Luvina

Luvina Símbolos, Alegoría y Motivos

El hombre que vuelve del infierno y lo describe (Motivo)

El protagonista del cuento de Rulfo puede leerse como una transposición del personaje típico de muchos relatos mitológicos, quien regresa del infierno y, a la entrada de este, les cuenta a los incrédulos viajeros, que se disponen a emprender el mismo recorrido, las dificultades y los horrores que encontrarán en su destino.

La iglesia vacía (Símbolo)

La iglesia vacía a la que llega Agripina, tras fracasar en su intento de encontrar lugar donde comer y dormir en Luvina, simboliza la desesperanza absoluta que caracteriza la vida en ese pueblo, al que ni siquiera Dios parece llegar: “Allí no había a quien rezarle. Era un jacalón vacío, sin puertas, nada más con unos socavones abiertos y un techo resquebrajado por donde se colaba el aire como por un cedazo” (234), describe el protagonista.

El conductor que huye rápidamente tras llegar a destino (Motivo)

Al narrar su llegada a Luvina, el protagonista del cuento relata que “el arriero que nos llevó no quiso dejar ni siquiera que descansaran las bestias. En cuanto nos puso en el suelo, se dio media vuelta” (233). La prisa de este personaje remite a un motivo literario de larga data, particularmente productivo durante el romanticismo: el de la persona que conduce a alguien a un destino que este desconoce y se da prisa por huir de allí cuanto antes, generando sospechas sobre el carácter maldito del lugar y anticipando funestas experiencias para el recién llegado.