El nadador

El nadador Citas y Análisis

Era uno de esos domingos de mediados del verano, cuando todos se sientan y comentan:

–Anoche bebí demasiado.

Narrador

El comienzo de "El nadador" ilustra el penetrante poder descriptivo de la prosa de John Cheever. Refiriéndose a "uno de esos domingos", el narrador obliga a los lectores a identificarse con una cosmovisión y un estilo de vida específicos, asumiendo que ellos saben cómo es realmente uno de esos domingos, al mismo tiempo que revela la naturalización de los personajes de este estilo de vida y, específicamente, de su relación con el alcohol.

Con esta frase, además, se introduce el motivo del alcohol, que recorrerá todo el cuento, ya en la primera línea.

Neddy era un hombre enjuto que parecía conservar aún la peculiar esbeltez de la juventud, y, aunque los días de su adolescencia quedaban ya muy lejos, aquella mañana se había deslizado por el pasamanos de la escalera, y en su camino hacia el olor a café que salía del comedor, había dado un sonoro beso en la broncínea espalda a la Afrodita del vestíbulo. Podría habérselo comparado con un día de verano, en especial con las últimas horas de uno de ellos, y aunque le faltase una raqueta de tenis o una vela hinchada por el viento, la impresión era, decididamente, de juventud, de vida deportiva y de buen tiempo.

Narrador

Luego de una vívida introducción de la vida en los suburbios neoyorkinos, el narrador nos presenta al protagonista con estas palabras. Ned parece ser un ciudadano modelo de esta comunidad próspera y empapada de alcohol. Reclinado al lado de la piscina de sus vecinos, Neddy Merrill está lleno de energía juvenil, al punto de que el narrador establece esta curiosa comparación entre el personaje y un día de verano. La aclaración de que se parece especialmente a las últimas horas de un día de verano puede leerse como una anticipación de lo que vendrá después: mientras el clima de verano empiece a tornarse más bien otoñal, el personaje se sentirá cada vez más débil y cansado.

Volver a casa siguiendo un camino diferente le infundía la sensación de que era un peregrino, un explorador, un hombre que tenía un destino; y además sabía que a lo largo del camino hallaría amigos: los amigos guarnecerían las orillas del río Lucinda.

Narrador

Esta cita desarrolla dos rasgos centrales del carácter de Neddy: la imagen inflada que tiene de sí mismo, por un lado, y el valor que le da al estatus social y la estima de los demás, por el otro. En un mundo suburbano definido por reglas y hábitos rígidos, el simple hecho de elegir una ruta diferente a casa es suficiente para que Neddy se vea a sí mismo como un valiente explorador que ha hallado su destino. Lo hiperbólico de la idea no da cuenta, sin embargo, de ningún rasgo de humor o ironía en su pensamiento.

También es curiosa su expectativa de que, a lo largo del camino, sus amigos estarán esperándolo, presumiblemente para saludarlo y animarlo. Lejos de tratarse de un detalle, esta fantasía revela la motivación central de Neddy para emprender esta aventura; queda claro que al protagonista le importa mucho la validación de sus pares. Esta, además de la sensación de acercarse a un propósito grandioso, es la razón principal del extraño viaje del protagonista.

No era una brazada útil para las distancias largas, pero la domesticación de la natación había impuesto ciertas costumbres a este deporte, y en el rincón del mundo al que él pertenecía, el estilo crol era usual. Parecía que verse abrazado y sostenido por el agua verde claro era no tanto un placer como la recuperación de una condición natural, y él habría deseado nadar sin pantaloncitos, pero en vista de su propio proyecto eso no era posible.

Narrador

Esta cita ejemplifica cómo Ned se ve profundamente atravesado por las arbitrarias y frívolas normas sociales de las que parecería querer escapar al emprender un trayecto original hasta su casa. A pesar de que el crol no es el estilo más funcional, es el que Ned implementará, porque así se estila. Asimismo, aunque le gustaría nadar desnudo, entiende perfectamente que eso sería imposible.

Neddy comprendió entonces que, como cualquier explorador, necesitaría hacer uso de toda su diplomacia para conseguir que la hospitalidad y las costumbres de los nativos no le impidieran llegar a su destino.

Narrador

El narrador, desde el punto de vista de Neddy, vuelve a ejemplificar en este pasaje la imagen inflada que tiene el personaje de sí mismo y del viaje que emprende de regreso a casa, a la vez que pone otra vez la ironía en el centro a través de la comparación entre el recorrido del protagonista y la aventura de un peregrino.

¿Por qué le agradaban las tormentas? ¿Qué sentido tenía su excitación cuando la puerta se abría bruscamente y el viento de lluvia se abalanzaba impetuoso escaleras arriba? ¿Por qué la sencilla tarea de cerrar las ventanas de una vieja casa parecía apropiada y urgente? ¿Por qué las primeras notas cristalinas de un viento de tormenta tenían para él el sonido inequívoco de las buenas nuevas, una sugerencia de alegría y buen ánimo?

Narrador

Esta es una de las únicas líneas en "El nadador" que nos permiten acceder a la vida interior de Neddy. Conocer esta atracción de Neddy por las tormentas, que no responde más que a la sensación de excitación y urgencia que le provocan, nos permite identificarnos en algún punto con un personaje que se nos presente en general obtuso e, incluso, patético.

¿Le fallaba la memoria o la tenía tan disciplinada contra los sucesos desagradables que llegaba a falsear la realidad? A lo lejos oyó que alguien jugaba un partido de tenis. Aquello lo animó, disipando todas sus aprensiones, y permitiéndole enfrentarse con indiferencia al cielo oscurecido y al aire frío. Aquel era el día en que Neddy Merrill iba a atravesar a nado el condado. ¡Aquel día, precisamente! De inmediato inició la etapa más difícil de su viaje.

Narrador

La ausencia de los Welcher en la casa vuelve a poner de relieve el tema de la memoria: Neddy recuerda haber rechazado su última invitación a cenar apenas una semana atrás, pero dada la situación de la casa, eso es imposible. Entonces el protagonista se hace la pregunta aquí citada.

Este pasaje es muy interesante porque, por un lado, no solo sugiere el efectivo proceso de negación del protagonista, sino también su propia conciencia de que tal negación está operando en sí mismo. Por otra parte, el hecho de que escuchar un partido de tenis a lo lejos disipe de inmediato sus preocupaciones y le permita "enfrentarse con indiferencia al cielo oscurecido y al aire frío" parece responder, justamente, a la pregunta que se hace Ned unas líneas atrás: en efecto, él parece muy bien disciplinado para hacer caso omiso de los hechos desagradables.

El amor —en realidad, el combate sexual— era el supremo elixir, el gran anestésico, la píldora de vivo color que renovaría la primavera de su andar, la alegría de la vida en su corazón.

Narrador

Esta es la única instancia en la que el narrador habla sobre el amor y el sexo, aunque estos temas acechan bajo la superficie a lo largo del texto. En ese momento, Neddy está a punto de pasar por la piscina de su ex-amante, Shirley Adams, y espera sentirse rejuvenecido por la experiencia. El sexo y la juventud están aquí vinculados: el concepto de sexo como "supremo elixir" evoca la fábula de un elixir de vida que promete juventud eterna.

Sin embargo, las expectativas del protagonista se ven frustradas cuando Shirley lo rechaza, arguyendo que está acompañada. Lo que es peor, cuando Neddy se aleja nadando a través de la piscina de Shirley, reconoce que un hombre más joven lo ha reemplazado.

Ned se tiró al agua e hizo un largo, pero cuando intentó alzarse hasta el borde para salir de la piscina, descubrió que sus brazos y sus hombros no tenían fuerza; llegó como pudo a la escalerilla y salió del agua. Al mirar por encima del hombro, vio a un hombre joven en los vestuarios iluminados. Al cruzar el césped —ya se había hecho completamente de noche— le llegó un aroma de crisantemos o de caléndulas, decididamente otoñal, y tan intenso como el olor a gasolina. Levantó la vista y comprobó que habían salido las estrellas, pero ¿por qué tenía la impresión de ver Andrómeda, Cefeo y Casiopea? ¿Qué se había hecho de las constelaciones de pleno verano? Ned se echó a llorar.

Narrador

El infructuoso encuentro con Shirley, su ex amante, constituye un punto de inflexión en el viaje de Neddy. El protagonista llega esperando que este encuentro lo vigorice, pero Shirley lo trata con desprecio, acompañada como está por un hombre más joven que él. Así, no es casual que saliendo de la piscina de ella, Ned reconozca que ya no tiene fuerza para salir por sus propios medios y deba utilizar la escalerilla para hacerlo. Además, es tras dejar la casa de Shirley que se hace finalmente de noche y que las señales del otoño son definitivas: el olor de las caléndulas y las constelaciones en el cielo ya no dejan lugar a dudas. Es entonces que Neddy se echa a llorar.

Alguien que hubiese salido a pasear en coche aquella tarde de domingo podría haberlo visto, casi desnudo, en la cuneta de la autopista 424, esperando una oportunidad para cruzar al otro lado. Podría habérsele creído la víctima de alguna apuesta insensata, o una persona a quien se le ha estropeado el coche, o, simplemente, un chiflado.

Narrador

Este es uno de los pocos pasajes en que el narrador se aleja del punto de vista de Neddy, y la imagen, explícitamente externa ("Alguien que hubiese salido a pasear en coche aquella tarde de domingo podría haberlo visto..."), nos muestra que ese hombre que se ve a sí mismo jovial, vigoroso, perfectamente amoldado a la sociedad y emprendiendo una aventura original parece más bien un lunático semidesnudo perdido frente a la autopista.