Medea

Medea Símbolos, Alegoría y Motivos

La tormenta (Alegoría)

Eurípides le otorga una misión importante a las voces de los esclavos en esta tragedia: la Nodriza y el Pedagogo le dan inicio a la obra, presentan a los personajes y los conflictos principales y ponen de manifiesto sus perspectivas y opiniones sobre el asunto. En ese sentido, funcionan como testigos agudos, inteligentes y bien informados respecto de las cuestiones familiares de Jasón y Medea, pero no tienen poder para intervenir en el transcurso de las acciones.

En sus parlamentos, la Nodriza se muestra preocupada por la seguridad de los niños: teme que Medea pueda hacerles daño. Entonces les dice: "¡Id, ahora, entrad a la casa lo más velozmente posible! Pues es evidente que rápidamente, con una pasión mayor, encenderá la nube de lamentaciones que apenas se están levantando" (105-106, p.48). La alegoría de la tormenta es una advertencia auténtica, que funciona como indicio de la tragedia. La preocupación de la Nodriza es acertada. Es una tormenta alegórica que se desencadena progresivamente: primero aparecen las nubes (los rumores, las novedades), luego se ven los rayos, como luces intermitentes (los gestos de ira de Medea, las primeras demostraciones de su sed de venganza) y se escuchan los truenos (sus llantos, lamentos y gritos). Esa tempestad se origina dentro del corazón de Medea, pasional y lleno de violencia; es la lucha interna de sus pasiones extremadamente intensas. Luego, ella transporta la tormenta al interior de la casa, con sus llantos, gritos y miradas iracundas. Finalmente, la saca de la casa y desata, de a poco, la tragedia en forma de venganza total. Así, termina por empapar a todos los personajes, incluso a sí misma.

La pérdida del honor (Motivo)

Como se ha analizado, en esta tragedia Medea actúa guiada por una ira pasional desmesurada, sin control. Esa ira se ha despertado porque Jasón se ha casado con otra mujer. Aunque podemos identificar un poco de celos, la protagonista sobre todo siente humillación porque ha perdido el poco honor al que ha podido acceder por ser mujer. Restringida al ámbito doméstico, al servicio al marido y a los hijos, no puede desplegar sus talentos, su grandeza ni su inteligencia como gobernante o como guerrero. Y cuando se la desplaza definitivamente de su posición de relativo poder como esposa, es el colmo. La pérdida del honor es un motivo muy presente en la literatura griega, pero esta obra lo trabaja con originalidad, pues se concentra en un personaje femenino. Al igual que en otras oportunidades, los valores, los sentimientos y las acciones de Medea son repudiados (desde su punto de vista, la venganza es inevitable justamente porque le han quitado el honor), pero una figura masculina en su situación sería probablemente menos condenada o, incluso, hasta celebrada.

El lecho de Jasón (Símbolo)

La obra usa por lo menos tres términos para referirse al lecho de Jasón: lecho, cama y tálamo (específicamente, es la cama de los recién casados). Estas palabras se usan de manera literal y de manera figurada: pueden referirse concretamente a la cama y también a los dos matrimonios de Jasón. Es decir, el lecho simboliza la sexualidad y los amores de este hombre. La especialista argentina en literatura griega Elsa Rodríguez Cidre afirma que el lecho es un "elemento recurrente en la obra", es decir que aparece en repetidas ocasiones y que siempre tiene mucha importancia. De hecho, "La trama gira alrededor del abandono de un lecho por otro" (1997:248). Es un símbolo importante porque funciona como eje del conflicto principal. El tálamo representa el espacio del amor y de la reproducción, es donde se consolida la relación matrimonial y representa el origen de los hijos. Es un símbolo del matrimonio en sí mismo. En varias ocasiones, y sobre todo en las páginas finales de la obra, Medea asegura que el responsable de toda la tragedia, incluso de la muerte de los niños, es Jasón, porque es él quién ha destruido el lecho que ambos compartían como marido y esposa. En ese sentido, la cama es un elemento central del hogar, que es el territorio al que está restringida Medea (y también todas las mujeres). Por lo tanto, ser desplazada de ese lecho y de ese hogar es la peor injuria que podría haber recibido.

El peplo y la corona (Símbolos)

Medea trama con inteligencia el modo de ejecutar su venganza perfecta. En ese sentido, despliega una amplia serie de talentos: es astuta, perceptiva y talentosa. Por eso, identifica las debilidades de sus enemigos y las aprovecha para aniquilarlos. En el caso de Glauce, nueva esposa de Jasón, aprovecha la vanidad y superficialidad de la joven, a la que considera una tonta. Entonces le envía regalos bellos y valiosos. Sabe que la chica no podrá resistirse ante el encanto del vestido y la diadema que le ofrecen las manos de los niños. Estos objetos han sido envenenados por Medea y matan a la princesa instantes después de hacer contacto con su cuerpo. La destrozan a punto tal que ella queda desfigurada y su cadáver, irreconocible. Medea ha afirmado que el oro puede decir más que mil palabras, y el modo en que muere Glauce lo confirma. Estos objetos simbolizan la vanidad y la superficialidad de Glauce y condensan también la representación de la astucia siniestra de la protagonista de esta tragedia.

El destino depende de los dioses (Motivo)

Eurípides es un autor trágico original, que desvía su foco hacia los temas humanos y la exploración de la psicología de los personajes. Sin embargo, pertenece a la tradición literaria griega y, por lo tanto, dedica la estrofa final a enaltecer a los dioses: "Zeus en el Olimpo es el dispensador de muchos hechos y los dioses ordenan muchas cuestiones de manera inesperada para los mortales" (Coro, 1415-1417, p.93). Las mujeres de Corinto refuerzan la idea griega de que los dioses son los responsables del destino de los humanos. Para los mortales, el futuro es incierto y los acontecimientos siempre resultan inesperados. La tragedia remite al motivo del destino como creación divina y recuerda que es ajeno a la voluntad humana. La estrofa del Coro es breve, pero le da cierre a la obra y tiene una fuerza singular porque engloba la ideología de toda la obra. De hecho, funciona como un condensador de todo el desenlace de la tragedia, ya que Medea logra escapar, después de haber matado a los niños, solo gracias a la intervención de Helios, dios del Sol y su abuelo. Es decir, el destino de la protagonista depende enteramente de la acción divina.