La Noche

La Noche La motivación en 'La noche', por John D. Zhang

La motivación es la condición de proporcionar algo en tanto necesidad, creencia o deseo que induce a un personaje a actuar. En la ficción histórica La noche, de Elie Wiesel, la acción y el escenario contribuyen significativamente a la motivación del protagonista central, Elie. El efecto general de la motivación presenta a los personajes retrocediendo hacia comportamientos de tipo salvaje. La motivación, sin duda, representa un papel vital en el comportamiento de Elie.

Muchas veces, las acciones de otros influyen en las aspiraciones del personaje principal. Un día, por ejemplo, el kapo (jefe de la barraca) Idek estalla en un ataque de furia y golpea a Elie. Una joven francesa aria lo consuela en alemán. Años más tarde, Elie reconoce a la mujer en París. Ella revela entonces que en realidad es judía y que arriesgó su vida confiándole a Elie su secreto. Las palabras de la niña motivaron y animaron a Elie a tener determinación y no rendirse. Aunque golpeado físicamente, Elie se siente emocionalmente motivado por sus palabras. En otra ocasión, los prisioneros están tan apiñados en barracas que las personas se apilan unas sobre otras. Elie se encuentra arriba de Juliek, un violinista polaco que conoció en Buna. La conmovedora interpretación que Juliek hace de una obra de Beethoven eleva la esperanza y calma a la audiencia de hombres agotados y moribundos. Evidentemente, estas acciones muestran las causas de la motivación de Elie.

El escenario también afecta la inclinación del protagonista. En Auschwitz las condiciones son mejores y los prisioneros no son tan brutales. Incluso se permite a los prisioneros dormir en camas. Debido al trato más humano, Elie y los residentes de Auschwitz están más animados. Pero en su estadía en Birkenau, Elie es separado de su madre y de su hermana, ve bebés siendo arrojados al fuego, casi muere en los crematorios y es golpeado por guardias. En su paso por Birkenau, Elie pierde la esperanza y la motivación, pero recupera parte de ella en Auschwitz. En la última marcha a Gleiwitz, el padre de Elie se debilita y sufre un caso mortal de disentería. En consecuencia, Elie se desmoraliza en Gleiwitz, que influye negativamente en su motivación. Ya sea disminuyendo o aumentando la motivación, el contexto es importante para determinar el grado de la misma.

La falta total de motivación lleva a Elie, y a los otros personajes, a deshumanizarse, deseando solo comida y agua. Elie llega a dejar de preocuparse por su padre. La dureza de la vida de los campos debilita la devoción filial de Elie, lo que le hace sentir vergüenza y culpa. Se preocupa principalmente por alimentarse a sí mismo, como un animal, y este instinto de autoconservación a menudo supera la preocupación por su padre. Más adelante, mientras los prisioneros son trasladados a Buchenwald, trabajadores alemanes arrojan trozos de pan en uno de los vagones para divertirse. Los prisioneros se convierten en bestias, tratando de apoderarse de una pequeña cantidad de alimento. Un hombre desesperadamente hambriento mata a su propio padre por un pedazo de pan. Los prisioneros se transforman en una manada de lobos salvajes, luchando entre sí para sobrevivir. La motivación para satisfacer sus ansias los reduce a actuar como meras bestias.

El entorno y la acción contribuyen en gran medida a la motivación del personaje central, Elie. La motivación hace que Elie desee comida por sobre todas las cosas, y resigne rasgos humanos como la venganza y la generosidad para dar lugar a comportamientos propios de animales. El horror del holocausto, que permitió que personas como Elie fueran perseguidas, no debería tener lugar nunca más.