Arráncame la vida

Arráncame la vida Preguntas de Ensayo

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    Desarrolle en qué consiste el crecimiento o transformación en el personaje de Catalina a través de la novela.

    Al inicio del relato, Catalina es una adolescente algo ingenua, ya sea por su temprana edad como por la falta de educación a la que los roles de género instaurados en la sociedad la condenan. La primera etapa de su matrimonio con Andrés es vivida por esta protagonista, entonces, como un período de sumisión: ella es casi un objeto o mascota para su marido, quien la dobla en edad y quien no le comparte información alguna acerca de sus negocios políticos. Las tareas de Catalina se limitan a lo que su condición le impone: ser una buena ama de casa, criar hijos y comportarse como una mujer bonita y obediente.

    Con el paso de los años y la experiencia de cercanía con un líder político de la calaña de Andrés, Catalina toma conciencia de los hechos horrorosos que suceden a su alrededor (y de los cuales es responsable su propio marido). Esto empuja a Catalina a tomar fuerzas y desligarse, poco a poco, de las tareas que le son asignadas. Delega así la crianza de sus hijos a una servidora y se dedica a informarse e interesarse por los movimientos de Andrés. En paralelo, Catalina se lanza a vivir una gran historia de amor con Carlos Vives. Y el hecho de que Ascencio se cobre la vida de Carlos le presenta a la protagonista la realidad criminal de un hombre del cual se mantendrá lo más lejos posible hasta que sea la hora de despedirlo.

    La soltura con la cual Catalina elige vivenciar una segunda historia de amor, y la insistencia que pone en que Lilia no repita su historia casándose con un hombre al que no ama, son elementos que dan cuenta de la transformación de Catalina. Cuando al final de la novela el fallecimiento de Andrés la deja en libertad, ella ya está lista, intelectual y espiritualmente, para disfrutar de la vida tomando sus propias decisiones, sin someterse a las órdenes de nadie.

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    ¿Qué representación simbólica puede leerse en las profesiones de Andrés Ascencio, Carlos Vives y Alonso Quijano?

    En la novela, Andrés Ascencio personifica al poder político militar. En contraposición, los hombres de los que se enamora Catalina, como el director de orquesta Carlos Vives y el director de cine Alonso Quijano, personifican al mundo del arte.

    La relación entre ambos universos es de oposición. El mundo del arte se presenta como un espacio de libertad y amor completamente distinto a la opresión, la clausura y el terror que propone la esfera de lo político-militar.

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    ¿Cómo se presentan el matrimonio y la maternidad en la novela?

    El matrimonio y la maternidad se presentan en la novela como instituciones opresivas. Catalina padece el contrato matrimonial que la une a Andrés, contrato que además fue afianzado por él, sin prácticamente consultarle, cuando ella era adolescente. Así, la protagonista vive su vida de casada como si fuera un soldado al servicio de su superior. Muy distante de una relación entre iguales, el contrato matrimonial parece dar el permiso a Andrés para tratar a su esposa como a un ser inferior o un objeto de su pertenencia, a quien se le exige mantenerse bonita, sumisa, obediente. Además, el contrato matrimonial es lo que le impide a Catalina vivir con libertad su verdadero amor, cuando, por ejemplo, se enamora de Carlos.

    Al igual que el caso de la protagonista, la mayoría de las mujeres casadas en el relato están sometidas a las órdenes y voluntad de sus maridos. Por otra parte, varios episodios muestran como la joven Lilia es casada contra su voluntad, por arreglo, con el hijo de un hombre con el cual su padre quiere hacer negocios.

    También la maternidad se presenta como un destino aparentemente inevitable para una mujer, sin importar su deseo. En el personaje de Catalina, el propio embarazo se presenta como algo tortuoso y pesadillesco, sobre todo para una muchacha de diecisiete años: “Después de Verania nació Sergio. Cuando empezó a llorar y sentí que me deshacía de la piedra que cargaba en la barriga, juré que ésa sería la última vez” (p. 62). Sin embargo, a pesar de que Catalina decide no volver a dar a luz, la maternidad le sigue siendo impuesta: Andrés se presenta a la casa con cinco niños más, algunos de la edad de Catalina, a quien le entrega a su vez su crianza.

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    ¿En qué consiste la ambigüedad en torno a la muerte de Andrés Ascencio?

    El asunto de la enfermedad y muerte de Andrés se presenta con cierta ambigüedad. Porque aunque la narradora no manifiesta nada explícito al respecto, lo cierto es que el proceso acelerado del malestar de Andrés (que no presenta ninguna extrañeza para los médicos) coincide con su nuevo hábito de desayunar el té de hierbas que Catalina le sirve. Esas hierbas son las que Catalina consiguió por vía de Carmela, una señora que es víctima directa de la conducta criminal de Andrés y que señala que "el té de esas hojas daba fuerzas pero hacía costumbre, y había que tenerle cuidado porque tomando todos los días curaba de momento pero a la larga mataba" (p. 268). En esa escena se entiende que la entrega de las hierbas de té se ven motivadas, en Carmela, menos por una voluntad de aliviar el dolor de cabeza de Catalina que por una sugerencia de inducir la muerte en Andrés. Catalina conoce esta información cuando Andrés pide día a día el té y ella no se lo niega. Con el proceder de los días, Andrés va empeorando su estado, envejeciendo y adelgazando en dimensiones preocupantes, hasta su muerte. La novela no confirma explícitamente que el té sea la causa directa de la muerte de Andrés, pero tampoco lo niega y, en verdad, la asociación queda más que sugerida por el relato.

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    En el velorio de Andrés, Josefita Rojas se acerca a Catalina y hace referencia a las virtudes que tiene la viudez para la mujer. Teniendo en cuenta la trama de la novela, ¿por qué Josefita realiza esta afirmación?

    En el velorio de Andrés Ascencio, Josefita Rojas le dice a Catalina que se alegra por ella y por su estado de viudez recientemente adquirido, el estado más deseable, según dice, en la mujer. Esta afirmación debe entenderse teniendo en cuenta el contexto histórico representado en la novela y, al mismo tiempo, la historia particular de Catalina, casada desde muy joven con un hombre al que no eligió y a cuyas órdenes debió someterse durante años. Efectivamente, en una sociedad machista y conservadora en la cual el matrimonio suele estar dado por una cuestión que poco tiene que ver con el amor, y que se manifiesta para la mujer como una institución opresiva que la condena a un lugar de sumisión e inferioridad en el vínculo, la muerte del marido no tendría por qué ser recibida por ella como una desgracia. Como el divorcio es ilegal, la muerte se presenta como la única puerta hacia la libertad. Viuda, Catalina se encuentra en una situación más feliz: solo le queda volcarse finalmente a todo lo que quiso y no pudo hacer durante tantos años.