Fervor de Buenos Aires

Fervor de Buenos Aires Resumen y Análisis "Caminata", "La Noche de San Juan", "Cercanías", "Sábados", "Trofeo"

Caminata

Resumen

Este poema presenta las reflexiones de un caminante solitario de una calle vacía. La noche y la brisa le recuerdan que todo el barrio está construido sobre el campo, naturaleza que aún existe bajo las casas y el asfalto. Mientras pasea, piensa que el tiempo corre distinto durante la noche, ya que no se encuentra regulado por las tareas productivas que rigen el día. Él es “el único espectador de esta calle” (43) y siente que, si no estuviera allí, esta dejaría de existir, del mismo modo en que las calles parecen desaparecer en la oscuridad por la noche.

Análisis

“Caminata” reúne varios de los temas principales analizados en el presente estudio, y los presenta acompañados de múltiples metáforas, personificaciones e imágenes sensoriales.

En un principio, los versos nos describen a un solitario yo poético que camina en la noche por las tranquilas calles de un barrio: “La noche acerca agrestes compañías/ y despeja las calles/ que acompañan mi soledad” (43). Como vemos, la noche y las calles se personifican como entes animados, únicos compañeros de este transeúnte solitario.

La referencia a las ‘agrestes compañías’, por otro lado, remite al recuerdo del campo que cubría este espacio en el pasado. Este recuerdo se hace presente en la memoria nostálgica del caminante que, al igual que en los versos subsiguientes, contrapone la añoranza por el pasado al presente que se vive en la ciudad:

La brisa trae corazonadas de campo,

dulzura de las quintas, memorias de los álamos,

que harán temblar bajo rigideces de asfalto

la detenida tierra viva

que oprime el peso de las casas.

(43)

La oposición entre el espacio urbano y el rural, que ya hemos desarrollado en el tema “La ciudad y el campo”, se vuelve aquí un tópico central. El campo, evocado nostálgicamente en el yo poético por la brisa que arrastra sus aromas, resiste a la fuerza de la urbanización, que en vano lo oculta bajo ‘el peso de las casas’ y el asfalto que cubre sus calles. Nuevamente, tanto la ciudad como el campo aparecen personificados; son fuerzas en pugna que compiten por el espacio en el que transita el yo poético.

Ahora bien, al igual que en otros poemas, el paseo se presenta como la excusa perfecta para distintas reflexiones de carácter metafísico. Por ejemplo, el yo poético compara “el tiempo vasto y generoso (...) de la medianoche magnífica donde todo soñar halla cabida”, con el tiempo “de los avaros términos que miden/ las tareas del día”. Aquí, la diferencia entre la noche y el día se construye en relación a sus temporalidades: en la primera, el tiempo parece pasar más lento; permite los paseos tranquilos y sin destino, las reflexiones profundas y filosóficas. En contraposición, el día presenta una temporalidad acelerada; es el tiempo de la productividad, regida por el trabajo y las obligaciones.

El carácter animado de la noche, recurrente a lo largo de todo el poema, alcanza en los últimos versos su mayor expresión:

Grandiosa y viva

como el plumaje oscuro de un Ángel

cuyas alas tapan el día

la noche pierde las mediocres calles.

(43)

En estas líneas, la figura de la noche adopta un aspecto imponente y venerable. La comparación la asemeja a un ángel de alas gigantes, responsable de ocultar la luz del día y de ‘perder las calles’, expresión que alude al hecho de que no se vean por la oscuridad.

La Noche de San Juan

Resumen

En esta ocasión, el yo lírico describe la celebración de la Noche de San Juan, fiesta en la que las personas encienden hogueras durante la noche. El cielo repleto de estrellas, la sombra del cielo y las luces de las hogueras recuerdan que, un día, el barrio no existía, y todo era campo.

Análisis

La Noche de San Juan es una celebración cristiana realizada el 24 de junio. En ella se festeja el nacimiento de Juan Bautista, un importante profeta de la tradición judeocristiana. En realidad, el origen de esta tradición se vincula a las fiestas paganas en las que se celebraba, en el hemisferio norte, el solsticio de verano, fecha a partir de la cual las noches comienzan a ser cada vez más largas, hasta la llegada del invierno. En estas fiestas, era común que las personas se juntaran a encender hogueras con el objetivo de darle más fuerza al sol. Si bien Argentina pertenece al hemisferio sur, por lo que no es el solsticio de verano el que se celebra, sino el de invierno, aún se realizaba esta tradición en el territorio de Buenos Aires durante las primeras décadas del siglo XX. Al día de hoy, solo se mantiene en otras provincias de la Argentina, sobre todo en el norte.

Ahora bien, interesado como estaba en las distintas formas de experimentar el tiempo, es entendible que una celebración anual de esta índole le haya resultado especialmente atractiva al joven Borges. De hecho, este tipo de tradiciones se sustentan en una concepción del tiempo cíclica, que al autor le resultaba particularmente interesante, tal como lo ejemplifica este poema y, también, “Final de año”, analizado con anterioridad.

El interés de Borges en esta celebración se pronuncia aún más si consideramos el efecto estético que una numerosa cantidad de hogueras puede producir durante la noche de un tranquilo barrio porteño. Tal interés se revela en la belleza de las imágenes con las que este poema retrata los movimientos de las llamas que se alzan en la calle, recurriendo para ello a toda una serie de personificaciones e imágenes sensoriales:

Rojos chisporrotean

los remolinos de las bruscas hogueras;

leña sacrificada

que se desangra en altas llamaradas.

(44)

Como vemos, la descripción de las hogueras, cuyas llamas se asemejan a la sangre, se orienta a presentarlas como seres vivos que están siendo sacrificados.

Por otro lado, las imágenes evocan recuerdos del pasado en la voz poética, que rememora aquellos tiempos en los que el barrio aún era parte del campo, puesto que todavía no se había industrializado: “Hoy las calles recuerdan/ que fueron campo un día” (44).

A la personificación de las calles y las hogueras se le suma la de la soledad de quien contempla la celebración nocturna: “Toda la santa noche la soledad rezando/ su rosario de estrellas desparramadas” (44). En estos dos últimos versos se presenta una asociación metafórica entre las estrellas del cielo y las cuentas de un rosario, en la que el yo lírico, que observa y cuenta los astros, se asemeja al devoto que reza el rosario. De este modo, la metáfora se orienta a retratar el barrio, transmitiendo la sensación de espiritualidad que acompaña la celebración de la Noche de San Juan.

Cercanías

Resumen

El poeta, que solo cuenta con su propia compañía, describe imágenes y sitios que le transmiten ternura y emotividad, como los patios, las alcobas y las calles silenciosas de los arrabales.

Análisis

Este texto temprano de Borges presenta un procedimiento retórico cuya reiteración a lo largo de su obra se volverá con el tiempo una característica distintiva de su estilo: la enumeración. Este procedimiento consiste en una sucesión de términos vinculados entre sí mediante conjunciones u otros signos de puntuación. En este caso, la mayor parte del poema presenta una sucesión de imágenes y elementos propios del barrio arrabalero, como “Los patios”, “Las ventanas con reja” y “Las encrucijadas oscuras” (45) que forman las calles.

Algunas de estas enumeraciones incluyen símiles, como la calle que, de tan conocida, “se vuelve familiar como una lámpara”. Aquí, la comparación pretende presentar la calle como un objeto cuya vista se ha hecho una costumbre, al igual que cualquier objeto de la casa.

Otras enumeraciones integran metáforas, como la de “Las alcobas profundas/ donde arde en quieta llama la caoba” (45). En este caso, el color rojizo de la caoba, un valioso tipo de madera, se representa bajo la metáfora de ‘la llama’.

Los últimos tres versos del poema hacen explícito el motivo de toda la numeración anterior, articulando en su explicación los temas principales de “La soledad”, “La nostalgia” y “El arrabal”: “He nombrado los sitios/ donde se desparrama la ternura/ y estoy solo y conmigo” (45).

Nuevamente, el yo poético versa nostálgica y cariñosamente acerca del arrabal, ese lugar que se ha vuelto parte de su propia identidad. Recordemos, en este punto, los versos con los que se inicia Fervor de Buenos Aires: “Las calles de Buenos Aires/ ya son mi entraña” (“Las calles”, 17). Ahora bien, estas reflexiones son posibles gracias a la soledad que experimenta el yo poético en su tránsito por el barrio; una soledad que no se presenta como algo negativo; no es algo que esta voz poética padezca. Por el contrario, es el carácter solitario de su paseo el que habilita una instancia de intimidad con el entorno, el que permite esa ‘cercanía’ a la que alude el título del poema. El oxímoron ‘estoy solo y conmigo’ apunta a pronunciar esa sensación de soledad íntima y acogedora de quien se siente a gusto en su entorno.

Sábados

Resumen

En la noche oscura, el yo poético le canta a la mujer a la que ama. Describe la transformación de sus sentimientos desde el momento en que se percata de su belleza hasta el enamoramiento final. También menciona la cantidad de hombres que se pierden de contemplar su inmensa hermosura. El poema deja entrever que ese amor puede no ser del todo correspondido, aunque no ofrece mayores explicaciones al respecto.

Análisis

Junto a “Despedida”, “Ausencia” y “Trofeo”, este poema es uno de los pocos títulos de la selección en el que se tematiza explícitamente el tópico del amor. El poema está dedicado a “C. G.” (46), Concepción Guerrero, según la crítica, íntima amiga y pareja de Borges durante los años de su juventud. Vale decir que la relación entre los jóvenes no había sido aprobada por la madre de Guerrero, por lo que sus encuentros se realizaron a escondidas durante los primeros tiempos. Esta situación, quizás anecdótica, resulta importante a la hora de interpretar el tono nostálgico que atraviesa todo el poema.

“Sábados” es el único poema de Fervor... que se encuentra dividido en secciones a través del uso de asteriscos en línea, signo que suele utilizarse para dar cuenta de una elipsis o pausa intencional dentro de un texto.

En la primera de estas secciones, el yo poético canta a la hermosura de la mujer amada; una belleza que pasa desapercibida en la noche de la ciudad: “una honda ciudad ciega/ de hombres que no te vieron” (46). Como vemos, al tópico del amor se le suma el de la ciudad, recurrente en casi todo el poemario. Aquí se trata de una urbe ‘honda’, modo de dar cuenta de la oscuridad de la noche, y ‘ciega’, sinécdoque del todo por la parte que refiere, en realidad, al hecho de que los hombres no se aperciben de la hermosura de la joven.

La segunda sección prosigue en sus alabanzas a la belleza de la amada, al tiempo que la ubica en el lugar de proveedora de felicidad: “Está en ti la ventura/ como la primavera en la hoja nueva”. Mediante el uso de la comparación, el yo poético expresa que la dicha puede encontrarse en ella, del mismo modo en que uno reconoce que se encuentra en primavera con solo ver los brotes que nacen de los árboles. Luego se identifica a sí mismo con su deseo de estar con ella, despojándose de cualquier otra característica subjetiva e identitaria: “Ya casi no soy nadie,/ soy tan sólo ese anhelo” (46).

La sección siguiente presenta un aspecto más desdichado de su vínculo: “En la sala severa/ se buscan como ciegos nuestras dos soledades”. Sobre estos versos caben destacar dos cuestiones: en un principio, la personificación del carácter solitario de ambos enamorados que, pese al mutuo sentimiento, no se transforma en una sensación de compañía. Pero además, estos dos solitarios ‘se buscan como ciegos’, expresión que alude a lo estéril de la búsqueda, a la imposibilidad de un encuentro.

Finalmente, la última sección consta de solo tres versos. El primero es un pronombre, “Tú”, lo que enfatiza el carácter de interpelación de este poema, en el que el yo poético se dirige directamente a la amada para expresarle sus sentimientos: “Qué ayer sólo eras toda la hermosura/ eres también todo el amor, ahora” (46). Su declaración de amor termina de pronunciarse con estas palabras, en las que afirma un pasado en el que era apreciada por su belleza, pero que se diferencia del presente en el que, además, se ha transformado en la persona amada, dando cuenta de un sentimiento aún más profundo.

Trofeo

Resumen

El yo poético le habla a una mujer hermosa que ha conocido rememorando el bello día compartido. Sin embargo, luego de despedirse, su felicidad comienza a desaparecer, ya que adquiere conciencia de que solo quedarán unos pocos recuerdos de todo lo pasado juntos.

Análisis

Este poema transmite una mirada nostálgica ante el recuerdo feliz y reciente de haber pasado un día en compañía de la persona amada. Para ello, compara el tiempo compartido con la experiencia de pasar un hermoso día de playa:

Como quien recorre una costa

maravillado de la muchedumbre del mar

(...)

yo fui el espectador de tu hermosura

durante un largo día.

(47)

Sin embargo, la noche llega y, con ella, la cita termina. La dicha se transforma paulatinamente en pena y una “gradual soledad” se apodera del enamorado. Ahora, la nostalgia por el tiempo compartido se refleja en “la calle cuyos rostros aún te conocen” (47), espacio que transita el amante mientras lamenta encontrarse solo nuevamente. La personificación con la que se describe la calle por la que han caminado durante el día -esos ‘rostros’ que la ‘conocen’- tiene como objetivo presentarla como el único testigo del amor de los amantes.

Finalmente, el yo poético explica el motivo de su tristeza: “de tan noble acopio de memorias/ perdurarán escasamente una o dos” (47). De este modo, los temas de “El tiempo” y “La nostalgia” se resignifican en este poema a partir de la angustia ante la inevitable fuerza del tiempo, que lleva a todo recuerdo hermoso a caer irremediablemente en el olvido.