Boquitas pintadas

Boquitas pintadas Resumen y Análisis de las Entregas 12 - 14

Resumen

Duodécima entrega

Esta entrega consta de dos documentos policiales y una conversación entre dos mujeres.

El primer documento es el acta policial por el caso del asesinato de Pancho, perpetrado por La Raba. Está fechada el 18 de junio de 1939. Allí, los funcionarios describen los detalles del accionar policial en el caso, incluyendo los testimonios recogidos en el lugar. Tanto el testimonio de La Raba, imputada en el caso, como el de Mabel coinciden en que La Raba actuó en defensa propia, puesto que Pancho quería violarla, y que además ella estaba resentida por repudiarla a ella y a su hijo. Aparece el testimonio de la tía de La Raba, que confiesa que Pancho veía al niño a escondidas, sobornando a la tía para que nadie lo supiera. También está el testimonio de un policía que recuerda conversaciones en las que el fallecido mencionaba ciertas "diversiones" que tenían lugar en los fondos. El documento da a entender que la policía cree que la versión de La Raba y de Mabel es verdadera.

El segundo documento es un acta de detención. Los hermanos de Pancho, ambos niños, agreden con piedras a La Raba cuando la policía la traslada al juicio en la ciudad de Mercedes. Los muchachos logran lastimarla en la cabeza. Luego la policía los aprehende y detiene. Finalmente los pone a disposición del juez de paz.

El último texto de la entrega consiste en un diálogo entre Celina y la viuda Di Carlo, que acontece en la casa de esta última. El diálogo se intercala con lo que cada una piensa mientras le habla a la otra. La conversación es cordial en apariencia, pero ambas se hablan con hipocresía. Cada una, en su interior, defenestra a la otra. Celina está en casa de la viuda para hablar sobre la futura mudanza de esta a Córdoba: la viuda planea irse a vivir allá para cuidar de Juan Carlos y ayudarlo a costear el tratamiento de su enfermedad. Para Celina y su madre esto representa una vergüenza familiar, y desean que la gente no lo sepa. Al finalizar la charla, cierran una especie de trato: la viuda se compromete a no dar su verdadera dirección en Cosquín para que nadie se entere que se va a vivir con Juan Carlos, mientras que Celina se compromete a no contarle la verdad a la joven hija de la viuda, que vive en otro sitio.

Decimotercera entrega

En esta entrega se narra la visita de Mabel a la casa de Nené en Buenos Aires un día de otoño de 1941. Desde antes de entrar al departamento Mabel compite con Nené. Se presenta vestida, peinada y maquillada lujosamente. Durante todo relato está preocupada por demostrar altivez. Observa cada detalle y compara el estatus de Nené con el suyo propio. Ella, por su parte, la recibe maquillada y con un peinado alto que resulta exagerado y la hacer ver mayor. Una vez adentro, Mabel observa y halaga los muebles y el decorado. Hablan de la próxima boda de Mabel, y sale el tema de la estatura del prometido, para incomodidad de ambas.

Luego, el tono de la conversación se pone melancólico: Mabel le propone a Nené tomar mate como hacían antes, en lugar de té. Mabel afirma que todo pasado fue mejor, e interpela a Nené preguntándole si está de acuerdo. La arrincona y le pregunta si es feliz. Nené se limita a sonreir, no afirma ni niega, y cambia de tema.

Luego hablan sobre las novedades del pueblo, hasta que Mabel propone escuchar la radionovela, lo que no entusiasma para nada a Nené, aunque accede. Mabel resume la historia para poner en contexto a Nené, y se disponen a escuchar. La historia es un drama de amor durante la guerra. Dos jóvenes que habían estado enamorados se reencuentran. Ella está casada con un hombre hosco y malo. El joven está herido y ella lo ayuda a recuperarse. Ante lo inminente de la curación, la muchacha se enfrenta a una disyuntiva. Si admite que la herida está cerrada, su antiguo amado se volverá a ir y posiblemente morirá en batalla. Pero si la herida está curada y ella miente, diciendo que no lo está, él se quedará a su lado para siempre. Llegado este punto, las mujeres intercambian pareceres sobre la trama. Para Nené, lo más importante es que la muchacha no haya tenido sexo con el hombre. Ella piensa en que esta es la forma en la que el hombre podrá respetarla y volver con ella. Para Mabel eso depende del hombre, de si la quiere de verdad o no. Continúan escuchando la novela. La muchacha finalmente dice la verdad: la herida está curada. El hombre le promete volver a liberarla del marido. El episodio está llegando a un corte. Nené interrumpe y pregunta por qué la muchacha se casó con un hombre tan malo, a lo que Mabel responde disgustada por la interrupción. Después Nené pregunta por La Raba y Mabel la pone al corriente de la vida de esta tras el homicidio de Pancho.

Entrando nuevamente en intimidad, Mabel le pregunta a Nené si haría un sacrificio por amor. El debate las lleva a hablar de Juan Carlos. Nené confiesa que está arrepentida de no haber sabido jugarse. Mabel le pregunta entonces si "jugarse" es estar dispuesta a casarse con un enfermo. Se produce una tensión. Siguen hablando de Juan Carlos. Nené le pregunta si él se cuida, a lo que la otra responde que no, y que siempre anda detrás de mujeres. Con candidez, Mabel se pregunta si eso será porque las mujeres no conocen el estado de salud de Juan Carlos, a lo que la otra responde que no, que lo buscan porque son "viciosas". Nené no entiende a qué se refiere, y Mabel le aclara que a su fama. Como Nené sigue sin entender, la otra termina haciendo un gesto con las manos, indicando que la fama de Juan Carlos tiene que ver con el tamaño de su pene. La situación pone en evidencia que Mabel conoce el pene de Juan Carlos y Nené no, aunque esta no se percata. También pone en evidencia la insatisfactoria vida sexual de Nené junto a su marido, lo que la incomoda. Finalmente, Mabel dice que estaba bromeando, que era otra cosa lo que se decía de Juan Carlos, pero que ella no lo puede decir. Ante esto, Nené se queda muy intranquila.

Finalizando la visita, Nené devuelve la pregunta incómoda, interrogando a Mabel sobre si está enamorada de su novio. Ella se confiesa, diciendo que es difícil olvidarse, por un solo hombre, de la caricia de los otros. Posteriormente, retruca preguntándole a Nené si ahora está más enamorada de su marido que cuando eran novios.

Mabel se retira al atardecer. Nené se queda limpiando y pensando, amargada por la visita.

Decimocuarta entrega

El primer texto de esta entrega es la confesión de Mabel a un cura antes de casarse. Allí dice la verdad sobre el asesinato, habla de su infidelidad al entonces prometido y también de romances anteriores. Habla de Juan Carlos y confiesa que no podía casarse con un hombre enfermo al que no quería. El cura le encomienda decir la verdad ante la justicia y hacerse cargo de la educación del niño Panchito, y la perdona. Ella le dice al cura que lo hará.

Los siguientes textos relatan qué hicieron y pensaron distintos personajes el día 18 de abril de 1947, que es el día en que Juan Carlos muere. El primero relata en detalle el acaecer de la muerte de Juan Carlos. Se cuenta que él estaba en Vallejos de visita en lo de su madre, que hacía días estaba muy debilitado, y que ese día a la tarde fallece por un hemorragia pulmonar. El segundo es la descripción de lo que Nené estaba haciendo en ese momento: limpiando su casa. El tercero es la descripción de lo que Mabel estaba haciendo en ese momento: tomando sol con su hija en la plaza y coqueteando con un vendedor. El cuarto texto es la descripción del estado de putrefacción del cuerpo de Pancho en el cementerio. El quinto es la descripción de lo que estaba haciendo La Raba en ese momento: matando un pollo para la comida, ayudada por una hija pequeña pero dificultada con otro embarazo en curso, y pensando en su hijo Panchito, de 9 años, quien trabaja como diariero.

A continuación, hay un extenso texto que describe la forma y el texto de las distintas placas que pueden leerse en el nicho donde están sepultados los restos de Juan Carlos.

Luego de eso siguen tres textos. Se trata del fluir de conciencia de tres personajes que están orando. El primero es una muchacha que le pide perdón a Dios y a su madre fallecida por haberle deseado la muerte a Juan Carlos. A continuación enuncia detalles que revelan que Juan Carlos la violó en una oportunidad que se había peleado con Nené. El segundo texto corresponde a la viuda Di Carlo, que recuerda con cariño a su marido fallecido y pide paz para Juan Carlos. También pide perdón por haber dejado a la hija sin su herencia, al haber puesto el negocio de la pensión al cuidado negligente de Juan Carlos. El último texto corresponde a las oraciones de Celina, que se lamenta por su hermano muerto. Ella está segura de que la enfermedad de Juan Carlos empeoró durante su relación con Nené. Iracunda, Celina jura vengarse de ella ante la menor oportunidad.

Análisis

En diferentes momentos de la novela podemos entrever la crítica del autor a la institución policial. El personaje de Pancho, por ejemplo, desea convertirse en policía por la reputación que esta profesión le confiere: "¿Cuál era en ese momento su mayor deseo? En ese momento su mayor deseo era dar una vuelta por las calles principales de Vallejos, con su flamante uniforme" (p. 123). Sin embargo, también el poder y la impunidad que el uniforme le otorga es un aliciente: "si quiero les tuerzo los brazos, las piernas, la cabeza, hasta hacerles doler (...) me lustro el cinturón, ella me lo tendría que lustrar, vaga, duerme la muñeca" (p. 152).

En este caso, la crítica a la institución policial viene aparejada al tema de las diferencias entre las clases sociales, y la importancia que el estatus tiene para los personajes. Pero también se vincula al tema de la violencia hacia las mujeres: por un lado, Pancho se aprovecha de que ha ascendido socialmente para ingresar a la habitación de Mabel cuando él quiere. Por otro lado, la investigación que se cierne en torno al asesinato de Pancho nunca considera la posibilidad de que La Raba y Mabel sean víctimas de las acciones del policía: "el Cabo Lonati (...) recuerda ciertas bromas o chistes del ex-Suboficial sobre unas presuntas diversiones secretas en horas de guardia, bromas que nunca terminaba de aclarar y nadie dilucidaba. De ello se deduce que el occiso podría haber ya visitado a la imputada otras veces, lo cual destruiría la coartada de la misma [de La Raba]" (p. 161). Durante la investigación, las autoridades incluso incurren en vejaciones hacia La Raba, tales como revisarle los genitales mientras ella está dormida: "A renglón seguido, requerida su actuación, el Dr. Malbrán revisó a la imputada y la halló sin rastros de violencia sexual, pero recomendó no despertarla, para que volviera en sí naturalmente" (p. 158).

En la primera de estas entregas encontramos dos documentos policiales. El primero es un acta sobre los hechos relacionados con el asesinato de Pancho, mientras que el segundo es un acta de detención. Por medio del primero podemos vislumbrar que la investigación del caso es deficiente y tendenciosa. Los funcionarios policiales han dado crédito a los testimonios de los Sáenz al momento de establecer los móviles del asesinato, pese a la existencia de otros testimonios que problematizan esta versión: "La Srta. Sáenz, a quien ya la imputada había referido los sucesos ni bien se despertara, la ayudó a colmar las lagunas que su memoria presentaba a cada momento" (p. 159). Además, utilizan en los documentos un lenguaje excesivamente tecnicista que los termina mostrando ridículos: "[el hijo de La Raba] fue conducido, junto con la pelota de goma, al edificio de la Comisaría para ser observado por el Oficial que refrenda y por el que suscribe. Se declaró el parecido con el occiso como contundente. En cuanto a la pelota, tras urgente pesquisa, se comprobó que fue adquirida en el Bar-Almacén «La Criolla» por el occiso en fecha no determinada" (pp. 160 - 161).

Luego de estos documentos policiales, sucede una charla entre Celina y la viuda. El registro narrativo aquí es completamente diferente al de los textos anteriores. En este caso se exponen los parlamentos de ambas, agregando todavía más información: aquella que proviene de los pensamientos y acciones de cada una mientras habla. El lector entra en confidencia con los personajes, quienes no revelan entre sí sus verdaderos pensamientos. El procedimiento es el opuesto al de la elipsis, muy presente en secciones anteriores. Mientras allí escasea la información y el lector debe reponer y deducir a partir de los elementos que el texto ofrece, aquí el lector está sobre informado, ya que tiene acceso a la interioridad de los personajes, quienes dicen una cosa mientras piensan otra, tal como se puede apreciar aquí:

—Mire, señora, como le mandé decir, tengo algo que hablar con usted muy importante, tenés un corte de pelo a la garçonne que da asco y esos aros de argolla no le faltan a ninguna chusma
—Sí, hable con toda confianza, ayudame Dios mío, que ésta es capaz de cualquier cosa
—Mire, ante todo quiero que usted me prometa no contárselo a nadie, orillera chusma, vas a sufrir sin contárselo a la vecina
—Se lo juro por lo más sagrado. ¿Dios no me castigará que estoy jurando?
—¿Por quién? si jurás por mi hermano te escupo
por Juan Carlos no me animo Por la felicidad de mi hija. (p. 164).

La entrega que sigue a continuación comprende un único texto que narra la visita de Mabel al departamento de casada de Nené en Buenos Aires. A diferencia del resto de la novela, la narración se acerca a un estilo más bien convencional: tercera persona y narrador omnisciente. Esto logra dosificar la intensidad del encuentro entre estos dos personajes. Durante el mismo, hay particularmente dos momentos de máxima intimidad y sinceramiento: cuando Mabel le pide a Nené tomar mate en lugar de té, como hacían antes, y le pregunta si es feliz; y cuando Nené le pregunta a Mabel si está enamorada de su novio. En ambos casos, y pese a los recaudos tomados, los personajes quedan desnudos en su vulnerabilidad. A Mabel, por su parte, no le alcanza el maquillaje ni el vestuario para esconder la insatisfacción que le produce abocar su vida a un solo hombre:

—Pero de verdad puede querer a una sola.
Mabel prefirió no responder (p. 172).

Nené, por su parte, no consigue esconder su ignorancia e insatisfacción con respecto a la sexualidad detrás del alto nivel de vida que le ofrece su matrimonio:

—Pero, Mabel, yo no estoy de acuerdo. Las mujeres se enamoran de él porque es muy buen mozo. Eso de la cama, como decís vos, no. Porque hablando la verdad, una vez que se apaga la luz no se ve si el marido es lindo o no, son todos iguales.
—¿Todos iguales? Nené, vos no sabés entonces que no hay dos iguales (pp. 178 - 179).

El tema de los modelos de mujer que retrata la novela, y cómo estos condicionan los deseos y las aspiraciones de las protagonistas, aparece aquí con fuerza.

En la entrega siguiente, la confesión de Mabel ante el cura funciona como la contracara del acta policial. A través de la confesión, nos enteramos de la forma en que se sucedieron en realidad los hechos posteriores al asesinato de Pancho, pero también nos adentramos en la interioridad de Mabel. Anteriormente, los sentimientos y móviles de este personaje aparecían teñidos de una superficialidad que nos hacía pensar en Mabel como un personaje frívolo: "Atribuyó su alto grado de nerviosidad a las largas horas pasadas en la peluquería bajo el secador. Lloriqueó sin lágrimas, hundió la cara en la almohada y reflexionó" (p. 121). Sin embargo, frente al cura expone sus más profundos sentimientos, tormentos y arrepentimientos: "Sí, Padre, al otro lo quería pero estaba enfermo y lo abandoné, porque tenía miedo de contagiarme. Él ocultaba que escupía sangre. Le hice un bien, Padre ¿no le parece? ¿A su lado? No sé, Padre. Sí lo quería pero cuando vi que estaba enfermo no lo quise más. Padre, tengo que ser sincera ¿si no para qué estoy acá?" (p. 183).

El resto de los textos de esta sección abordan la muerte de Juan Carlos desde distintos puntos de vista. Un hecho de clausura, como es la muerte de una persona, aparece, sin embargo, abriendo lecturas posibles y habilitando nuevas interpretaciones respecto de toda la trama.