Los tres mosqueteros

Los tres mosqueteros Resumen y Análisis Capítulos 49-58

Resumen

Capítulo 49: Fatalidad

No hay nada más terrible para Milady que tener que dejar Francia sin haberse vengado de d’Artagnan y de Athos, pero, según sus cálculos, volver al cardenal para contarle todo lo sucedido atrasa sus planes de tal manera que el cardenal iba a estar poco predispuesto a darle ninguna ayuda.

Cuando llega a Inglaterra, la navegación de su barco hacia el puerto es interrumpido por otro bote. Un oficial revisa a todos los pasajeros. Se detiene en Milady, pero en su cara no se dibuja ninguna intención. Cuando el barco llega a puerto, el oficial le explica a Milady que es su deber escoltarla a un lugar donde se va a hospedar. Le explica que por la guerra hay controles para todos los extranjeros que llegan a Inglaterra. Milady intenta argüir que ella no es una extranjera, pero el oficial la ignora.

La llevan a un castillo apartado de la ciudad. En un momento, Milady piensa en tirarse del coche porque se da cuenta de que la están llevando como si fuera una prisionera, pero desiste porque es muy peligroso. En el castillo la conducen a una habitación con barrotes; a pesar de la limpieza y prolijidad, parece una prisión.

De pronto se acerca un hombre, y Milady reconoce que se trata de su cuñado, lord Winter quien agradece a Felton, el joven oficial que ha escoltado a Milady.

Capítulo 50: Charla de un hermano con su hermana

Milady quiere saber cómo supo lord Winter en qué día, horario y puerto llegaría a Londres. Está convencida de que esto puede ser una orden del duque de Buckingham, quien pudo haberse enterado de su participación en el robo de los herretes.

Ante las preguntas de su cuñado sobre los motivos que la traen a Inglaterra, Milady asegura que está allí para visitarlo a él. A medida que la conversación avanza, lord Winter revela todo lo que sabe de Milady, incluso el hecho de que estuvo casada con un hombre en Francia y que ha cometido bigamia al casarse con su hermano. Además, menciona la marca en su hombro. Milady está aterrorizada y no sabe cómo su cuñado se enteró de todo esto.

Lord Winter le asegura que ella no va a heredar ni una sola moneda de su familia y que su plan es enviarla a las colonias del sur. Le advierte que conoce de sus encantos y del modo en que utiliza la seducción para salirse con la suya, pero en este caso no va a ser efectivo porque John Felton, el oficial que quedará a cargo de Milady, es un hombre confiable y leal a lord Winter quien salvó su vida hace diez años.

Capítulo 51: Oficial

El asedio a La Rochelle continúa y está siendo muy efectivo. Los rocheleses esperan la ayuda de Buckingham. El cardenal no permite que nada entre o salga de la ciudad por lo que pronto los rocheleses morirán de hambre. Una carta de Milady calmaría los nervios del cardenal.

Sumido en sus preocupaciones, el cardenal camina por la costa cuando se encuentra con cuatro mosqueteros. Intenta escuchar lo que están diciendo especialmente cuando se da cuenta de que son los famosos mosqueteros que siempre se cruzan en su camino. Grimaud, el criado de Athos, anuncia que alguien se acerca, lo que arruina los planes del cardenal.

Los mosqueteros tienen un tenso intercambio con el cardenal que quiere saber el contenido de la carta que escondieron los mosqueteros cuando él se acercó. Athos le contesta que, si bien la carta es de una mujer, no es de ninguna de las dos amantes conocidas del cardenal. Esto podría desembocar en un enfrentamiento, pero el cardenal y sus escoltas están en desventaja porque son menos. Cuando el cardenal se retira, retoman la carta de la amante de Aramís. Allí ella le da noticias sobre madame Bonacieux que se encuentra en un convento y desea recibir una carta de d’Artagnan. Para mantener el secreto del contenido de la carta, hacen que Grimaud se coma la carta en lugar de quemarla; temen que el cardenal sea capaz de recomponer su contenido a partir de las cenizas.

Capítulo 52: Primera jornada de cautiverio

Milady, encerrada en el castillo de su cuñado, saca la conclusión de que d’Artagnan debe haber sido quien le contó todo a lord Winter.

Es la hora en la que los centinelas traen comida para la prisionera. Milady se tira en el sillón aprovechando todos los atributos que la hacen bella. El oficial Felton piensa que está dormida, pero los otros hombres le dicen que parece desmayada. Felton manda a llamar a lord Winter.

A solas con Felton, Milady pretende despertarse y se queja de su situación. Lord Winter los interrumpe y se burla de lo fácilmente que todos fueron engañados por Milady. Ella se enoja y se abalanza sobre un cuchillo, pero pronto descubre que no tiene filo y es flexible. Lord Winter utiliza eso para demostrarle a Felton que se había equivocado al sugerir que podían darle un cuchillo con filo; debe tener cuidado y no puede fiarse de esa mujer.

En lugar de sentirse desanimada por ese fracaso, Milady cree que existe una mínima esperanza de influir sobre Felton: “ese hombre tiene en su alma una chispa de piedad; de esa chispa haré un incendio que lo devorará” (p.527). Luego, ella se va a dormir contenta.

Capítulo 53: Segunda jornada de cautiverio

Milady pretende estar enferma y quiere quedarse en cama. Felton se propone a llamar a lord Winter o a un médico, pero Milady le pide que no llame a nadie. Felton le entrega un misal y, por sus gestos, Milady se da cuenta de que Felton no es católico, sino puritano. Para ganarse su simpatía, Milady pretende ser puritana también. Lord Winter la visita y se burla de su mentira.

Cuando su cuñado se retira, Milady empieza a rezar en voz alta unas oraciones puritanas que ha aprendido de un sirviente. Está claro que Felton teme el efecto que Milady está teniendo en él porque evita estar con ella. Por la noche, Milady se pone a cantar, Felton se siente conmovido, pero se presenta en la habitación de Milady y le pide que cante en voz baja para no perturbar al resto de las personas en el castillo.

Capítulo 54: Tercera jornada de cautiverio

Para Milady, hablar con Felton a solas es su única esperanza. Ella considera que su voz es su mejor atributo, y el oficial no podrá resistirse. Lord Winter la felicita irónicamente por su nuevo acto melancólico. Le anuncia que será enviada a las colonias en cuatro días.

Ni bien Lord Winter se aleja, ella empieza a rezar pidiendo a Dios que perdone a Winter. Felton le pide disculpas por interrumpir sus plegarias. Milady sugiere que Winter y Buckingham quieren hacerle algo terrible. Felton piensa que el lord Winter es incapaz de hacer algo contra ella. Milady le pide a Felton un cuchillo pretendiendo que lo quiere usar para matarse.

Más tarde Winter vuelve a visitar a Milady para mostrarle la carta que declara su exilio a las colonias, pero ella se da cuenta de que la carta no está firmada. Todavía hay esperanza porque le quedan cuatro días para convencer a Felton de su inocencia.

Capítulo 55: Cuarta jornada de cautiverio

La siguiente movida de Milady es pretender que quiere suicidarse. Cuando Felton entra a la habitación de la prisionera la encuentra anudando una cuerda para colgarse. Intenta convencerla de que no se mate. Lord Winter los interrumpe y se da cuenta de que Milady ha logrado afectar a Felton y se lo lleva aparte.

Después de su reunión con Winter, Felton regresa a la habitación de Milady y le dice que esa noche quiere escuchar los detalles de su caso de su propia boca ya que Winter le ha contado todos los horribles crímenes que ha cometido Milady. Felton quiere saber a quién creer y, por lo tanto, ayudar.

Capítulo 56: Quinta jornada de cautiverio

Sin lugar a duda, Felton representa el reto más grande para una seductora como Milady. Su puritanismo lo hace inmune a algunos de sus encantos. El avance que ha logrado en relación con Felton le sorprende a ella misma porque no conocía cuán poderosos eran sus encantos.

A la medianoche Felton se presenta en la habitación de Milady y pone un cuchillo en la mesa entre ellos. Milady empieza a contar una historia en la que ella es la víctima. Un hombre rapta, droga y abusa sexualmente de Milady. Su verdugo quiere casarse con ella y la mantiene cautiva durante mucho tiempo. Una noche, ella esconde un cuchillo para atacar al hombre que abusa de ella. Su plan fracasa y ella decide hacer una huelga de hambre. Durante todo su relato, parte de la violencia de este hombre desconocido se debe a que rechaza la religión que supuestamente profesa Milady.

Capítulo 57: Un recurso de la tragedia griega

Milady continúa con su relato. Ante las amenazas de Milady de decir a todo el mundo lo que había vivido, su captor decide marcarla con una flor de lis para que nadie crea su historia. La única persona que sabía la verdad de lo que le había sucedido era su difunto esposo.

Felton le ruega a Milady revelar el nombre de su verdugo para poder vengar su honor. Ella le dice que el culpable de todo fue el duque de Buckingham. Felton todavía no entiende qué parte de esta historia involucra a lord Winter a quien él sirve con lealtad. Milady le dice que su marido no alcanzó a contarle la verdad a su hermano y que, en cambio, el duque de Buckingham le contó su versión de la historia por lo que ahora la mantiene cautiva y la quiere expulsar a las colonias.

Debido a los gritos de Milady, los guardias y lord Winter se acercan a la habitación donde Milady amenaza con matarse. Lord Winter se ríe y asegura que no llevará a cabo su amenaza. Milady se da cuenta que no tiene otra opción y se clava el cuchillo entre las costillas sin hacerse demasiado daño.

Felton está desesperado porque debía proteger a Milady y, por el contrario, ella ahora está herida.

Capítulo 58: Evasión

La herida de Milady no es grave, pero ella exagera. Su esperanza de contar con la ayuda de Felton parece haber sido en vano, porque lord Winter le anuncia que Felton ya no se hará cargo de ella.
A la noche estalla una tormenta. Milady escucha que alguien golpea en el cristal de las ventanas. Se trata de Felton que ha vuelto para rescatarla. Ambos bajan por una escalera y logran escapar sin que nadie los detecte.

Una barca los espera para llevar a Milady a donde ella quiera. Felton, en cambio, sabe que quiere ir a Portsmouth a buscar a Buckingham y matarlo. Esta es la última oportunidad para matar a Buckingham antes de que parta para La Rochelle con ayuda para sus aliados. Milady le dice a Felton: “Si mueres, moriré contigo” (p.577). Luego de dejar a Felton en Portsmouth, Milady esperaría en la barca hasta las diez y, en caso de que Felton no llegase a esa hora, ella seguiría su viaje a Francia, y Felton la encontraría en el convento de las carmelitas en Béthune.

Análisis

Esta sección solo contiene un capítulo en el que participan los mosqueteros, el resto de los capítulos se centran en Milady. La estructura está diseñada para el formato en el cual la novela fue publicada originalmente: por entregas en un periódico. Precisamente porque ese era el formato, las noches de Milady como prisionera se extienden por varios capítulos en los que los lectores se preguntan cómo va a conseguir superar este obstáculo el enigmático personaje de Milady.

Asimismo, otro motivo detrás del ritmo más ralentizado de estos capítulos se debe a la estrategia de este personaje femenino en comparación con las que llevan adelante los personajes masculinos. En todos los casos en los que los mosqueteros se encuentran en aprietos, la salida suele ser dinámica, rápida y a punta de espada. Milady, al tratarse de una mujer, necesita más tiempo para hacer uso de sus armas de seducción.

En estos capítulos el narrador utiliza una serie de imágenes de animales para describir la actitud y los gestos de Milady. Eso, y el uso de la palabra “criatura” para hablar de ella, tienen como propósito remarcar lo malvada que es y la deshumaniza. El cardenal, por ejemplo, siente un temeroso respeto por “la extraña dimensión de esa mujer, tan pronto serpiente, tan pronto león” (p.512). Algo parecido sucede cuando se presenta a Milady como una “criatura” temible porque desafía lo que se espera de su género: “¿por qué pues se ha equivocado el cielo así, poniendo a esta alma viril en un cuerpo endeble y delicado?” (p.522).

No obstante, es precisamente todo lo que está asociado con sus atributos femeninos lo que la hacen una contrincante temible. Esto evidentemente se basa en una mirada de los hombres bajo la cual son incapaces de resistir a la seducción. En este sentido Felton es, inicialmente, una excepción a la regla y se convierte en el reto más grande para una mujer como Milady que siempre se ha valido de su belleza y atractivo para conseguir lo que quiere.

Por más vil que sea Milady, a los lectores les conmueve su obstinación y la capacidad que tienen para reponerse ante cualquier desventura. Esta capacidad toma dimensiones casi sobrenaturales cuando los lectores no sabemos todavía cómo hizo para salvarse de la muerte luego de que Athos se enterara de que su mujer le había ocultado su verdadera identidad. En las circunstancias que se encuentra Milady, resulta admirable su optimismo y la confianza que tiene en sí misma. Aun cuando sabe que está por ser deportada no lo considera una condena definitiva, sino que le resulta molesto pensar en que deberá esperar uno años hasta poder volver a ingresar en el centro de la escena de poder e intrigas.

El lector, a la par de la misma Milady, descubre algo nuevo en ella: no necesita apelar solo al uso de su cuerpo como arma y a la seducción como único recurso. Milady es tan inteligente y perceptiva que descubre exactamente a qué tiene que apelar en Felton para conseguir su ayuda. En este sentido, vemos que Milady no tiene límites ni escrúpulos porque precisamente se vale de la devoción religiosa del oficial para manipularlo. El proceso mediante el cual se gana la confianza y la compasión de Felton es lenta, se trata de un trabajo psicológico fino que se extiende a lo largo de varios capítulos. John Felton es un personaje histórico que Dumas ficcionaliza. Efectivamente el duque de Buckingham muere en manos de un fanático religioso llamado John Felton. Nuevamente, el procedimiento que utiliza Dumas para intervenir en la historia es el mismo. No cambia lo hechos importantes, pero modifica las intenciones. En este caso, Felton está movido tanto por el deseo de vengarse por la deshonra de una mujer a la que aprecia, como también por la solidaridad que encuentra con una mujer que forma parte de una minoría religiosa víctima de persecución.