Los tres mosqueteros

Los tres mosqueteros Resumen y Análisis Capítulos 29-35

Resumen

Capítulo 29: A la caza de pertrechos

Las actitudes de los mosqueteros con respecto al dinero son muy distintas. Aramís, Porthos y d’Artagnan están muy ocupados pensando en soluciones para poder costearse los pertrechos para la guerra. En cambio, Athos no desea mover un solo dedo para conseguir el dinero. D’Artagnan combina su preocupación por el dinero con algo que le desvela muchísimo más: el paradero de madame Bonacieux. Nadie, ni siquiera la reina, sabe dónde está Constance.

Porthos es el primero en gestionar los fondos para su equipo. Un día asiste a la iglesia y d’Artagnan lo sigue para ver qué es lo que hace. Para asistir a la iglesia, Porthos se esmera en su aspecto para pavonearse ante dos mujeres. La primera es una mujer madura, no demasiado atractiva, pero orgullosa. La otra es una bella joven que se encuentra arrodillada en un cojín rojo. Porthos muestra algunos gestos para pretender que hay algún tipo de trato entre él y la mujer joven. D’Artagnan, desde la distancia, reconoce que la mujer joven es la misma que se encontró con el conde Rochefort en Meung.

Las atenciones de Porthos para con la joven despiertan los celos de la mujer madura que resulta ser madame Coquenard, la procuradora amante de Porthos. Ella se acerca a hablar con Porthos para preguntarle sobre la mujer del cojín rojo, y Porthos finge que la conoce y que tiene una amistad con ella. Madame Coquenard siente muchos celos, le pide perdón a Porthos por no haber respondido a sus pedidos de ayuda económica cuando estuvo herido en la posada de Chantilly y le ofrece compensar eso con dinero.

Capítulo 30: Milady

Milady, la bella mujer del cojín rojo, sale de la iglesia, y d’Artagnan la sigue y escucha que se dirige a Saint-Germain. D’Artagnan le pide a Planchet que prepare dos caballos del señor de Tréville y lo encuentre en casa de Athos. Athos se rehúsa a utilizar caballos ajenos y tampoco le interesa seguir a Milady. Para Athos, d’Artagnan reemplazó su interés por madame Bonacieux por Milady. Esto ofende a d’Artagnan quien asegura que sigue enamorado de Constance, pero que simplemente no tiene ninguna información para encontrarla. De todas maneras, el comentario de Athos planta una duda en la mente de d’Artagnan.

En el camino a Saint-Germain, d’Artagnan y su criado ven a Lubin, el criado del conde Wardes con quien pelearon en el puerto antes de cruzar a Inglaterra. El amo le indica a Planchet que vaya a hablar con Lubin para sacarle información. Mientras Planchet habla con él, d'Artagnan ve a la criada de Milady bajarse del carro y llevar una nota en la dirección de Planchet. La criada lo confunde con Lubin y le entrega una nota diciendo que se la debía entregar a su amo. La nota dice que Milady invita al conde de Wardes a un paseo por el bosque.

D’Artagnan ve que Milady está discutiendo con un hombre. La discusión transcurre en inglés, idioma que d’Artagnan no entiende. El tono de la conversación impulsa a d’Artagnan a intervenir. Milady le dice que el hombre con quien discute es su hermano y se retira en su carro. D’Artagnan y el inglés, cuñado de Milady, deciden citarse para un duelo.

Capítulos 31: Ingleses y franceses

D’Artagnan se presenta para el duelo con sus tres amigos y el inglés hace lo mismo. Los ingleses se presentan diciendo sus nombres y exigen lo mismo de sus contrincantes. Para los ingleses es importante saber si estaban peleando con personas de su mismo nivel social. Los tres mosqueteros revelan sus nombres únicamente a sus contrincantes; Athos le advierte al suyo que fue una mala idea pedirle que revelara su nombre porque ahora tiene aún más razones para matarlo ya que le interesa que su identidad permanezca oculta.

El contrincante de Aramís huye; el de Porthos recibe una herida; el de Athos muere; el de d’Artagnan es perdonado en honor a su hermana, Milady. Athos se niega a utilizar el dinero que llevaba consigo el inglés al que mató y decide regalárselo al cochero de los ingleses.

Lord Winter, el cuñado de Milady, le promete a d’Artagnan presentarle a su hermana. Athos repara en lo fácilmente que d’Artagnan remplazó el amor por Constance por el de Milady. Además, le advierte que las mujeres rubias no son de fiar. D’Artagnan se defiende diciendo: “Yo amaba de corazón a madame Bonacieux, mientras que amo a Milady con la cabeza” (p.340).

D’Artagnan se presenta todos los días en casa de Milady y ella lo recibe con hospitalidad. La primera vez, cuando escucha la historia del duelo, intenta disimular su enojo ante la noción de que su cuñado le debe la vida a d’Artagnan. Todos los días que visita a Milady, la criada Ketty intenta tener algún contacto con d’Artagnan porque evidentemente se siente atraída por él, pero a d’Artagnan solo le interesa Milady.

Capítulo 32: La cena de un procurador

Porthos se presenta en casa de madame Coquenard con la expectativa de una comida casera, abundante y deliciosa. A medida que se acerca a la casa del procurador, sus ilusiones disminuyen con el aspecto del lugar. Una vez dentro de la casa, se da cuenta de que en la cocina no hay demasiado movimiento.

Madame Coquenard presenta a Porthos como un primo lejano. El procurador, esposo de madame Coquenard, recibe a Porthos con cierta frialdad y hace comentarios insidiosos. La cena es una verdadera decepción: la comida es insulsa y escasa, lo mismo que el vino.

Después de la comida, la procuradora le pregunta a Porthos qué es lo que necesita para poder ir a la campaña. Porthos le dice que necesita dos mil quinientas libras, pero la procuradora negocia los pedidos de Porthos para poner menos dinero. Por ejemplo, en lugar de un caballo, le ofrece una mula para su criado Mosquetón.

Porthos regresa a su casa con hambre y de mal humor, a pesar de estar satisfecho con los pertrechos que le va a procurar madame Coquenard.

Capítulo 33: Dama y criada

Ketty, la criada de Milady, decide confesarle a d’Artagnan lo que siente por él. Lo conduce a su habitación y allí le dice que Milady no lo ama, de hecho, lo desprecia. Le muestra una nueva carta de Milady al conde de Wardes, el hombre de la que sí está enamorada.

D’Artagnan ve la oportunidad de manipular a Ketty haciéndole pensar que sí siente algo por ella y usar eso en su favor. Para conseguir que Ketty confíe en él, decide quedarse esa noche con ella en lugar de cumplir con la visita diaria a Milady.

Mientras Ketty y d’Artagnan están en la habitación de la criada, Milady empieza a llamar insistentemente a Ketty para que la ayude a prepararse para irse a dormir. D’Artagnan se esconde en un armario y escucha todo lo que dice Milady. Descubre que es una mujer vengativa y un verdadero monstruo. Lo peor de todo es que está involucrada en la desaparición de madame Bonacieux. Lo que más le enoja a Milady sobre d’Artagnan es que haya perdonado la vida de lord Winter, ya que si lo hubiese matado, ella habría heredado todo.

Dado que Ketty está bajo la influencia de d’Artagnan, traiciona a su ama y al día siguiente le entrega una tercera carta dirigida al conde Wardes. D’Artagnan decide contestar a la carta de Milady haciéndose pasar por Wardes. La nota anuncia la visita del conde a las once de la noche de ese mismo día.

Capítulos 34: Donde se trata de los equipos de Aramís y de Porthos

Los mosqueteros todavía tienen que procurarse sus pertrechos para la guerra. Porthos cree que ya lo tiene resuelto, Aramís está un poco más preocupado, y Athos no pretende hacer ninguna gestión. Porthos se retira con su criado Mosquetón para recibir parte del equipo que madame Coquenard le compró. Aramís se retira cuando recibe el mensaje de que hay alguien proveniente de Tours que lo busca en su casa.

Athos y d’Artagnan se quedan solos y conversan acerca de lo que d’Artagnan ha descubierto con respecto a Milady. De todas maneras, d’Artagnan se limita a decir muy poco porque piensa que Athos va a ver con malos ojos los métodos poco decorosos que ha utilizado d’Artagnan para acercarse a Milady.

Mientras tanto, en casa de Aramís se ha presentado un mendigo de Tours para entregarle una nota. La carta dirigida a Aramís es de su amante y viene acompañada de una suma importante de dinero. Aramís finge que el dinero es de parte de su editor que le ha pagado por un poema.

Aramís y d’Artagnan vuelven a casa de Athos para cenar allí. Ven a Mosquetón conduciendo una mula y un caballo. El caballo es el que el padre de d’Artagnan le dio como regalo. Porthos está indignado por la calidad de los animales que madame Coquenard le ha conseguido y se dirige a su casa para devolvérselos. Ella la pide disculpas y le promete más dinero.

Capítulo 35: Por la noche todos los gatos son pardos

D’Artagnan visita a Milady y esta lo recibe con gusto. D’Artagnan se da cuenta que el buen humor de Milady se debe a la carta falsa del conde de Wardes. D’Artagnan se esconde en el cuarto de Ketty para esperar que sea la hora del encuentro con Milady.

Ella lo recibe en completa oscuridad. Los dos hablan sobre la venganza que quiere llevar adelante Milady a causa del ataque de d’Artagnan sobre su amado conde de Wardes. Como prueba de su amor, Milady le regala un anillo de zafiro y diamantes a d’Artagnan y le pide que él también le haga llegar alguna prueba de su amor.

El día después de ese encuentro, d’Artagnan va a casa de Athos quien se siente intrigado por el anillo de zafiro. Cuando pide ver el anillo con más detenimiento, se da cuenta de que es exactamente igual a uno que había heredado de su madre y que había entregado a una mujer por amor hace mucho tiempo. Athos le recomienda a d’Artagnan que deje de ver a Milady.

En su casa, d’Artagnan encuentra a Ketty que lo espera para entregarle una nueva carta dirigida al conde de Wardes. Esta vez d’Artagnan responde a esa carta muy fríamente y le dice a Milady que no podrá encontrarse con ella hasta nuevo aviso. Ketty está feliz con esa carta y se apura para entregársela a su ama. Cuando Milady lee la carta, se pone pálida y prácticamente se desmaya. Luego, cuando Ketty intenta asistirla, Milady le contesta: “¿Desvanecerme, yo? ¿Yo? ¿Me toma usted por una mujercita? Cuando se me insulta, yo no me desvanezco: me vengo, ¿lo oye?” (p.376).

Análisis

En estos capítulos confluyen el dinero, la sexualidad y el poder. Sin duda la novela se centra en las figuras masculinas y en una idea de masculinidad muy propia de las novelas de aventura y las que se inspiran en los libros de caballería. No obstante, Dumas crea personajes femeninos que ejercen poder. Por lo menos dos de los mosqueteros dependen de una mujer económicamente. Son las amantes de Porthos y de Aramís quienes financian el equipo que necesitan estos mosqueteros para participar en la guerra. De todas maneras, ambos hombres asumen su dependencia de modos muy distintos. Porthos no se siente avergonzado de su condición, salvo por sus mentiras acerca de la verdadera identidad y estatus social de su amante. Por otra parte, Porthos no establece un vínculo auténtico con madame Coquenard, sino que la utiliza para su beneficio. Por el contrario, Aramís mantiene su relación en absoluta discreción y parece amar a su señora auténticamente.

D’Artagnan se ubica en el medio de estas dos actitudes frente a las mujeres. Quizá su juventud lo hace más propenso a creer que siente algo auténtico por las mujeres que conoce, pero evidentemente sus sentimientos son inconstantes. Además, está dispuesto a utilizar sus encantos y a engañar a una mujer para hacerle creer que la ama en función de sus intereses. Sin duda d’Artagnan comprende cuán cuestionables son sus acciones cuando decide esconder los detalles de sus planes frente a su amigo Athos, a quien considera un hombre honorable y decente.

A partir de esta parte de la novela, Milady cobra cada vez más importancia y se convierte en el personaje antagonista más temible para los mosqueteros. A diferencia de otras mujeres en la obra, Milady es una mujer independiente, es decir, no está casada (es viuda) y cuenta con un estatus social privilegiado (no es una criada). Esto hace que tenga muchísimo más poder sobre su propia vida y que jamás dependa de un hombre para ocuparse de sus asuntos. En muchos casos, de hecho, los hombres son obstáculos que ella debe sortear para alcanzar sus metas, como en el caso de lord Winter, a quien preferiría muerto.

En la novela conviven la virtud y los ideales con actitudes y comportamientos cuestionables. Athos se convierte en el modelo más significativo para d’Artagnan, sin embargo, sabemos que fue capaz de matar a su mujer por haber ocultado su verdadera identidad. Asimismo, d’Artagnan no muestra demasiados escrúpulos al momento de utilizar a Ketty e incluso ponerla en peligro en función de sus intereses. La prudencia, inteligencia y valentía de d’Artagnan conviven con su soberbia y su actitud despreciable el momento en que se siente herido por el rechazo de Milady.

Si bien la primera aventura de los mosqueteros ya ha culminado en este punto de la novela, Dumas continúa creando suspenso e interés en el lector mediante la elipsis, es decir, por medio de la supresión de detalles que permiten componer toda la historia. El lector atento ya sabe que hay una conexión entre Milady y la esposa de Athos, pero el misterio de cómo una mujer que supuestamente fue asesinada por su marido ahora es una emisaria del cardenal no ha sido resuelto. Los objetos, en relación con esto, se convierten en indicios importantes: el pañuelo con las iniciales, el anillo de zafiro, el anillo de diamantes, entre otros.