Casa de muñecas

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El rol social de la mujer

Uno de los temas que vuelve singular Casa de muñecas, entre las otras piezas de Ibsen, es el del rol social de la mujer.

El personaje de Nora pone en evidencia las limitaciones que se le imponen a la mujer en una sociedad patriarcal. Al final de la obra ella enuncia haber sido, tanto para su padre como para su marido, una "muñeca" que ellos utilizaban para entretenerse. Denuncia que, por culpa de los varones que se ocuparon de su formación, ella nunca llegó a "ser" nada. Teniendo edad adulta, fue siempre tratada como una niña (de hecho, se la llama "niña" en muchos momentos de la obra).

Nora acaba rompiendo con los "deberes" que la sociedad le impone por el solo hecho de ser mujer. Por un lado, lo hace simbólicamente: se quita el disfraz que Torvaldo había elegido para ella. Por el otro, rompe con ellos materialmente: devuelve su anillo de casada y abandona su casa familiar. "Antes que nada eres esposa y madre", le reprocha Torvaldo, a lo que ella responde que su principal deber es consigo misma.

El final abierto de la obra sugiere que el conflicto no queda saldado por una sola acción, sino que la "transformación" que Nora pone como condición para volver a unirse en matrimonio es un proceso social que, de lograrse, requerirá mucho tiempo.

Las apariencias

Un tema muy relevante en la obra es el de las apariencias, ligado al de la reputación y el status social. Mantener determinado status social es lo que lleva a varios de los personajes a la desesperación: Torvaldo Helmer acusa a su esposa de criminal y de haber arruinado toda su alegría porque, de saberse el delito que ella cometió, su reputación se verá profundamente afectada. Sus preocupaciones quedan a la vista cuando dice: "en cuanto a tí y a mí, haremos como si nada hubiera cambiado. Sólo a los ojos de los demás, por supuesto". Y agrega: "Desde hoy no se trata ya de nuestra felicidad; se trata exclusivamente de salvar los restos, los despojos, las apariencias".

La caída del status social aparece, en la obra, ligada a la imagen del "hundimiento", sufrido en mayor medida por Krogstad, que incluso habla de sí mismo como un "náufrago". Es por eso que su contrapartida es la "salvación": Torvaldo exclama "¡Estoy salvado!" al saber que Krogstad dio marcha atrás con su extorsión y, por lo tanto, su reputación no corre peligro.

Cuando Nora le anuncia que va a dejarlo, Torvaldo también muestra su preocupación: "¿Y no piensas en el qué dirán?". En definitiva, los personajes principales de la obra, Nora y Torvaldo, acaban demostrando tener intereses opuestos. Mientras la preocupación principal es, para Torvaldo, conservar cierto status y reputación social, Nora prioriza la libertad y el desarrollo personal. Para perseguir su deseo, Nora debe hacer caso omiso de lo que la sociedad cataloga como "correcto" o "incorrecto", es decir, de las apariencias.

La ley

Gran parte de la trama de la obra gira alrededor del hecho de que Nora cometió un delito. La ley tiene un gran peso moral para muchos de los personajes, definiéndolos en buena medida. Torvaldo dice que el padre de Nora no era un funcionario "inatacable", y en la escena final habla de su "ligereza de principios". Torvaldo se desespera cuando ve que su reputación, hasta entonces pulcra, puede ser manchada por el delito de Nora.

Nora, por su parte, protesta cuando Krogstad la extorsiona alegando que una mujer debería tener "derecho" a salvar a su marido. Con eso refiere a que la ley debería poder perdonar su acción. Krogstad responde que "a las leyes no les importan los motivos". En relación a esto, es interesante señalar que los dos personajes que más presión ejercen sobre Nora son abogados (Torvaldo y Krogstad), es decir, trabajan en representación de la ley.

La experiencia que Nora tiene, a lo largo de la obra, en relación con la ley es parte de lo que la empuja a tomar su decisión final de abandonar la casa. Acaba diciendo que las leyes no son "lo que pensaba" y que le cuesta pensar que sean "justas". Por lo tanto, las leyes pierden el "respeto" de Nora. Hacia el final de la obra, la única ley que la protagonista quiere obedecer es a la de su propio deseo.

La salud y la enfermedad

Otro tema recurrente en la obra es el de la salud y la enfermedad. El doctor Rank padece una enfermedad mortal. Antes de comenzada la acción dramática, el padre de Nora murió por una enfermedad y Torvaldo se curó de otra. La enfermedad aparece ligada al motivo del dinero y mueve a los personajes a actuar: Nora se endeuda para curar a su marido y Cristina Linde, por su parte, se casó por dinero, ya que lo necesitaba porque su madre estaba enferma.

El tema de la salud y la enfermedad también aparece referido a la moral y a lo social. Rank cuenta que Krogstad, y otros "enfermos morales", obtienen empleos mientras que quedan "afuera los sanos". Linde reponde que "los enfermos son los más necesitados" y el doctor señala: "Es ese punto de vista el que convierte la sociedad en un hospital". En la escena final de la obra, Torvaldo acusa a Nora de "enferma" por ir en contra de los mandatos morales de la sociedad.

Las nociones de salud y enfermedad son relevantes en la obra en tanto motivan la acción de la trama, pero también por el modo en que se filtran en el pensamiento y parlamento de los personajes. Lo "sano" y lo "enfermo", en relación a lo social, podría traducirse como lo "correcto" y lo "incorrecto" en términos morales.

El cientificismo naturalista y la herencia moral

En Casa de muñecas, los personajes incorporan ciertos conocimientos de la ciencia de la época a su universo cotidiano. El discurso cientificista está conentrado en el personaje con autoridad médica (el doctor Rank), pero también se filtra en las expresiones de otros personajes. En los parlamentos de los personajes se evidencian las creencias asentadas en el siglo XIX. Una de ellas es la de la moral como algo hereditario. Este es un discurso surge de la confusa mezcla entre el discurso científico y los prejuicios morales.

En la obra, la moral aparece como algo que se hereda de padres a hijos. Torvaldo asegura que Krogstad, por haber cometido un delito, llena su hogar con mentiras, y los hijos crecen respirando "gérmenes del mal". También le dice a Nora: "Haces verdaderos milagros por conseguir dinero, y en cuanto lo obtienes, desaparece de tus manos, sin saber nunca adónde ha ido a parar. En fin, habrá que tomarte como eres. Lo llevas en la sangre. Sí, sí, Nora; no cabe la menor duda de que esas cosas son hereditarias".

Hacia el final de la obra, Torvaldo acusa a su mujer de criminal recurriendo al tema hereditario: “Debía haber presentido lo que iba a ocurrir. Con la ligereza de principios de tu padre… Tú los has heredado”. Siguiendo esa línea, teme que sus propios hijos se contaminen de la corrupción moral de su progenitora: “no te permitiré educar a los niños; no me atrevo a confiártelos”.

Por otro lado, cuando se habla de la enfermedad de Rank, se le adjudica a la lujuria que vivió su padre. Nora le explica a Cristina: "El pobre se encuentra gravemente enfermo. Padece una tuberculosis de la médula, ¿sabes?... Su padre era un hombre detestable, que tenía queridas y otras cosas peores... Debido a eso, el hijo fue enfermizo desde su niñez". Esta frase de Nora da cuenta, además, del modo en que ella adopta los razonamientos de su marido.

El honor

El tema del honor es importante en la obra. Nora espera como un "milagro" que su marido, al enterarse de todo, repare más en ella y en su gesto de amor que en la posibilidad de que su honor quede manchado. Para Torvaldo, por su parte, la puesta en peligro de su honor significa el fin de su alegría. Luego se justifica diciendo que "no hay nadie que sacrifique su honor por el ser amado”. A eso, Nora le responde: “Lo han hecho millares de mujeres”. Con esa frase, expresa que está aceptado que las mujeres pierdan su honor por su marido, pero no lo contrario. Además, alude a lo que ella misma ha hecho por él. Estas líneas pueden tomarse de referencia para un análisis feminista de la obra, dado que evidencia la desigualdad social entre varones y mujeres y enuncia la necesidad de una transformación.

La formación y las voces autorizadas

Un tema importante que aparece al final de la obra es el de la formación y las "voces autorizadas", es decir, las que representan los saberes instituidos respecto de lo social, lo científico, lo religioso, lo moral. Nora, al final de la obra, se rebela contra los saberes que toda su vida había aceptado sin discutir.

Nora dice haber sido "formada" a gusto por su padre y su esposo, adoptado sus ideas sin desarrollar las propias, y haber sido educada para divertirlos a ellos. Helmer y su padre representan la voz autorizada de la sociedad, que impone a la mujer, como rol principal, el de ser "esposa y madre". Es por esto que Nora le dice a su marido que seguramente "la mayoría de los hombres te darán la razón". También cuestiona el saber de los libros: "algo así está escrito en los libros. Pero ahora no puedo conformarme con lo que está escrito en los libros. Tengo que pensar pro mi cuenta en todo esto y tratar de comprenderlo", afirma. También dice que "no sabe" lo que es la religión, sino solo lo que le dijo su pastor, así que "cuando esté sola y libre, examinaré también este asunto. Y veré si era cierto lo que decía el pastor, o cuando menos, si era cierto para mí". A su vez, Nora afirma que "las leyes no son como yo pensaba; pero no logro comprender que estas leyes sean justas". Nora se ve en la necesidad de pensar por sí misma, para luego poder "averiguar a quién asiste la razón, si a la sociedad o a mí".