Casa de muñecas

Casa de muñecas Resumen y Análisis Acto III (Primera parte)

Resumen

Nos encontramos en la misma sala. Cristina recibe a Krogstad mientras los Helmer bailan arriba. Hablan sobre su ruptura en el pasado. Krogstad le dice que desde entonces se siente como un náufrago aferrado a una tabla. Cristina le propone entonces que sean dos náufragos aferrados a una misma tabla. Quiere formar una familia con él, y tener a quien consagrarse y para quien trabajar. Emocionado, Krogstad promete deshacer la extorsión a los Helmer, pidiendo de vuelta la carta para que Torvaldo no la lea. Cristina le dice que no, que Helmer debe enterarse de todo. Krogstad, feliz, sale.

Bajan a la sala Nora y Torvaldo. Conversan sobre el baile y Cristina sale. Torvaldo festeja que por fin quedó a solas con su mujer y avanza sobre ella. Nora se resiste. Los interrumpe la entrada de Rank. Eeste habla con entusiasmo sobre cuánto disfrutó de la fiesta y cuánto bebieron. Luego les cuenta que ya tiene resultados sobre su salud. Nora pregunta cuáles son y él asegura que son los mejores, porque se trata de la verdad. Nora pregunta de qué se disfrazará para la próxima fiesta, que es de disfraces. Rank le dice: “En el próximo baile de máscaras yo seré invisible”: se pondrá un sombrero negro, agrega, que “cuando te lo pones, ya no te ve nadie”. También dice que Nora debería ir a esa fiesta “de mascota”. Se despide, sale y echa por el buzón dos tarjetas personales, con su nombre tachado con una cruz negra. Nora le explica a Torvaldo la señal: Rank va a encerrarse a morir.


Análisis

Cristina le dice a Krogstad: “vamos a hablar”. Cristina quiere darle a Krogstad las razones de haber roto con él años atrás. Krogstad le reprocha: “¡Todo… por dinero!”. Entonces Cristina le responde que no era poca la razón, ya que debía cuidar de su familia y lo necesitaba. Nuevamente, el dinero aparece como móvil de acción. Krogstad le dice a Cristina: “Cuando la perdí, fue como si desapareciera bajo mis pies la tierra firme. Míreme ahora; soy un náufrago aferrado a una tabla”. La metáfora busca ser romántica pero llama la atención, en el contexto de la obra, su analogía con el tema económico y de status social: Krogstad no está estable sino al borde del hundimiento. De hecho, esa analogía se reafirma cuando Cristina le responde: “puede estar cerca su salvación”. Luego, Cristina recupera la metáfora y dice que ella también es “un náufrago aferrado a una tabla”, porque no tiene “nadie por quien sufrir, nadie a quien consagrarme”. Es decir, la estabilidad anhelada por Cristina se expresa en tener una familia a la que sustentar. Ese rol, en esa época, era el que habitualmente cumplían los hombres. Cristina refuerza la idea: “Krogstad, búsqueme alguien por quien poder trabajar”. Luego, cuando Cristina habla de la carta que él dejó en el buzón, Krogstad sospecha: “¿Será eso la explicación de todo? Usted quiere salvar a alguien, no vuelve por mí”. Con ese “alguien” se refiere a Nora.

Cuando aparece el matrimonio Helmer y Torvaldo describe lo sucedido en el baile, en su texto hay un presagio del cuadro final de la obra. Dice, hablando de Nora: “Cogí del brazo a mi encantadora chiquilla de Capri, una vuelta por la sala, una inclinación a cada lado y, como dicen las novelas, se desvaneció la bella aparición. En los desenlaces siempre conviene el efecto, señora”. Otro anticipo podría darse cuando Nora le da a Torvaldo la razón y este responde: “Ya empieza la alondra a hablar como una persona”.

El modo en que se comporta Torvaldo antes de que irrumpa Rank funciona para ilustrar la psicología de este personaje algo típico. Dice haber provocado que se retiren del baile por los celos que le provocaba verla bailar frente a otros. De todos modos, habla con goce de esa sensación. Torvaldo disfruta de “exhibir” a su mujer y, ante la admiración de los demás, saberla “suya”. El carácter posesivo de este personaje es uno de los rasgos típicos del varón conservador y machista. Ese carácter se acrecienta por la relación desigual entre ambos. En esta escena, Torvaldo, que ha bebido de más, revela su imaginario, sus fantasías: “me imagino que eres mi joven desposada, que volvemos de la boda, que por primera vez te traigo a mi hogar… que al fin estoy solo contigo, mi tierna hermosura temblorosa”. La imagen ayuda a construir la psicología de este personaje. Los atributos positivos que Torvaldo encuentra en su esposa están ligados a la inocencia, la candidez, el temor propios de una niña. Esa relación adulto-niña con que Torvaldo se dirige a su mujer se condensa en frases de carácter posesivo o de autoridad. Cuando Nora se resiste a “entregarse” a Torvaldo, él le reprocha: “¿Estás bromeando conmigo, Norita? Conque no quieres, ¿eh? ¿Acaso no soy tu marido?”. Lo que detiene el avance de Torvaldo no es la voluntad de Nora, sino la irrupción de otro personaje en escena. En este caso, Rank.

Cuando Rank cuenta que dedicó su día a investigar, Nora le pregunta qué resultados tuvo. Torvaldo ridiculiza a su mujer: “¡Norita hablando de investigaciones científicas!”, dice, como si Nora fuera una niña que apenas sabe hablar. Nora le pregunta a Rank si puede felicitarlo por los resultados que ha encontrado, y el doctor responde que sí, porque el resultado es “la verdad”. Esa respuesta alude a la salud del médico, que luego sabremos fatal, pero también parece un guiño del doctor a Nora, para que acabe con la mentira en la que vive. Para hablar de su salud, Rank utiliza nuevamente una expresión económica: “Todo se paga en esta vida”.

Nora, intentando animar la situación, le pregunta a Rank de qué se disfrazarán para la próxima fiesta. El doctor dice que Nora deberá ir “de mascota” y, cuando Helmer le pregunta cómo haría ese disfraz, Rank explicita: “Deja a tu mujer presentarse como va todos los días”. La mascota es un símbolo de la mansedumbre de Nora y de su lugar de sumisión en ese hogar. Además, hiperboliza la desigualdad en la relación con su marido. Si Nora es la mascota, Torvaldo es su “amo”. La conversación sobre los disfraces deja mucho lugar a lo metafórico y lo simbólico. Rank dice también que, el próximo baile, él será “invisible”. El público, que sabe que Rank padece una enfermedad que terminará con su vida pronto, puede entender que la invisibilidad, en esa línea de diálogo, es metáfora de ausencia. Rank prosigue, recurriendo a un símbolo de la muerte: “Existe un gran sombrero negro… ¿No has oído hablar del sombrero negro que hace invisible? Cuando te lo pones no te ve nadie.” El anuncio de su muerte próxima se completa con las tarjetas personales que deja en el buzón. Las tachaduras negras sobre su nombre simbolizan el borramiento de su persona, es decir, el cese de su existencia física en el mundo.