Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874) Resumen y Análisis Segunda parte

Resumen

El narrador no quiere contar toda la vida de Cruz, sino solo lo indispensable para comprender una noche: el momento más importante. La historia de Cruz se cuenta en un “libro insigne (...) cuya materia puede ser todo para todos” (64).

En 1849, Cruz viaja a Buenos Aires con una tropa de Francisco Xavier Acevedo. Receloso, decide no entrar a la ciudad y pasa varios días en una fonda, donde empieza a ser víctima de las burlas de un peón. Una noche pierde la paciencia, lo mata de una puñalada y huye. Noches después, la policía lo encuentra en un pajonal. Cruz se defiende con valentía hasta que, “mareado por la pérdida de sangre” (65), consiguen reducirlo y lo destinan como castigo al fortín de un ejército en la frontera Norte. Pronto destaca como soldado.

En 1856, pelea valientemente “contra doscientos indios” (65), siendo los suyos no más de treinta hombres a cargo de Eusebio Laprida.

Análisis

Frente a lo que lectores podríamos llegar a esperar debido al carácter de ‘biografía’ que anuncia el título de este cuento, el narrador afirma en esta sección que no le interesa contar toda la vida de Cruz: “Mi propósito no es repetir su historia (...). Sólo me interesa una noche; del resto no referiré sino a lo indispensable para que esa noche se entienda” (64). Aún así, agrega la critica María Nieves Alonso, “necesita narrar cuatro noches para lograr y cumplir este propósito” (1979: 95): la del sueño de su padre, la del asesinato del peón, la de su captura y, finalmente, la noche fundamental de su encuentro con Fierro.

Si en la sección anterior fuimos testigos del primero de estos momentos, la noche de la pesadilla del padre, en esta sección nos encontramos los siguientes dos momentos de la historia, ahora sí, con Cruz como protagonista: la noche de su pecado capital, el asesinato, y la de su captura e ingreso al ejército.

Para entonces, ya se ha vuelto evidente que Cruz se debate entre dos mundos irreconciliables: la vida ‘civilizada’ de la ley escrita y de esa ciudad a la que Cruz, “receloso” (64), decide no entrar; y la vida de “barbarie monótona” (ídem), su mundo conocido de llanura pampeana en el que domina esa otra ley, la del honor, que lo lleva a matar al peón que le falta el respeto en la fonda.

Aquí, el cuento se hace eco de un dilema de larga data en la política y la cultura argentinas: la oposición entre la civilización y la barbarie. Mientras que la civilización se asocia a la ciudad, el progreso, el derecho escrito y lo europeo; la barbarie, por el contrario, alude al campo, el atraso, la falta de ley y lo ‘salvaje’, modo de referir a los pueblos originarios, a los gauchos y a todo aquel que no se ajuste a los valores ‘civilizados’ desde una perspectiva por demás colonial, eurocentrista y racista.

Tenemos, por lo tanto, dos momentos de gran importancia en esta sección: por un lado, la noche en que la vida de Cruz se inclina hacia la ‘barbarie’, ya que opta por defender su honor con el cuchillo y se mete en problemas con la ley tras asesinar a un hombre. Por el otro, la noche en que la policía consigue capturarlo y que, como veremos más tarde, supone su ingreso a una vida ‘civilizada’ dentro del ejército.

En este punto, el paralelismo entre la vida de Cruz y la de Martín Fierro, cuya presencia aún no ha sido revelada en el cuento, comienza a sugerirse a partir de sutiles pistas y señales. Tal como desarrollamos en la sección “Martín Fierro: una figura en disputa”, quien haya leído El gaucho Martín Fierro sabe que tanto Cruz como Fierro han cometido asesinatos para defenderse de una burla y, tras ello, han pagado su delito yendo a defender la frontera de los “indios” (65), los nativos originarios del territorio. Si además de esta información, el lector conoce de la obsesión de Borges por este clásico de la gauchesca, lo más probable es que la posibilidad de que el Cruz del cuento y el del poema sean el mismo ya se le haya ocurrido.

Un último elemento de interés podemos encontrar en esta sección a partir de la comparación entre el Martín Fierro, ese “libro insigne” (64) en el que se cuenta la vida de Cruz, y la Biblia, “cuya materia puede ser todo para todos (I Corintios 9:22)” (ídem). Ambos libros, dice la narración, son capaces “de inagotables repeticiones, versiones, perversiones” (ídem). Con esta comparación, Borges insinúa el uso que él mismo le da a la tradición literaria; como dice Beatriz Sarlo: “Esto, exactamente, hace Borges con la tradición literaria: pervertir” (1995: 34).