Prólogos
Antonio Cajero anota el hecho de que «no es común que un libro de poesía inicie con un prólogo, y menos autógrafo».[22] Pero desde su primera aparición, este primer poemario de Borges contaba con un texto titulado «A quien leyere». En la edición de 1923 esto consta de ocho párrafos, de los cuales solo permanece el párrafo octavo en todas las ediciones a partir de la de Poemas (1922-1943) de 1943.[23] Además hay prólogos del 29 de agosto de 1964,[24] del 18 de agosto de 1969 y de 1974,[25] todos en Buenos Aires. Borges reafirma en el prólogo escrito en 1969 su devoción nunca desmentida por Schopenhauer, y en muchas ocasiones posteriores autocaricaturiza la actitud de esos años, definiéndola como buscadora de atardeceres, arrabales y desventuras.[2]
Contenido
1923
La primera edición «constaba de cuarenta y seis poemas, precedidos de una "prefación" en que se propugnaban» las convicciones poéticas del joven Borges «a la par que consideraciones sobre la "esencia" y la "hechura" de sus versos».[26]
El contenido de la primera edición era: «A quien leyere» (preface), «Las calles», «La Recoleta», «Calle desconocida», «El Jardín Botánico», «Música patria», «La Plaza San Martín», El truco, Final del año, Ciudad, Hallazgo, Un patio, Barrio reconquistado, Vanilocuencia, Villa Urquiza, Sala vacía, Inscripción sepulcral (Para el coronel Don Isidoro Suárez, mi bisabuelo), Rosas, Arrabal, Remordimiento por cualquier defunción, Jardín, Inscripción en cualquier sepulcro, Dictamen, La vuelta, La guitarra, Resplandor, Amanecer, El Sur, Carnicería, Alquimia, Benarés, Alba desdibujada, Judería, Ausencia, Llaneza, Llamarada, Caminata, La noche de San Juan, Sábados, Cercanías, Caña de ámbar, Inscripción sepulcral (Para el coronel don Francisco Borges, mi abuelo), Trofeo, Forjadura, Atardeceres, Despedida.[27]
1943
El contenido de la edición de 1943 (como parte de Poemas: 1922-1943 [Buenos Aires: Losada, 1943. 181 pp.]) era: A quien leyere, Las calles, La Recoleta, Calle desconocida, El Jardín Botánico, La Plaza San Martín, El truco, Final del año, Un patio, Barrio reconquistado, Vanilocuencia, Villa Urquiza, Sala vacía, Inscripción sepulcral [Dilató su valor...], Rosas, Arrabal, Remordimiento por cualquier defunción, Jardín, Inscripción en cualquier sepulcro, La vuelta, La guitarra, Último resplandor, Amanecer, El sur, Carnicería, Alquimia, Benarés, Judengasse, Ausencia, Llaneza, Caminata, La noche de San Juan, Sábados, Trofeo, Forjadura, Atardeceres, Campos atardecidos, Despedida.[28]
Así que había sacado los siguientes poemas: «Música patria», «Ciudad», «Hallazgo», «Dictamen», «Alba desdibujada», «Llamarada», «Cercanías», «Caña de ámbar», y «Inscripción sepulcral (Para el coronel don Francisco Borges, mi abuelo)». Además se cambiaron los títulos de «Inscripción sepulcral (Para el coronel Don Isidoro Suárez, mi bisabuelo)» (a «Inscripción sepulcral [Dilató su valor...]»), «Resplandor» (a «Último resplandor»), y «Judería» (a «Judengasse»). Y se había añadido el poema «Campos atardecidos».
1969
El libro fue reescrito de forma radical en 1969 y republicado... con un prefacio que negaba el hecho de que hubiera sido reescrito.[29] Pero por ejemplo, la versión de 1969 incluye el poema «Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922» que solo había aparecido por primera vez en La Nación el 14 de agosto de 1966.[29]
Ahora el libro consta de treinta y tres poemas: «Afterglow», «Amanecer», «Arrabal», «Atardeceres», «Ausencia», Barrio recuperado, Benarés, Calle desconocida, Caminata, Campos atardecidos, Carnicería, Cercanías, Despedida, El Sur, El truco, Final de año, Inscripción en cualquier sepulcro, Inscripción sepulcral, Jardín, La noche de San Juan, La plaza San Martín, La Recoleta, La rosa, La vuelta, Las calles, Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922, Llaneza, Remordimiento por cualquier muerte, Rosas, Sábados, Sala vacía, Trofeo y Un patio.
Temas y estilo
La temática de los poemas está relacionada con Buenos Aires, con sus personajes, sus calles y sus características.
Los poemas son en verso libre y están en primera persona del singular y a veces del plural, que demuestran una gran unidad desde los puntos de vista de la voz, tono, léxico y de la temática. Así se dejan fácilmente atribuir a un mismo sujeto lírico, quien se manifiesta como un paseante fervoroso de Buenos Aires, cuyos espacios, emblemáticos o desconocidos, públicos o privados, evocan sucesivamente a la par sucesos o circunstancias personales y familiares.[30]