La Noche

La Noche Resumen y Análisis de Capítulo 8

Resumen

En el campo cuentan a los prisioneros como de costumbre y los envían a las duchas. Sin embargo, están tan débiles que es difícil para los guardias lograr que se muevan. El padre de Eliézer se tira sobre un montículo de nieve y le dice a su hijo que ya no puede continuar. A Eliézer lo enfurece que su padre esté dispuesto a morirse tras haber sobrevivido durante tanto tiempo, y discute largo rato con él para que no se quede allí en la nieve. Cuando empiezan a sonar las sirenas Eliézer es conducido hacia los blocs, y todos se duermen en las camas de inmediato, sin siquiera prestar atención a los calderos de sopa.
Por la mañana, Eliézer recuerda que tiene que buscar a su padre. Una parte de él quiere deshacerse de la carga que implica su débil padre, y se siente avergonzado por estos pensamientos. Eliézer busca a su padre durante horas y finalmente lo encuentra en la fila del café. Su padre tiene fiebre y se muestra increíblemente agradecido cuando Eliézer le trae una taza de café. Más tarde, le cuenta a su hijo que los guardias se niegan a alimentar a los enfermos porque piensan que, de todos modos, morirán pronto. Eliézer le da su plato de sopa de mala gana, y se da cuenta de que no es mejor que el hijo de Rabí Eliau.

Al tercer día de su llegada, todos tienen que ir a las duchas. Eliézer ve a su padre en la distancia, pero cuando va a su encuentro, el hombre pasa a su lado. Era, en realidad, otra persona.
El padre de Eliézer tiene disentería y está cada vez más débil en su litera. En un delirio febril, le dice a Eliézer dónde enterró el oro y el dinero. Eliézer logra llevar a su padre al médico, pero este se niega a examinarlo. Otro médico va al bloc, pero el padre de Eliézer se niega a levantarse de nuevo. Este médico les grita a los enfermos, llamándolos perezosos, y Eliézer tiene ganas de matarlo, pero está demasiado débil. Cuando regresa de buscar pan, su padre le cuenta que sus compañeros de litera lo han estado golpeando. Eliézer les promete pan y sopa extra, pero ellos simplemente se ríen de él y luego le dicen, enojados, que su padre los está molestando porque ya no puede salir a salir para hacer sus necesidades. Al día siguiente, su padre le dice a Eliézer que sus vecinos le robaron el pan y lo volvieron a golpear. Le ruega que le dé agua, y aunque sabe que le hace mal, Eliézer le da un poco.

El jefe del bloc le da consejos a Eliézer sobre su padre. Le dice que, en los campos de concentración, cada hombre vive para sí mismo y que los lazos familiares y de amistad ya no cuentan. Le aconseja que no le dé sus raciones de comida a su padre y que se quede, en cambio, con las de él. Por un momento, Eliézer está de acuerdo con él, pero de inmediato se siente culpable.

El padre de Eliézer le pide agua en repetidas ocasiones. Por la noche interrumpe el silencio pidiendo agua a gritos, y los guardias de la SS le gritan que se quede callado. Como sigue llamando a Eliézer, el guardia lo golpea violentamente en la cabeza con su porra. Eliézer tiene miedo de moverse de su litera.

Su padre dice "Eliézer" una vez más, y aún respira. Después del pase de lista, Eliézer mira la cara de su padre durante más de una hora. Cuando es hora de irse a la cama, su padre todavía está vivo. Al día siguiente, el 29 de enero de 1945, su padre ya no está: fue llevado al crematorio y reemplazado por otro enfermo. Eliézer no llora porque ya no tiene más lágrimas. Y admite que en lo más profundo de su interior, se siente liberado por la muerte de su padre.

Análisis

En esta sección el rol padre-hijo se invierte, y Eliézer se ve obligado a cuidar a su padre. Vencido por el frío y la fatiga, el padre de Eliézer simplemente quiere recostarse y descansar en la nieve, aunque hacerlo signifique una muerte casi segura. Ya no le importa vivir y, como un niño, pide que simplemente lo dejen solo para dormir:

—No grites, hijo mío… Ten piedad de tu anciano padre… Déjame descansar aquí… Un poco… Te lo ruego, estoy tan cansado… tan agotado…
Se había vuelto semejante a un niño: débil, temeroso, vulnerable.

El padre de Eliézer se ha dado por vencido y ya no quiere la responsabilidad de intentar mantenerse con vida. Como su hijo, Eliézer asume esta responsabilidad por él, pero no está seguro de poder lidiar con ella.

En la sección anterior el lector se entera del comportamiento del hijo de Rabí Eliau, y aquel episodio anuncia lo que sucede en este capítulo. Al igual que el hijo de Rabí, Eliézer no puede evitar pensar que su padre moribundo es una carga. A pesar de que se odia a sí mismo por querer deshacerse de él, siente que la responsabilidad de cuidarlo está disminuyendo sus propias posibilidades de supervivencia. Por ejemplo, cuando va a buscar a su padre, a quien dejó acostado en un montículo de nieve, piensa: "¡Y, si no lo encuentro! Si pudiera desembarazarme de ese peso muerto, para poder luchar con todas mis fuerzas por mi propia supervivencia, ocuparme solo de mí mismo". De manera similar, tras la muerte de su padre se avergüenza por sentirse aliviado: "Y, en el fondo de mí mismo, si hubiera hurgado en las profundidades de mi conciencia débil, tal vez habría encontrado algo parecido a esto: «¡Al fin libre!…libre! …»".

Podemos comparar los sentimientos de Eliézer aquí con los de Stein de Amberes, manifestados antes en el libro. Para Stein, la idea de que su esposa e hijos están vivos es suficiente para mantenerlo vivo durante semanas. Del mismo modo, al principio del libro, Eliézer y su padre se convencen a sí mismos de que Tzipora y su madre aún están vivas para mantener sus esperanzas. En poco tiempo, sin embargo, se ha producido una enorme transformación en Eliézer y los otros sobrevivientes. Los familiares ya no conservan el mismo valor que antes y, de hecho, se vuelven casi irrelevantes. Dadas las condiciones de vida increíblemente duras, el mundo de Eliézer se ha estrechado hasta tal punto que lo único que importa aún es su propia supervivencia. Cualquier cosa que la amenace, incluido su padre, resulta ser una carga. El propósito de Wiesel al describir esta transformación no es exponerse como un sinvergüenza espantoso. Está revelando, en cambio, cuán efectiva fue la brutalidad nazi en destruir las almas de los hombres y en hacer que los prisioneros menospreciaran todo lo que antes habían considerado tan importante.
Cuando Eliézer corre para encontrarse con alguien a quien ha confundido con su padre, la imagen que el narrador evoca es muy misteriosa e inquietante:

Al ver de lejos a mi padre, corrí a su encuentro. Pasó junto a mí como una sombra y siguió de largo sin detenerse, sin mirarme.
Lo llamé pero no se volvió. Corrí a su lado:
—Padre, ¿adónde vas?
Me miró y su mirada era lejana, resplandeciente, una cara distinta. Después de un momento siguió andando.

Este pasaje tiene un significado simbólico en varios niveles. Primero, es inusual que Eliézer confunda completamente a su padre con otra persona, especialmente porque él está tan débil que sería casi imposible para él andar corriendo. Eliézer sigue creyendo que el hombre es su padre, incluso después de verlo de cerca, e incluso luego de que este no le prestara ninguna atención. Eliézer ha estado todos los días con su padre y seguramente sabe qué aspecto tiene. El incidente no puede ser un simple error porque entonces Wiesel no se habría molestado en incluir el evento en sus memorias. En cambio, este momento de falso reconocimiento destaca qué tan intercambiables y anónimos se han vuelto todos los prisioneros. Sus personalidades han sido destruidas, y cuando Eliézer mira a este extraño bien podría estar viendo a su padre.

Por otro lado, Eliézer ve esta aparición fantasmal justo antes de que su padre muera. Todo el escenario parece muy surrealista y místico, y el pasaje puede leerse como la aparición del fantasma de su padre preparándose para dejar los horrores del campo de concentración. El hombre está corriendo por el campo, con sus ojos enfocados en el mundo del más allá. Eliézer confunde al hombre con su padre porque esta es la manera que tiene Dios de hacerle saber que su padre se irá a un mundo mejor.
En tercer lugar, el pasaje puede interpretarse en su significado religioso y, en este caso, el hombre que corre representa a Dios. En la primera sección del libro, Moshé le enseña a Eliézer que debe aprender a hacerle a Dios las preguntas correctas, y este pasaje puede verse a Eliézer tratando de entender el problema de por qué un Dios justo permitiría que existieran los campos de concentración. A lo largo del libro, Eliézer ha estado tratando de responder esta pregunta mentalmente, y en este pasaje esto se ve representado visualmente por el hombre corriendo y mirando a la distancia. Eliézer no recibe respuesta del hombre, así como probablemente nunca entenderá la respuesta que Dios tiene para dar.