2666 (Primera parte)

Análisis de la obra

La académica Carolyn Wolfenzon destaca dos tópicos importantes que según ella abarca la obra: «el problema de la amnesia histórica» y «la historia como una yuxtaposición de momentos espectaculares y precisos, pero aislados uno del otro». Estos tópicos, añade, también fueron desarrollados en la novela póstuma del autor, El Tercer Reich, que, sin embargo, fue escrita en 1989, quince años antes que 2666. Esta relación también se remarca en la semejanza del nombre de Ingeborg, novia de Udo Berger en El Tercer Reich, con el nombre de la novia de Hans Reiter.[55]​ Para el escritor Jorge Carrión, dos temas importantes que aborda la novela son el exilio y la huida.[56]​ Para el escritor Peter Elmore, se trata de una obra abierta, pero con unidad, cuyas partes están interconectadas por «el homicidio en serie y la pasión literaria», que «conjuga el pathos apocalíptico con la reflexión sobre el lugar de la escritura y de sus oficiantes en la encrucijada posmoderna». Para Elmore, las dos preguntas centrales de la novela tienen que ver con el develar a los dos autores incógnitos: Hans Reiter, por un lado, cuyo anonimato y clandestinidad como Archimboldi se relacionan con J. D. Salinger y Thomas Pynchon; y el autor de los crímenes, por otro, cuyo principal sospechoso es el sobrino del primero, Klaus Haas, con quien comparte semejanzas físicas, y que para Elmore conforman una figura del doble, y por sus notorias diferencias, también una figura de siameses. Así, «la escritura se compromete menos con la resolución de un enigma —a la manera de un relato policial— que con la revelación de un misterio»; por lo demás, sostiene, aquí «la sobriedad y la cordura no son garantes de la lucidez, así como el delirio no supone necesariamente un error de la percepción». El personaje de Archimboldi, como artista ermitaño y como escritor cuya contraparte es el criminal, relaciona a 2666 con Mao II (1991), de Don DeLillo.[57]​

Para Elmore, «La parte de los críticos» es una mezcla de «thriller académico» y «novela de campus», que además posee los enredos y combinaciones de «una comedia sentimental e intelectual sui géneris». Su trama, afirma, está moldeada por los romances de Norton con los otros tres críticos, estableciéndose entre ellos y Archimboldi una especie de relación de discípulos a guía espiritual. Elmore asocia la partida de los críticos Pelletier, Espinoza y Norton a Santa Teresa con la partida de Ulises Lima y Arturo Belano hacia el norte de México en Los detectives salvajes, también en busca de un escritor.[57]​

De acuerdo a algunos autores, la relación de Bolaño con «El norte» de México, especialmente en esta novela, pero también más implícitamente en otras de sus obras, puede asociarse con la visión de «El sur» de Jorge Luis Borges, como símbolo de fatalidad, sueños y pesadillas.[58]​ Para las investigadoras Andrea Cobas y Verónica Garibotto, el desierto puede leerse aquí como el fracaso del modernismo, de manera análoga a Los detectives salvajes.[59]​

En «La parte de Amalfitano», Carrión considera a su protagonista otro alter ego de Bolaño, distinto de Arturo Belano.[56]​

Para Edmundo Paz Soldán, los feminicidios de «La parte de los crímenes» son una «metáfora del horror y el mal en el siglo XX», mientras que la transición del personaje de Archimboldi, de escritor que se encuentra a sí mismo durante la guerra, a escritor extraviado en Santa Teresa, buscado por los críticos, «cifra el destino» de dicho siglo. Paz Soldán además comenta que las descripciones minuciosas de los asesinatos en «La parte de los crímenes» han dado pie a diversas interpretaciones: como símbolo del narcotráfico, de sectas satánicas, de las pésimas condiciones laborales en las maquiladoras, prostitución, pobreza de la región, misoginia. Destaca el hecho de que dicho capítulo comience y termine con un crimen no resuelto, y asocia la multiplicidad de asesinatos y la búsqueda del personaje incógnito, que es Archimboldi, con las novelas de detectives.[60]​ Para la investigadora Ángeles Donoso, esta repetición sistemática de los crímenes, que en sí misma genera violencia, es una propuesta estética y política del autor.[61]​ Peter Elmore sostiene que la novela, al retratar la guerra y asesinatos, «despliega una inquisición en los límites y el sentido de esa ética [la ética del mal], de prestigio contestatario y rebelde, a la luz de las hecatombes totalitarias y de la violencia cotidiana contra las mujeres».[57]​

La descripción de Klaus Haas se da en general por la impresión que genera en los demás, ocultándose su consciencia y así quedando en duda su supuesta culpabilidad.[57]​ Este tratamiento del personaje se asemeja en cierta forma al de Carlos Wieder en Estrella distante, pese a que allí el personaje sí es culpable de lo que se le acusa.[62]​ La cárcel donde tienen a Haas para Elmore se describe como un «monasterio perverso; en ella, el recluso medita como un asceta maldito» o como un monje. Así, Haas tiene ecos del Maldoror de Lautréamont y de Harcamone en El milagro de la rosa de Jean Genet, con la diferencia de que Bolaño no exhibe una simpatía hacia su personaje.[57]​

En «La parte de Archimboldi», Elmore asocia al joven Hans Reiter con los personajes de las novelas Jakob von Gunten o Los hermanos Tanner de Robert Walser; mientras que su estancia en Berlín con los personajes de Hugo Halder y Noburo Nisamata se relaciona con A diestra y siniestra de Joseph Roth. Posteriormente, ya como escritor, Elmore asocia la variedad de la obra de Archimboldi con una «vocación experimental y exploratoria», impersonal salvo por El rey de la selva, ocultamente autobiográfica y por la cual Lotte lo contacta.[57]​

Con respecto al deambular de los distintos personajes de la obra por distintos lugares, la investigadora Valeria de los Ríos propone que Bolaño lo que hace es utilizar la figura del mapa, representado, como en Los detectives salvajes o el cuento «El viaje de Álvaro Rousselot» en El gaucho insufrible, «por un tour o trayectoria, que representa el espacio desde una perspectiva interna y móvil». De los Ríos propone que Bolaño utiliza la figura del mapa por sobre la del archivo, utilizada por el Boom latinoamericano.[63]​


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