Luvina

Luvina Imágenes

Luvina

Como ya hemos afirmado a lo largo de este análisis, este cuento consiste, en buena medida, en la descripción del pueblo que le da el título. Así, Luvina aparece caracterizada mediante numerosas imágenes visuales que dan cuenta de su tierra infértil, el clima hostil, el viento constante que la acecha. Ya desde la primera frase del cuento empezamos a visualizar el pueblo: “De los altos cerros del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso” (229). Poco más adelante, la imagen se amplía, dando cuenta de la atmósfera en la que se inserta el lugar: “Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el horizonte está desteñido; nublado siempre por una mancha caliginosa que no se borra nunca. Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde para descansar los ojos; todo envuelto en el calín ceniciento” (230).

Las imágenes de esta índole continúan, y empiezan a cobrar mucho protagonismo aquellas que describen la presencia constante y hostil del viento, que merece una sección aparte.

El viento

El viento nunca deja de soplar en Luvina, y se describe en diversas instancias del relato mediante imágenes que remiten a su presencia constante y, también, a las consecuencias que esta tiene sobre el terreno.

Aunque la mayoría de las imágenes que presentan a este elemento son auditivas (“el rumor del aire moviendo suavemente las hojas de los almendros”, 230), también las hay visuales, porque el viento levanta la tierra seca que caracteriza también el lugar: “—Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro” (230).

Las risas de los niños

Solo en dos ocasiones se alude a “los gritos de los niños jugando en el pequeño espacio iluminado por la luz que salía de la tienda” (230) en la que se encuentran los hombres que conversan. Sin embargo, esta imagen auditiva cobra gran importancia porque, en ese pueblo cercano a Luvina, la alusión a la infancia y el juego, que suponen las voces de los niños, enfatiza, por oposición, el silencio, la tristeza y la apatía del pueblo que da nombre al relato; un pueblo habitado por mujeres y viejos silenciosos y resignados a la mera subsistencia.