Fuenteovejuna

Fuenteovejuna Resumen y Análisis Acto II (primera parte)

Resumen

El regidor y el alcalde Esteban conversan en la plaza de Fuenteovejuna sobre las falsedades de la astrología. Luego se unen Leonelo y Barrildo. Leonelo es un estudiante de la Universidad de Salamanca. Cambian el tema de conversación y Leonelo comenta que el aumento de libros impresos no ha traído más sabiduría sino más confusión a los lectores, y se queja porque los ignorantes publican sus libros con demasiada facilidad. Barrildo no está de acuerdo. Leonelo insiste sosteniendo que en su siglo no ha surgido ningún escritor de la talla de San Agustín (“Agustino”) ni de San Jerónimo.

Entonces llegan Juan Rojo y otro labrador, y este comenta que el Comendador, a quien llama “bárbaro” y “lascivo” (v 939), intentó violar a Laurencia. Además, da a entender que aquel acto merece su castigo. El Comendador llega en ese momento e interrumpe la conversación. Esteban le pregunta por un galgo, y el Comendador responde que quisiera que compita con una liebre que se le escapa. Luego le dice que esa liebre es Laurencia, la hija de Esteban. Fernán le pide luego que reprenda a su hija por no haber cedido a la voluntad de él. El alcalde le responde que la gente de Fuenteovejuna quiere vivir con honor y el regidor lo respalda. El Comendador se burla de la idea de que ellos crean que tienen honor. Además, dice que él honra a las mujeres con quienes tiene relaciones y que en las ciudades no está mal visto que las mujeres se entreguen a los nobles. Esteban le responde que Dios castiga esta conducta.

El Comendador se siente ofendido y los expulsa del lugar en donde estaban reunidos. Se queda con sus criados, Flores y Ortuño, comentando la actitud de los aldeanos, sorprendidos porque estos creen estar a su nivel. Flores dice que la noche anterior hirió en la cara a un hombre que se parecía a Frondoso y que estaba en la puerta de la casa de Laurencia. El Comendador le pregunta dónde está Frondoso. Flores le dice que lo dejó con vida, por lo que él está en deuda con el aldeano. Luego comentan la situación de las mujeres de la aldea con las que el Comendador quiere tener relaciones sexuales. Los interrumpe el soldado Cimbranos para avisarle al Comendador que Ciudad Real está cerca de ser reconquistada por los Reyes Católicos y para impulsarlos a tomar las armas. Entonces Fernán obliga a reunir a todos sus soldados para marchar hacia allá.

Análisis

El segundo acto se inicia con una larga pausa de la acción dramática, después del alto grado de tensión con el que concluyó el acto anterior. El dramaturgo usa para ello el endecasílabo de octavas reales (ocho versos de once sílabas), que es metro usado para asuntos nobles y graves. De esta manera se resalta la nobleza de los labradores que discuten con mucha inteligencia. Esto también contrasta, por otro lado, con la actitud del Comendador en el final del acto anterior. Nuevamente, como en el primer acto, los campesinos adquieren dignidad, mientras el Comendador se despoja de ella hasta el punto en que lo llaman “bárbaro” (v 939).

Con la llegada de Fernán Gómez se quiebra el ritmo elegante de las octavas reales y se pasa a una métrica más corriente, la de las redondillas (cuatro versos de ocho sílabas). Cuando el Comendador les pide que se sienten, Estaban le dice: “De los buenos es honrar, / que no es posible que den / honra los que no la tienen” (vv 947-949). De esta manera, le está atribuyendo honor al Comendador, a pesar de que sabe que no lo tiene. El comentario puede resultar irónico, pero el alcalde no desea que se lo entienda en sentido contrario. El comentario sirve más bien para hacer alusión a un pensamiento de la época, que esta obra pone en cuestionamiento: en ese entonces se creía que solo los nobles podían dar honra a los campesinos, quienes por su categoría social no la tenían.

El Comendador sugiere luego que hay que poner a competir a un galgo con una liebre que huye. Con ella se refiere metafóricamente a Laurencia. Continúa aquí, de este modo, la alegoría de la caza de amor, que se señaló en análisis del acto anterior. La liebre tiene connotaciones eróticas (Ver “Liebre” en la sección “Símbolos, alegorías y motivos” de esta guía).

A continuación, el Comendador y el regidor discuten sobre el honor. El Comendador se burla de que los villanos crean que tienen honor:

Regidor:

Lo que decís es injusto;

no lo digáis, que no es justo

que nos quitéis el honor.

Comendador:

¿Vosotros honor tenéis?

¡Qué freiles de Calatrava!

(vv 986-990).

El regidor responde poniendo en duda el honor de algunos nobles, diciendo que algunos frailes de Calatrava no son de sangre tan limpia. Sugiere que la condición de cristiano del hombre del campo es más segura que la de muchos nobles, y hace alusión a la posible ascendencia judía de muchos de los nobles que han ingresado en las órdenes militares: "Alguno acaso se alaba / de la cruz que le ponéis, / que no es de sangre tan limpia.” (vv 986-993).

El Comendador se escandaliza con la idea de que los villanos crean que tienen honor y le pregunta luego a su criado si los aldeanos creen que están a su altura, es decir, que pertenecen a su clase social, puesto que se atreven a discutir con él. Flores le dice que no aspiran a ser caballeros.

Finalmente, Fernán Gómez y sus criados comentan la situación de las mujeres del pueblo a quienes él quiere poseer. Llamativamente, Flores hace un comentario con contenido filosófico: “por que el Filósofo dice / que apetecen a los hombres / como la forma desea / la materia; y que esto sea / así, no hay de qué te asombres” (vv 1092-1096). El “filósofo” es Aristóteles por antonomasia. La teoría a la que se refiere el personaje indica que el mundo se compone de materia y forma. La mujer es como la materia y el hombre, la forma. Así, la mujer, o materia, ha de buscar al hombre, la forma, para que la complete. El Comendador le responde que olvida rápidamente a las mujeres con quienes satisface sus deseos: "A las fáciles mujeres / quiero bien y pago mal." (vv 1083-1084). También agrega: "Un hombre de amores loco / huélgase que a su accidente / se le rindan fácilmente; / mas después las tiene en poco, / y el camino de olvidar, / al hombre más obligado / es haber poco costado / lo que pudo desear" (vv. 1097-1104). De esta manera, confirma lo que de otra manera comentaban Laurencia y Pascuala en el Acto I, acerca de que los hombres las seducen para satisfacer sus deseos sexuales y, una vez que lo consiguen, se olvidan de ellas.

Sobre la versificación

Detallamos a continuación el sistema de métrico que corresponde a los versos de esta parte de la obra. Además de las redondillas y el romance, que ya encontramos en el Acto I, aparecen en este acto octavas reales. Esta estrofa tiene ocho versos endecasílabos, es decir, de once sílabas. La rima consonante sigue la estructura abababcc, esto es: el primer verso rima con el tercero y el quinto; el segundo, con el cuarto y el sexto; y el séptimo con el octavo.

861-940: octavas reales;

941-1104: redondillas;

1105-1138: romance é-a.