El gaucho Martín Fierro

El gaucho Martín Fierro Resumen y Análisis de los Cantos 6 - 8

Resumen

Canto 6

Fierro anuncia al principio del canto que ahora viene la parte más sentida de su historia. Retoma sus peripecias en la frontera, aludiendo de nuevo a que los jefes prometían mucho pero cumplían poco. Les dicen a los gauchos que se realizará una expedición a las tolderías de los indios con la intención de atacarlos, y que después de este suceso licenciarán al “gauchaje”. Pero Fierro no se deja engañar: él es un gaucho astuto como un zorro y sabe que no puede esperar nada de estas promesas vanas.

Una noche aprovecha la distracción del jefe y el Juez de Paz y se “hace humo” –se escapa– en un caballo. Libre en el campo, por su conexión especial con la naturaleza, Fierro intuye hacia dónde debe dirigir el rumbo para llegar a sus pagos. Después de tres años de servir en la frontera, arriba a su rancho para hallar solamente la tapera. En estas circunstancias, despojado de todo, “resertor", pobre y desnudo, hace un juramento a modo de venganza: ser “más malo que una fiera”.

Se entera de que su mujer tuvo que vender la hacienda para pagar arrendamientos, que se fue con otro hombre, y que sus hijos, separados de su madre, han sido contratados de peones, aunque ahora no sabe dónde se encuentran. Se entristece por su familia pero no la culpa de nada; sabe que su mujer fue a buscar el pan que él no pudo darle. Teme que sus hijos no tengan donde ampararse y espera que algún alma caritativa se apiade de ellos y los proteja.

Más allá de estos lamentos, afirma que a nadie le debe nada y que, a partir de aquel momento, nadie se aprovechará de él. Ahora que ya conoce las maldades del mundo, piensa actuar acorde a sus tristes circunstancias. Fierro ha sido manso pero será un gaucho matrero que resistirá los golpes de la vida mientras haya sangre en sus venas.

Canto 7

En este canto, que cambia la composición de seis a cuatro versos por estrofa, Fierro nos cuenta que, como no tenía a dónde ir, lo tratan de vago y lo empiezan a perseguir. Se ve así obligado a vivir huyendo de la autoridad. En esta circunstancia, un día se entera de un baile en una pulpería, al que acude desesperado para olvidar sus penas.

Allí se anima al encontrarse con amigos y se emborracha. Le entran ganas de pelear y encuentra con quién: al baile llegan dos personas a las que denomina por el color de su piel: el negro y la negra. Fierro se burla de la mujer con esta expresión: “Va…ca… yendo gente al baile” (v. 1154). La negra comprende el insulto y le responde: “más vaca será su madre” (v. 1158). El gaucho continúa como si recitara un refrán: “A los blancos hizo Dios, / a los mulatos San Pedro / a los negros hizo el diablo / para tizón del infierno” (vv. 1167-1170). El hombre que acompaña a esta mujer empieza a juntar rabia. Fierro aprovecha para insultarlo: “Por… rudo… que un hombre sea / nunca se enoja por esto” (vv. 1177-1178); el moreno comprende la indirecta: “Más porrudo serás vos, / gaucho rotoso” (vv. 1181-1182), le responde.

Ante la provocación, el moreno se le acerca y Fierro reacciona dándole un golpe con el porrón de ginebra. Enseguida se acomodan los ponchos y las espuelas para dar comienzo al duelo a cuchillo. El cantor pasa a describir el enfrentamiento, que termina con una estocada de muerte que Fierro le da al negro, arrojándolo contra un cerco. Enfurecida, la negra va también en busca de la confrontación. Fierro piensa en azotarla pero decide no hacerlo por respeto al difunto.

Después de este episodio, el gaucho limpia su facón en el pasto, toma su caballo y se aleja despacio. Se entera después que al negro lo enterraron sin velarlo ni rezarle, y que desde ese entonces suele verse allí una luz mala, como la de un alma en pena. Cierra el canto diciendo que piensa a veces en sacar los huesos de aquel lugar para enterrarlos en camposanto.

Canto 8

Retomando la estrofa sextina, el yo-poético cuenta otro entrevero de boliche. Se cruza con un gaucho protegido, que tiene trato con un comandante y a quien nadie reprende. Este hombre llega al lugar y le alcanza un trago a Fierro, mientras le dice “Beba, cuñao”. Este le responde que si son cuñados será por su hermana, y no por la de él. El otro comprende la provocación. Paso siguiente, se enredan ambos en una lucha con el facón. Fierro vence y lo deja pataleando, a punto de perecer, mientras se escapa para que no lo prenda la justicia.

Sigue entonces su canto reflexionando acerca de la condición del gaucho, que no tiene más fortuna que andar siempre huyendo. No importa si es desertor, vago o ladrón: en esta sociedad, “el ser gaucho es un delito”. Por eso, desde chico está condenado a una vida de pesares, puesto que para lo único que sirve el gaucho es para votar o para ir al frente en la guerra. De esta manera, Fierro cierra el canto diciendo que no podrá escapar a esta suerte con la que nació, y que con ella seguirá su camino.

Análisis

El canto 6 significa un punto de inflexión en el poema. Fierro huye de la frontera y llega a su casa para enterarse de que lo ha perdido todo: rancho, mujer e hijos. El cantor ya había anticipado este desenlace en su historia, pero después de conocer todas sus vivencias hasta este punto, se comprende mejor su dolor y su furia, y el papel que jugó el poder del gobierno en este asunto. A partir de este clímax, Fierro se coloca en antagonismo explícito con la autoridad, completando su devenir matrero.

Esta conversión plantea una ironía trágica, que consiste en que Fierro, desde ahora, realizará actos criminales que reafirman los prejuicios que padeció: tanto lo discriminaron por ser un gaucho matrero, que ahora actuará como tal. De esta manera, decide vengarse adoptando la condición social que le impusieron. Dicha condición es asumida como un fatalismo del ser gaucho. Por eso, cierra el canto 6 afirmando que seguirá su destino mientras tenga sangre en las venas, imagen que, a través del uso de la metonimia, ofrece un significado doble: mientras siga vivo y mientras persista su furia.

El primer delito que comete Fierro, entonces, es desertar del ejército. Pero esta condición de “desertor” es solo el producto de haber vivido en estado de extrema miseria en la frontera. Acto seguido es catalogado de “vago”, de lo que tampoco es culpable, puesto que ha perdido su rancho y no tiene a dónde ir. Esta situación lo lleva a buscar desahogo en el enfrentamiento a cuchillo.

No es casual que estos duelos sean anticipados por un enfrentamiento verbal. Es un código propio de la sociabilidad gaucha definir en la conversación quién es quién ante los otros. En ambos casos, Fierro provoca verbalmente a los contrincantes, con la evidente intención de continuar la estocada de la palabra con la estocada del cuchillo. Antes había tenido momentos de confrontación verbal, como los que tiene con el gringo o con el Juez de Paz, pero solo ahora, en su condición de matrero, Fierro lleva este enfrentamiento al cuerpo a cuerpo.

Dentro del código guacho, batirse a duelo es un modo de medirse en valentía y virilidad. En el contexto del relato de Fierro, se entiende además que estos contrincantes son para el gaucho como chivos expiatorios en quienes recae su enojo por su condición social. Matar, en este transe, no es tanto un crimen sino una desgracia que padece el que ha asesinado, que se ve forzado a vivir en la ilegalidad.

Así lo entiende Fierro en el canto 7, cuando mata al moreno. La composición del poema en este canto pasa de cuatro a seis versos por estrofa para darle agilidad a la índole narrativa del poema. Fierro relata su duelo con el negro para hacer gala de sus habilidades cantoras y de su destreza con el cuchillo, evidenciando sus saberes gauchos y sus conocimientos de la cultura oral. Después de matar al negro, Fierro se aleja despacio, como si supiera que nadie va a perseguirlo por haber asesinado a otro como él, un paria social, que ni siquiera recibe los rituales cristianos para su sepultura, algo muy importante dentro del imaginario popular del campo.

Distinto es el caso cuando Fierro asesina a un gaucho protegido por un comandante. Aunque se mide con otro gaucho como él, se plantea una situación de desigualdad en la arbitrariedad con que el poder ampara a uno y criminaliza al otro. Con este enfrentamiento, Fierro se bate contra un semejante e indirectamente contra la autoridad. Ahora que Fierro ha asesinado a un gaucho protegido no puede alejarse despacio, como lo había hecho con el negro; debe huir para no ser capturado en represalia por la policía.