Nueve cuentos

Nueve cuentos Metáforas y Símiles

“el ómnibus, como de costumbre, estaba silencioso cuando él subió, por lo menos relativamente silencioso, como un teatro cuando van disminuyendo las luces de la sala” ("El hombre que ríe", 94) (Símil)

Este símil es muy bello y productivo: la comparación del silencio de los niños al subir el Jefe tras las actividades en el parque y el de la audiencia cuando disminuyen las luces de una sala de teatro alude a la expectativa de los chicos ante la inminente continuación del relato de "El hombre que ríe".

“Cada una de sus frases era como una pequeña isla antigua, inundada por un mar de whiskey en miniatura” ("Teddy", 171) (Símil)

Este símil, inusual en la prosa despojada típica de los narradores en tercera persona de Salinger, es ciertamente críptico: compara las frases del pequeño Teddy con islas antiguas inundadas por mares de whiskey. La imagen parece remitir al contexto en el que se insertan, es decir, a sus padres, aludiendo sutilmente a su alcoholismo.

“Los poetas se toman siempre el tiempo tan a pecho. Siempre están metiendo sus emociones en cosas que no tienen ninguna emoción” ("Teddy", 188) (Metáfora)

En esta simple metáfora, Teddy convierte la poesía y las emociones en objetos físicos; uno puede caber dentro de otro. En este sentido, la figura retórica aporta al significado que el niño quiere comunicar, ya que convierte en elementos mundanos tanto a la poesía como a los sentimientos.

“Yo les haría vomitar hasta el último pedacito de manzana que sus padres y todos los otros les han hecho morder” ("Teddy", 201) (Metáfora)

Nuevamente, Teddy intenta comunicar sus innovadoras ideas mediante metáforas. La idea de que la manzana que Adán comió representa el pensamiento lógico, y que deberíamos deshacernos de ese pensamiento para alcanzar el verdadero conocimiento, es un motivo que el personaje repite y desarrolla a lo largo de todo el cuento.

“Era una persona verdaderamente encantadora, y todos los intentos que hizo para (...) persuadirme amablemente a que me despojara de mi armadura, o por lo menos del yelmo, fueron interpretados por mí como una velada invitación a meterme en su cama (...)” ("El período azul de Daumier-Smith", 214) (Metáfora)

Esta metáfora asocia la frialdad y la distancia que interpone el joven narrador del cuento entre él y las otras personas con una armadura. El joven se refiere con esta frase a la amante de su padrastro; que quien reconozca este mecanismo sea una persona que apenas ve ocasionalmente da una pista al lector de lo evidente que es para quienes rodean al muchacho; que él mismo lo identifique en el relato da una pauta de una sutil madurez en su mirada.