ellas responden negativamente, el médico les sugiere que lo hagan, asegurándoles que se llevarán una sorpresa.

Análisis

Esta sección se caracteriza por un alto grado de suspenso, en la medida en que la sección anterior terminó con Oliver herido de bala y luego Dickens se demora cinco capítulos en retomar los sucesos de esa noche. Al capítulo que describe la noche del robo lo sucede el primer capítulo de esta sección, que se abre en la tranquilidad de la habitación de la matrona del asilo, la señora Corney, que se prepara un banquete a la hora del té. Significativamente, este capítulo abre con la descripción de una noche gélida, y el narrador reconstruye, a propósito de ese clima, la diferente experiencia que viven ricos y pobres: “una de aquellas noches lóbregas y frías en que la gente bien acomodada se agrupa ansiosa alrededor del fuego, regocijándose por no hallarse a la intemperie; en tanto que los pobres sin abrigo y sin pan se duermen para no volver a despertar hasta el otro mundo” (158). Este contraste no solo sugiere una denuncia por parte del narrador de la indiferencia de los ricos ante la indigencia, sino que también se hace eco del contraste entre lo que, probablemente, está viviendo Oliver en simultáneo a la escena frívola y superficial de la matrona.

En el coqueteo entre Bumble y la señora Corney, Dickens despliega su destreza en la construcción satírica. Se trata, aparentemente, de la primera escena romántica de la novela, pero en seguida vemos a un desesperado señor Bumble que parece más preocupado por los bienes materiales que por sus genuinos sentimientos. De hecho, mientras la señora Corney se encuentra con la vieja Sally, el celador revisa los cajones y armarios de la matrona, se enorgullece de su platería y de su ropa fina, y eso es lo que lo convence de proponerle matrimonio. Como si fuera poco, luego de insinuar su “amor” a la mujer, menciona el hecho de que el responsable del asilo está a punto de morir y quedará pronto un cargo libre allí. Bumble intenta que esta noticia no sea leída por la señora Corney como su verdadera motivación para casarse, pero el lector entiende, una vez más, que el hombre está impulsado por su interés económico. Lo que parecía entonces una escena de amor, se convierte en el retrato menos idealista de las relaciones humanas. Ambas figuras son presentadas al lector como cómicas y nada atractivas, y el cortejo excesivo pone en evidencia su total carencia de romance.

Contribuyendo a esa falta de romanticismo, parte del coqueteo consiste en una puesta en común por parte de Bumble y Corney de su total desinterés por los pobres y la irritación que les produce tener que asistirlos. En efecto, como parte de su conquista, Bumble hace alarde de las estrategias violentas que las parroquias asumen para disuadir a los pobres de pedir asistencia: “El gran principio de la asistencia consiste en suministrar a los pobres precisamente todo aquello que no necesitan, hasta que, cansados al fin de tanta molestia, dejan de ser importunos” (160). Nuevamente, Dickens pone en boca de las autoridades de las instituciones encargadas de cuidar a los pobres sus verdaderos objetivos mezquinos, y denuncia así la violencia institucional de la que los pobres son objeto. Refleja de este modo la hipocresía de estas personas que, mientras que públicamente dicen defender los derechos de los pobres, en la intimidad confiesan sentir repugnancia por ellos. De algún modo, en esta escena Dickens parece sugerir que la falta de sensibilidad de la clase media por aquellos que están en una posición más vulnerable los condena asimismo a ser incapaces de amar realmente.

El coraje y la cobardía son dos temas que sobrevuelan esta sección de la novela. En la sección anterior, Oliver estaba aterrado de tener que participar del robo y colapsó físicamente, pero en ningún momento se lo concibe como un cobarde. Por el contrario, es uno de los personajes más valientes, en tanto prefiere dar su vida antes que lastimar a los inocentes habitantes de la casa de la señora Maylie. Oliver exhibe un coraje sin límites cuando la moralidad está puesta en juego, y elige morir antes que traicionar su moralidad.

Sikes y Crackit aparentan ser portadores de un coraje sin límites, en tanto llevan adelante una vida entregada al crimen y los peligros. Sin embargo, Dickens se enfoca con más detalle en la huida de ambos personajes de la casa que en su fortaleza a la hora de robarla, con lo cual se entrevé que su coraje no es más que una postura que oculta una profunda cobardía. En efecto, Crackit justifica ante Fagin haber abandonado de Oliver porque temía ser capturado: “como los que nos seguían iban a alcanzarnos, fue forzoso soltar al chico (...). Amigo, cada uno para sí, cuando se trata nada menos que de la horca” (173). Dickens pone así en palabras de su personaje aquello que aseguró en capítulos anteriores respecto de la naturaleza individualista de los seres humanos. Del mismo modo en que el Truhán y Bates avivaron a la multitud para que capturara a Oliver luego del robo del pañuelo, Crackit elige salvarse él solo. Esta actitud individualista y cobarde contrasta notablemente con la generosidad de Oliver.

Así, la naturaleza de Oliver va progresivamente construyéndose en oposición a la inmoralidad de aquellos que lo rodean y lo explotan y, si bien su falta de recursos e incapacidad para comunicarse le impide ser rápidamente reconocido como inocente, hay algo en él que interpela a ciertos adultos y los lleva a creer en él. Es lo que sucedió con Brunlow y lo que, aparentemente, está por suceder en la casa de la señora Maylie, cuando el doctor les sugiere a la señora y a su sobrina, Rosa, que conozcan al chico.

Por último, esta sección es importante en la medida en que se anticipa que Fagin guarda un secreto en torno a Oliver, y que su verdadero interés en el niño es económico, aunque desconcido aun para el lector. En línea con este secreto es que aparece un nuevo personaje, Monks, que el narrador detalla en el título del capítulo correspondiente como un “personaje misterioso”. En efecto, no se explicita quién es Monks; solamente el lector comprende que él y Fagin comparten un secreto sobre Oliver y necesitan que el niño aparezca con vida, pues, sino, su plan se echará a perder.