Divinas palabras

Divinas palabras Resumen y Análisis Jornada Segunda, Escenas VI-X

Resumen

Escena sexta

Esta escena sucede dentro de la casa de Pedro Gailo durante la madrugada. Pedro Gailo, con un cuchillo en la mano, grita que ha de vengarse de su mujer asesinándola. Sus gritos despiertan a Simoniña, la hija que tiene con Mari-Gaila. Ella lo acusa de ser un borrachón y le pide que se vaya a dormir. Sin embargo, él insiste con la idea de matar a Mari-Gaila apenas esta aparezca en la casa, hasta que, repentinamente, se calma y, cambiando de tono, intenta seducir a su hija. Simoniña lo manda a la cama. La escena termina con los gritos de su padre reclamando su compañía.

Escena séptima

Nuevamente volvemos a las ferias de Viana del Prior. El grupo de mendigos y rufianes se halla reunido a las afueras de una posada. Están bebiendo. La Tatula quedó como responsable de cuidar al Idiota, a quien comienzan a darle de beber para que haga distintas payasadas. Finalmente, lo hacen beber tanto que el Idiota fallece.

Mientras discuten qué hacer con el cadáver, regresa Mari-Gaila de su encuentro con Séptimo Miau. Le informan de la muerte del Idiota. Mari-Gaila afirma que el 7 de espadas que encontró, entonces, era un aviso de esta tragedia. Luego se lamenta porque deberá caminar toda la noche llevando el carromato hasta su casa.

Escena octava

En medio de la noche, Mari-Gaila avanza con el carromato por un camino lleno de maizales. Allí se encuentra con el diablo, a quien se lo llama El Cabrío. Mari-Gaila intenta conjurar su presencia, pero no surte efecto. El Cabrío le recuerda que esa noche ya estuvieron juntos, que él fue su negro. Mientras ella sigue recitando oraciones para conjurarlo, la escenografía cambia mágicamente: aparece una iglesia que echa humo rojo por la chimenea, brujas danzando. El Cabrío le pregunta a Mari-Gaila por qué simula no conocerlo.

Finalmente, El Cabrío se ofrece a ayudarla con el carromato. Ella acepta y, entonces, comienzan a volar a toda velocidad mientras El Cabrío la toca por debajo de la falda. En un momento, Mari-Gaila se desvanece y cae junto a su carromato y el Idiota en la puerta de su casa.

Escena novena

Nuevamente, la casa de Pedro Gailo. Mari-Gaila toca la puerta; se queja porque tardan en abrirle. Cuando entra discute con Pedro Gailo, quien le dice que debería matarla por haberlo engañado. Sin embargo, la discusión termina pronto cuando ella le informa acerca de la muerte del Idiota. Se ponen de acuerdo en que deben informarle el suceso a Marica del Reino, y que el mejor modo de hacerlo es que Simoniña lleve el carromato hasta la casa de esta por la noche, a escondidas, y lo deje en la puerta. Simoniña obedece.

Escena décima

Es de día. Marica del Reino sale de su casa, y no solo se encuentra con el carromato y el Idiota muerto, sino que los cerdos devoraron durante la noche la cara del cadáver y sus manos. Salen distintos vecinos. Se discute acerca de la causa de muerte del Idiota: ¿lo mataron los cerdos? ¿Por qué no gritó? ¿Ya estaba muerto desde antes? Con ese misterio termina la segunda jornada.

Análisis

Con el avance de la trama, los personajes se vuelven cada vez más bestiales, y las escenas, por lo tanto, más terribles. De todos modos, Valle-Inclán no abandona en ningún momento el tono de comedia.

En la escena sexta, tres pecados capitales aparecen combinados en la figura de Pedro Gailo, el sacristán, representante religioso de la obra: la gula —Pedro Gailo está totalmente borracho—, la ira —pretende asesinar a su mujer por su traición— y la lujuria, en su forma más pecaminosa —Pedro Gailo intenta tener relaciones sexuales con su hija—. Por supuesto, esta escena terrible está llena de comicidad. El lenguaje religioso que utiliza el sacristán para maldecir a Mari-Gaila contrasta con el modo llano y directo con en el que su hija lo acusa de borracho y lo manda a dormir:

Pedro Gailo: ¡De la mujer se revira la serpiente! ¡Vaya si se revira! ¡La serpiente de las siete cabezas! (…)

Simoniña: “¡Ande a dormir, borrachón!

(p. 77).

El efecto cómico también se impone cuando Pedro Gailo intenta seducir a su hija halagándole las piernas. Simoniña, en lugar de horrorizarse por la lujuria de su padre, responde al halago afirmando que en realidad ella es toda “repolluda”, y que, por lo tanto, sus piernas son gordas. Por otro lado, vemos en estas líneas reaparecer el número 7, esta vez haciendo alusión a la bestia de siete cabezas que aparece en el Apocalipsis de la Biblia, es decir, Satanás.

En la escena séptima, el alcohol, elemento que atraviesa toda la obra, constitutivo de la decadencia y la inmoralidad de los personajes (todos se la pasan bebiendo todo el tiempo), mata al Idiota. Por supuesto, el Idiota no se sirve solo; son los farandules quienes satisfacen su gula sirviéndole aguardiente una y otra vez, sin importarles las lógicas consecuencias. Es decir, los farandules lo matan con su irresponsabilidad y falta de sentido común. La tragedia de la muerte se convierte en algo cómico inmediatamente, cuando comienza la discusión acerca de si se lo debe enterrar propiamente, de manera sagrada, o debajo de un limonero. Además, ¿quién va a pagar por el entierro, en tal caso? La muerte ya no importa; importan sus consecuencias inmediatas, importa seguir sobreviviendo. En esta escena vuelve a aparecer el número 7 cuando Mari-Gaila afirma que el naipe que encontró, en realidad, era premonitorio de la muerte del Idiota.

Tras estas escenas, que describen terribles bajezas, Valle-Inclán introduce a Satanás como personaje. Hasta la llegada de la octava escena, la obra apela a lo fantástico solamente en los bailes de Coimbra y en el pajarito de Séptimo Miau que entrega mensajes de la suerte. La octava escena de la segunda jornada se distingue por ser la única que pertenece plenamente al género fantástico. Satanás (a quien se lo llama "El Cabrío") lleva por los aires a Mari-Gaila junto a su carromato mientras la toca por debajo de la falda. La lujuria llega a su punto máximo. Mari-Gaila peca junto al gran pecador, El Cabrío, que, como se descubre en esta escena, no es más ni menos que Séptimo Miau.

En el final de esta jornada segunda, cuando Marica del Reino encuentra al Idiota muerto y devorado por los cerdos, se llega al clímax de la obra. Todos los elementos que constituían el nudo ya alcanzaron su punto más dramático: Mari-Gaila tuvo relaciones sexuales con Séptimo Miau, su marido lo sabe y ella no lo niega. Pedro Gailo, pese a todas sus amenazas, finalmente es incapaz de matarla. El Idiota ya está muerto y todos lo saben: el conflicto de la posesión del carromato terminó.

Es interesante destacar que, pese al constante rupturismo de Valle-Inclán, Divinas palabras responde a la estructura clásica del teatro. La jornada primera (equivalente al primer acto) nos presenta a los personajes, nos muestra cómo viven y, sobre el final de la misma, aparece el conflicto: la muerte de La Reina y el consecuente conflicto por la posesión del carromato y el Idiota. En la jornada segunda, equivalente al segundo acto, el conflicto crece; se suma la tensión por la unión pecaminosa entre Mari-Gaila y Séptimo Miau, hasta llegar al recién descrito clímax. La jornada tercera, equivalente al tercer acto, está dedicada, como en toda obra clásica, al desenlace.