La Cautiva

La Cautiva Citas y Análisis

Era la tarde, y la hora

en que el sol la cresta dora

de los Andes. El Desierto

inconmensurable, abierto

y misterioso a sus pies

se extiende, triste el semblante,

solitario y taciturno

como el mar, cuando un instante

el crepúsculo nocturno

pone rienda a su altivez.

Yo lírico, Parte primera: "El desierto", pág. 33

En la primera estrofa del poema, el yo lírico establece el ambiente del poema y el momento del día en el que están situadas las acciones. Nombra al paisaje por primera vez, "el Desierto", y le atribuye las cualidades por las que la llanura pampeana será conocida a partir de ese momento: inconmensurable, abierta y solitaria. La primera parte del poema está dedicada mayormente a la caracterización y la valorización del espacio, pero esta estrofa resume perfectamente el contenido de "El desierto".

El licor espirituoso

en grandes bacías echan;

y, tendidos de barriga

en derredor, la cabeza

meten sedientos, y apuran

el apetecido néctar,

que bien pronto los convierte

en abominables fieras.

Yo lírico, Parte segunda: "El festín", pág. 43

En la segunda parte, "El festín", los indios son comparados con animales. Son crueles y no se comportan socialmente a la manera occidental. La situación se vuelve aún peor cuando empiezan a beber alcohol. Beben directamente de enormes recipientes, como si fueran caballos, y no saben medirse en el consumo. Esta imagen contribuye a construir el calvario de los cautivos, que están sujetos a la voluntad de seres que son descriptos como violentos e irracionales.

¿Pero adónde, adónde iremos?

¿Por fortuna encontraremos

en la pampa algún asilo,

donde nuestro amor tranquilo

logre burlar su furor?

¿Podremos, sin ser sentidos,

escapar, y desvalidos,

caminar a pie, y jadeando,

con el hambre y sed luchando,

el cansancio y el dolor?

Brián, Parte tercera: "El puñal", pág. 57

Luego de ser liberado por María, Brián duda sobre las posibilidades de escapar exitosamente del desierto. La duda y el pesimismo lo acompañan desde este momento hasta su muerte. Si bien María siempre es optimista y le da esperanzas para seguir adelante, Brián nunca termina de estar convencido de que escapar sea una buena idea. En este monólogo expresa los principales peligros que plantea el desierto para su escape: el hambre y la sed, la falta de refugio en la pampa y las enormes distancias que dificultan el camino a pie.

En trance tan duro los carga el cristiano,

blandiendo en su mano

la terrible lanza que no da cuartel.

Los indios más bravos luchando resisten,

cual fieras embisten;

el brazo sacude la matanza cruel.

Yo lírico, Parte cuarta: "La alborada", pág. 63

En la cuarta parte del poema, un grupo de soldados toma por sorpresa a la tribu de indios y los asesinan, en venganza por el malón. En este fragmento Echeverría retoma la caracterización de la segunda parte, de los indios animalizados. Sin embargo, les concede la virtud del valor. Más allá de estar en inferioridad de condiciones y desprevenidos, los indios no huyen ante el ataque sino que mueren luchando.

-Que vivas tan sólo quiero;

porque si mueres, yo muero;

Brián mío, alienta, triunfamos;

en salvo y libres estamos;

no te aflijas. Bebe, bebe

esta agua cuyo frescor

el extenuado vigor

volverá a tu cuerpo en breve,

y esperemos con valor

de Dios el fin que imploramos.

María, Parte quinta: "El pajonal", pág. 71

María expresa claramente que su marido es la razón de su vida y que sin él, ella no querría vivir. Por eso, hace lo imposible para que él pueda sobrevivir en el desierto; consigue refugio en el pajonal y agua para hidratarse. Por más que el pobre estado de salud de Brián solo retrasa y dificulta más el escape, María hace oídos sordos a las sugerencias de él de dejarlo morir allí y seguir camino sola.

Pasión viva la domina

ciega pasión la fascina;

mostrando a su alma el trofeo

de su impetuoso deseo

la dice: tu triunfarás.

Ella infunde a su flaqueza

constancia allí y fortaleza.

Ella su hambre, su fatiga

y sus angustias mitiga

para devorarlas más.

Yo lírico, Parte sexta: "La espera", pág. 73

En este pasaje, el narrador explica el sentimiento de amor desmesurado que María siente por Brián, que la motiva a seguir adelante y ser optimista. Sin embargo, la frase "ciega pasión" deja entrever que, de algún modo, su esperanza es poco realista. Su pasión la hace seguir adelante, pero no está en sintonía con la realidad. Este sentimiento de amor desmedido no la deja ver lo que está delante de sus ojos, es decir, los indicios de su trágico final.

Cruzándose nubes densas

por la esfera dilataban,

como cuando hay tempestad,

sus negras alas inmensas;

y más y más aumentaban

el pavor y obscuridad.

El cielo entenebrecido,

el aire, el humo encendido,

eran, con el sordo ruido,

signo de calamidad.

Yo lírico, Parte séptima: "La quemazón", pág. 78

Este pasaje describe cómo se va cubriendo el cielo a medida que el incendio se va acercando al pajonal donde descansan los protagonistas. Durante todo el poema, los ciclos del cielo van estableciendo la temporalidad de la acción: al comienzo del texto se describe el desierto al atardecer, luego el festín nocturno y, más adelante, las salidas y puestas del sol marcan el paso del tiempo durante el escape de los personajes.

En este momento, el yo lírico describe el oscurecimiento del cielo en plano día, a causa del humo del incendio. Este hecho crea un ambiente de miedo y tenebrosidad, que también es un indicio del terrible final que tendrán María y Brián.

¡Resígnate! Bien venida

siempre, mi amor, fue la muerte,

para el brazo, para el fuerte,

que a la patria y al honor

joven consagró su vida.

¿Qué es ella? Una chispa, nada,

con ese sol comparada,

raudal vivo de esplendor.

Brián, Parte octava: "Brián", pág. 92

Antes de morir, Brián, que hasta ese momento ha sido muy pasivo y de pocas palabras, pronuncia un largo monólogo. Se despide de María y expresa que no teme a la muerte, porque desde joven consagró su vida a la patria. Aunque lamenta no morir en el campo de batalla, dice que la muerte es bienvenida. Esta frase refuerza la interpretación de la muerte de María y Brián en el desierto como síntesis de la oposición entre civilización y barbarie. La muerte de Brián es un sacrificio en función de la patria, y más específicamente del esfuerzo civilizatorio que debe poblar el desierto. En este sentido, la muerte es bienvenida.

¡Oh, María! Tu heroísmo,

tu varonil fortaleza,

tu juventud y belleza

merecieran fin mejor

Ciegos de amor el abismo

fatal tus ojos no vieron

y sin vacilar se hundieron

en él ardiendo en amor.

Yo lírico, "Epílogo", pág. 107

En el comienzo del epílogo, el narrador resume todas las características de María, como heroína romántica, que se fueron expresando a lo largo del poema. En primer lugar, se mencionan el heroísmo y la valentía, que son consideradas virtudes "varoniles". Por otro lado, se da cuenta de su juventud y su belleza, clásicas cualidades relacionadas con lo femenino. Luego de morir por angustia y cansancio, su cuerpo recupera la sonrisa y la hermosura, como por un hechizo. Finalmente, se menciona el amor desmedido por su marido y su familia. La intensidad de su pasión no le permite ver que las consecuencias de sus acciones la llevarán a la muerte. Sin embargo, como heroína romántica, obtener la libertad es el valor más importante para ella, y arriesga su vida para conseguirla.

Hoy, en la vasta llanura,

inhospitable morada,

que no siempre sosegada

mira el astro de la luz:

descollando en una altura

entre agreste flor y hierba

hoy el caminante observa

una solitaria cruz.

Yo lírico, "Epílogo", págs. 108-10

Al final del poema, Echeverría retoma la apreciación del desierto que hace en la primera parte. La llanura es vasta, inhospitable y "no siempre sosegada". Sin embargo, agrega dos elementos que no estaban presentes en la descripción de "El desierto". El primer elemento es la cruz, objeto que simboliza la religión católica y recuerdo de la valiente criolla María. El otro elemento es "el caminante", que sugiere la posibilidad de poblar el desierto, de llenar el vacío.

Además, al principio Echeverría expresaba: "Gira (...) y no encuentra la vista (...) do fijar su fugaz vuelo". Es decir, que no había ningún objeto donde fijar la mirada. Ahora, el yo lírico señala que la cruz está "descollando en una altura" y que el caminante la "observa", o sea, que fija la vista en ella. En síntesis, la cruz y el ombú, como consecuencias de la historia de María y Brián, transforman el paisaje y la relación de las personas con él.