Los tres mosqueteros

Los tres mosqueteros Citas y Análisis

(...) comprendía que los hombres se volvían para mirarlo y, por primera vez en su vida, d'Artagnan, que hasta ese día tenía de sí mismo una opinión bastante buena, se encontró ridículo.

Narrador, p.35.

Esta cita muestra el estado vulnerable en el que se encuentra d'Artagnan apenas llega a París. El camino que hace d'Artagnan es desde la marginalidad hacia el centro. El aspirante a mosquetero vienen de Gascuña, una región apartada del centro político de Francia. Si bien proviene de una familia noble en su región, eso significa poco y nada en la corte en París. La impulsividad con la que actúa d'Artagnan al principio de la novela está motivada en gran parte por este choque que experimenta y que tira abajo sus ilusiones y expectativas. D'Artagnan es un joven orgulloso, pero la buena opinión que tiene de sí mismo no se condice con cuán insignificante se siente en este nuevo mundo en el que quiere ingresar.

Monsieur Tréville gruñó por lo alto contra sus mosqueteros, y los felicitó por lo bajo.

Narrador, p.71.

Este gesto, que se repite más de una vez tanto en el rey como en el señor de Tréville y el cardenal, ilustra la hipocresía que domina ese mundo. La pugna por el poder y la influencia que cada uno de ellos puede ejercer sucede de manera velada. En los intercambios sociales y burocráticos, todos pretenden priorizar el reino y buscar la paz interna, pero por lo bajo estos hombres alientan la rivalidad entre sus hombres.

La mujer ha sido creada para nuestra perdición, y es de ella que nos vienen todas las miserias.

Aramís, p.107.

Esta es una de tantas citas en la novela que apuntan a una misma idea. El mundo de los mosqueteros que crea Duma está dominado por los hombres y la visión que prima es patriarcal. Las mujeres son un asunto con el que los hombres tienen que lidiar para bien o para mal. Cuando el hombre está enamorado, está dispuesto a hacer todo por su amada, pero la amenaza de no ser correspondido lo sume en una eterna angustia. Este es el caso de Aramís quien pasa gran parte de la obra angustiado por la posibilidad de perder el favor de su señora. Otros personajes, como Tréville y Athos, comparten esta opinión con Aramís. Esta noción de que las mujeres conducen a la perdición refleja efectivamente lo que les sucede más de una vez a los enamorados. El duque de Buckingham muere porque confluye una serie de situaciones que involucran a mujeres. El odio de Milady por d'Artagnan tiene que ver con que él se deja seducir por ella hasta el punto de confesar su trampa de hacerse pasar por el conde Wardes. Es decir que esta advertencia de Aramís anticipa lo que sucederá más de una vez.

Todos para uno, uno para todos.

D'Artagnan, p.112.

Esta es la cita más famosa de toda la novela. D'Artagnan pronuncia estas palabras, que es la máxima de los mosqueteros, cuando los cuatro amigos se ponen de acuerdo para llevar adelante la misión de recuperar los herretes de la reina. La máxima se refiere a la lealtad de los mosqueteros para con su rey, pero en este contexto condensa el sentido de lealtad entre los amigos. Precisamente en esta aventura, los tres mosqueteros saben muy poco sobre la aventura que están a punto de emprender, pero confían plenamente en su amigo, a pesar de su juventud e inexperiencia. Esta máxima va a ser cierta en este grupo de amigos en más de una ocasión y en más de un aspecto. Los cuatro amigos comparten angustias, dinero, deberes, e incluso alegrías como cuando uno de ellos se alegra porque el otro ha recibido noticia de su amante. En un mundo tan complejo como el de la corte, repleta de intrigas y trampas, poder contar incondicionalmente con la ayuda de los tres mosqueteros, sella el éxito que d'Artagnan va a cosechar.

Unas medias finas y blancas, un vestido de seda, un cuello de encaje, el pie calzado en un lindo zapato, una cinta nueva en la cabeza, no hacen bonita a una mujer fea, pero hacen hermosa a una mujer bonita, son contar que con todo ello ganan las manos; las manos, sobre todo en las mujeres, necesitan mantenerse ociosas para mantenerse bellas.

Narrador, p.123.

Esta cita muestra la mirada aristocrática que domina la novela, así como la importancia del dinero. Lo que hace atractiva a una mujer es su privilegio que le permite vestir bien, pero sobre todo, le permite mantenerse desocupada.

Durante toda la jornada Bonacieux lloró como un verdadero mercero, ya que no era en absoluto hombre de espada, él mismo nos lo ha dicho.

Narrador, p.152.

Nuevamente nos encontramos con una cita que refleja la mirada aristocrática. El narrador y otros personajes son especialmente críticos del mercero, en parte, por su origen social. D'Artagnan explica su cobardía y su ambición refiriéndose a su posición social. Bonacieux sirve de contrapunto a los mosqueteros, porque no tiene ninguna de las virtudes que ostentan los mosqueteros. No es valiente, ni leal, ni galante. Las virtudes propiamente masculinas están reservadas para los hombres de espada, es decir, para los caballeros. En cambio, Bonacieux, un burgués, puede llorar como un "verdadero mercero".

-¡Soy un hombre gallardo!

-Lo creo.

-¡Soy valiente!

-¡Oh!, de eso estoy segura.

-Entonces, póngame a prueba.

D'Artagnan y madame Bonacieux, p.197.

Este intercambio entre madame Bonacieux y d'Artagnan nos sirve para mostrar cómo Dumas utiliza las convenciones del amor cortés para construir algunas de las relaciones retratadas en la novela. En este caso, d'Artagnan quiere que su "señora" lo ponga a prueba para que él pueda demostrar que es digno de su amor. La aventura de los herretes es precisamente esto: una aventura a la que se compromete d'Artagnan como prueba de amor. De hecho, cuando completa la misión con éxito, d'Artagnan espera que Constance se lo agradezca dándole una muestra de que su amor es correspondido.

De qué hilos frágiles y desconocidos están a veces suspendidos los destinos de un pueblo y la vida de los hombres, se admiró d'Artagnan.

Narrador, p.225.

Esta cita está focalizada desde la perspectiva de d'Artagnan quien está en compañía del duque de Buckingham. D'Artagnan ha llegado hasta Londres para recuperar los herretes. El duque expresa todo lo que haría por Ana de Austria, incluso si eso implicase traicionar a su rey. En este momento, el duque ha emitido una restricción que bloquea todos los puertos de Inglaterra. D'Artagnan sabe que lo está haciendo por amor y no puede evitar cuestionar que un hombre utilice su poder político en función del amor. A partir de todo esto, d'Artagnan reflexiona sobre los hilos que mueven el destino de un pueblo.

Esta misma reflexión podría ponerse en la boca del mismo Dumas, quien en sus novelas utiliza hechos históricos, pero se da la libertad de especular sobre las verdaderas intenciones que mueven a los grandes protagonistas de la Historia. Dumas no falsea la Historia, sino que indaga en las posibles motivaciones, algo incomprobable pero que no se puede descartar como falso o como una tergiversación de lo que verdaderamente sucedió.

(...) la naturaleza se había equivocado; a la gran dama le había dado un alma venal y vil, a la criada le había dado el corazón de una duquesa.

Narrador, p.370.

Esto es lo que d'Artagnan piensa a partir del tiempo que comparte con Milady y su criada Ketty. La cita refleja una mirada conservadora y aristocrática que asume que las virtudes morales están relacionadas con el linaje y la nobleza de sangre. El hecho de que Ketty sea mejor persona que Milady no puede ser otra cosa que una equivocación porque lo natural es que la persona noble con título tenga mejores cualidades que una criada.

(...) ¿por qué pues se ha equivocado el cielo así, poniendo a esta alma viril en un cuerpo endeble y delicado?

Narrador, p.522.

Milady es un personaje paradójico porque, si bien gran parte de su poder está en sus atributos femeninos, en más de una ocasión se la asocia con características vinculadas a lo masculino. A diferencia del ocio que una de las citas anteriores marcaba como una de las condiciones para que las mujeres permanezcan bellas, Milady es incansable y no para de trabajar para el cardenal y para sus propias ambiciones. Al contrario de un personaje como madame Bonacieux, quien ante el peligro se paraliza, Milady tiene iniciativa y voluntad. Su cuerpo, sin embargo, no siempre acompaña la fuerza de su espíritu. Lo paradójico de este pensamiento es que es justamente este cuerpo endeble y delicado el que le permite llevar adelante esos proyectos que su alma viril se propone.