Un señor muy viejo con unas alas enormes

Un señor muy viejo con unas alas enormes Ironía

La vecina sabia no sabe qué hacer con un ángel muerto (Ironía situacional)

Al comienzo del cuento, Pelayo y Elisenda convocan a su vecina para que los ayude a identificar a la extraña criatura que ha caído en su patio. Llaman a esta mujer precisamente porque sabe "todas las cosas de la vida y la muerte" (11). De inmediato y sin dudarlo, la mujer afirma que se trata de un ángel. Sin embargo, irónicamente, cuando el matrimonio cree que el extraño ser alado va a morir, ella no sabe qué hacer con un ángel muerto.

El narrador afirma que aquellos que le arrojan piedras al ángel son los más piadosos (Ironía verbal)

Al relatar los modos en los que los visitantes interactúan con el supuesto ángel, el narrador describe una serie de maltratos y crueldades. Muchas de esas formas de interacción se parecen a las maneras en las que los humanos actúan con respecto a los animales en espacios como circos y zoológicos. En determinado momento se dice que "hasta los más piadosos le tiraban piedras tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero" (13). Esto es irónico, puesto que la piedad es una virtud que refleja empatía, amor, compasión e incluso devoción en términos religiosos. Tirar piedras es un gesto completamente opuesto que denota violencia.