Chac Mool

Chac Mool Resumen y Análisis Segunda parte

Resumen

El relato de Filiberto continúa el día siguiente de haber adquirido el Chac Mool. Ese día, la tubería de su casa se descompone, haciendo filtrar agua que llega hasta el sótano, donde se ubican la estatua y sus maletas de viaje. Un plomero arregla la tubería, pero las maletas quedan estropeadas, y al Chac Mool se le forma lama en su base.

Filiberto empieza a escuchar lamentos y gemidos por las noches. Primero piensa que es su imaginación, pero a medida que los gemidos continúan, se pone nervioso, sin saber a qué atribuirlos. La tubería se vuelve a descomponer y Filiberto se desespera. Acusa al Departamento del Distrito Federal de que las lluvias se filtren en su sótano. Los gemidos cesan, pero el Chac Mool ahora está cubierto por completo de lama.

Filiberto intenta quitar el musgo de la estatua con mucha dificultad. Se pasa todo el día en aquella labor y, ya de noche, en la oscuridad, toca la estatua y la siente blanda, como si fuera una pasta. Piensa que el mercader de la Lagunilla lo timó con una escultura de yeso que se está arruinando con el agua. Le deja puesto unos trapos que al día siguiente encuentra en el suelo. El Chac Mool se ha endurecido, pero la piedra tiene la contextura de la carne. Esa noche, observa que el Chac Mool tiene vello en los brazos. Filiberto reconoce que empieza a equivocarse en el trabajo: tergiversa asuntos, gira una orden no autorizada y se muestra descortés con sus compañeros. Decide ir a un médico para saber si está delirando y resuelve deshacerse del Chac Mool.

Pepe vuelve a tomar la voz del cuento para remarcar que, hasta aquí, la escritura de Filiberto era la que él reconocía como la de su compañero de trabajo. Pero las siguientes entradas del cartapacio parecen escritas por otra persona. La letra es por momentos aniñada, nerviosa e inteligible. Después de tres días sin anotaciones, el relato continúa con una reflexión de Filiberto sobre qué es lo real. Él todavía cree que está imaginando cuando ve que el Chac Mool ha empezado a tomar un color amarillo, casi dorado, que parece indicarle que es un Dios.

Una noche, Filiberto se despierta agitado, convencido de que hay otra respiración y otro latido cerca de él. Aunque escucha pasos en la escalera, intenta dormir. Cuando vuelve a abrir los ojos, el cuarto huele a “horror, a incienso y sangre” (p.9). En la oscuridad, ve dos orificios de luz parpadeantes. Enciende la luz y se encuentra con Chac Mool, erguido y sonriente, que avanza sobre su cama mientras empieza a llover.

Análisis

En esta parte de la historia observamos cómo se realiza la transformación de la figura de Chac Mool, que pasa de ser un objeto de piedra a una entidad viva, terrible y divinal. En paralelo, presenciamos el deterioro del protagonista, que empieza a dudar de lo que ve y lo que presiente, hasta que, en un momento, llega a un punto de inflexión, donde su escritura –de acuerdo a lo que observa Pepe– delata una crisis de identidad en el personaje, que se relaciona con la pérdida de la razón y con el sometimiento al poder del Chac Mool.

El agua se hace presente enseguida como el elemento que le otorga vitalidad a la estatua indígena. Al principio, Filiberto no reconoce que se trata de la influencia de esta figura ritual vinculada al dios de la lluvia, sino que asocia la inundación de su casa a un problema de la cañería y de la mala filtración de las lluvias, producto de una negligencia institucional. Primero están las explicaciones racionales de lo que está ocurriendo, pero Filiberto empieza a percibir que hay algo del orden de lo inexplicable en torno de Chac Mool. Es interesante marcar, en este punto, que lo primero que hace Chac Mool para dominar a Filiberto es apropiarse paulatinamente de su casa. Y esto lo hace, inicialmente, deteriorando sus pertenencias y su entorno con el agua, agente de dominación e invasión.

El sentido del tacto también cobra importancia para la conversión de la estatua de piedra en figura humana. El primer quiebre en las expectativas racionales de Filiberto ocurre cuando el Chac Mool se cubre de musgo, contradiciendo lo que había dicho cuando se empezó a inundar su casa: “el Chac Mool resiste la humedad” (p.7). La lama es solo el inicio de un proceso de vivificación de la estatua que continúa con un reblandecimiento de la piedra, que pasa a tener “algo de la textura de la carne” (p.8). El Chac Mool se va convirtiendo en humano, pero también en un Dios, lo que se representa en la adopción de un color amarillo, casi dorado. Cuando el Chac Mool asciende del sótano a la habitación de Filiberto, lugar de intimidad y de descanso, mostrándose como una figura humana y divina ante su cama, también aparece la imagen sensorial olfativa, por el olor que emana a incienso y sangre; es decir, a ritual de sacrificio. Además, empieza a llover, indicio de que los poderes acuáticos de la estatua están activos.

Filiberto no cree en lo que oye, ve, toca y huele. Comienza a percatarse de que la presencia de Chac Mool ha alterado su casa, su trabajo, sus relaciones y su conciencia. Se convence de que debe estar imaginando o delirando, y se propone acudir a un médico y deshacerse de la estatua. Esto está registrado en su cartapacio, pero la siguiente entrada del diario, según nos hace notar el narrador del relato-marco, indica que ha habido un cambio en Filiberto para peor. Ya no es el mismo de antes, lo que se manifiesta en su letra manuscrita: “La entrada del 25 de agosto parecía escrita por otra persona. A veces como niño, separando trabajosamente cada letra; otras, nerviosa, hasta diluirse en lo ininteligible” (ibid.). Pepe señala este cambio como un síntoma de la conversión a la locura de Filiberto, hipótesis que no se puede descartar del todo, aunque sabemos que el propio Filiberto está dudando del sentido de lo que es real:

Todo es tan natural; y luego, se cree en lo real… pero esto lo es, más que lo creído por mí. Si es real un garrafón, y más porque nos damos mejor cuenta de su existencia, o estar, si un bromista pinta de rojo el agua… Real bocanada de cigarro efímera, real imagen monstruosa en un espejo de circo, reales, ¿no lo son todos los muertos, presentes y olvidados?… (p.9)

Esta reflexión insinúa que lo real puede superar lo que la conciencia puede aprehender como tal. A veces nos damos cuenta de que algo es real porque su existencia nos llama la atención, pero el límite de lo que es real y de lo que no es real, qué es imaginación y qué escapa a la comprensión humana no es del todo exacto. Esta incertidumbre, que atraviesa al personaje hasta el punto de convertirlo en otra persona, se relaciona también –como veremos– con la conexión con el pasado indígena, encarnado en la figura del Chac Mool. Aquí se insinúa en la pregunta de Filiberto sobre la realidad de aquello que está muerto o alejado en el tiempo, ya se encuentre presente en la memoria o perdido en el olvido.