Medea

Medea Resumen y Análisis Líneas 1251-1419

Resumen

El Coro llora y se dirige al dios del Sol, que es ancestro de Medea. Cantan sobre el acto horrible que la protagonista está por cometer. Desde el interior de la casa, se escuchan los llantos y gritos de los niños mientras la madre los asesina. En ese momento, el Coro considera la posibilidad de interferir para protegerlos, pero finalmente se mantiene al margen. Recitan otra oda sobre el horror del infanticidio.

Entra Jasón, acompañado por soldados. Le pregunta al Coro dónde se esconde Medea, y asume que la hechicera morirá por haber cometido los asesinatos de Creonte y Glauce. Jasón llega para llevarse a los niños y protegerlos, porque teme que la familia real de Corinto les haga daño para vengar los actos de su madre. El Coro le dice que los niños están muertos; Medea los ha matado. El hombre está horrorizado. Les ordena a sus hombres tirar las puertas abajo y asegura que castigará a Medea por todos los crímenes que ha perpetrado.

Entonces aparece la protagonsita, volando sobre el palacio en un carro tirado por dragones alados. Lleva consigo los cadáveres de los dos niños y se ríe de los vanos esfuerzos de Jasón por atraparla. El carro es un regalo que le ha enviado Helios, dios del Sol y padre de su padre. Jasón la injuria y le dice que ninguna mujer griega se habría atrevido a hacer lo que ella ha hecho. Se reprende a sí mismo por haber desposado a una mujer tan siniestra. Medea le responde con frialdad que Zeus sabe todo lo que ella ha hecho por Jasón y cómo se ha comportado él con ella.

Discuten nuevamente y cada uno le echa la culpa al otro sobre todas las calamidades ocurridas. Jasón le exige que deje los cuerpos de los niños con él, para que pueda darles sepultura en Corinto. Medea se niega a entregar los cadáveres. Anuncia que ella misma los llevará hasta el templo de la diosa Hera Acrea, y allí les hará los honores fúnebres correspondientes. Los ofrecerá como sacrificio sagrado a la diosa para expiar sus pecados. Irá hacia Atenas, donde tiene garantizado un refugio seguro.

Antes de partir, Medea augura un final humillante para la vida de Jasón: le dice que morirá de manera accidental, golpeándose la cabeza contra un pedazo de madera de su antiguo barco, el “Argos”. Vuelven a discutir intensamente. Jasón solloza y se lamenta por su destino, y por la horrible muerte de sus hijos. El Coro da cierre a la obra, cantando que los dioses conciben los eventos de maneras que siempre sorprenden a los humanos.

Análisis

Jasón, al enfrentar a su esposa, que aparece en los aires dentro de un carro divino, vuelve a presentar la cuestión de la otredad y la extranjería. Una vez más se destaca la diferencia entre Medea y las mujeres griegas. Para condenarla y herirla, afirma que ninguna mujer griega habría cometido una atrocidad como la que ella ha llevado a cabo. La obra insiste en este tópico desde el comienzo. Ya en las líneas iniciales ha destacado el carácter de extranjera de Medea en Corinto y, a partir de la expulsión que impone Creonte, esa extranjería se profundiza. El exilio es otro tópico crucial de la obra y de la mitología en torno a sus protagonistas de modo más amplio. Es decir que la otredad de Medea es central para explicar sus acciones. Las mujeres del Coro son griegas y se sienten identificadas con Medea, por eso entienden su sed de venganza y guardan sus secretos. Sin embargo, repudian con énfasis la decisión de matar a los niños. La extranjería de Medea permite presentarla ante el público griego de la época como una figura cercana pero “bárbara”. Su otredad, de alguna manera, enmarca los actos crueles que comete. Del mismo modo, sus poderes como hechicera se relacionan con las fuerzas de lo desconocido y le aportan exotismo.

Jasón parece pronunciar esas injurias contra Medea sin conciencia de las consecuencias. El Coro, compuesto por mujeres que de alguna manera se identifican con la protagonista, se ha mantenido en silencio, como testigo, y ha permitido que el filicidio tenga lugar. Por su parte, el propio Jasón, como representante del típico hombre griego, ha ofrecido una imagen arrogante y cobarde de la masculinidad, a veces tan debilitada que parece feminizado. Se presenta una distinción simple entre un “nosotros los griegos” y “ellos los extranjeros, los bárbaros” que se relaciona directamente con un contraste entre los hombres y las mujeres. En ese contraste, los hombres griegos no se presentan como el ideal de la razón, la bondad y la valentía, sino todo lo contrario. Jasón ha intentado llevarse una esposa extranjera a casa, como trofeo y como porción de exotismo para mantener viva su sensación de aventura. Sin embargo, esa decisión ha provocado un caos total.

Eurípides no construye a ningún personaje como figura de una moral superior, sino que exhibe una guerra cruenta y despiadada entre los sexos, encarnados en Medea y Jasón. En el transcurso de esa guerra, las mujeres oprimidas no se muestran bondadosas, compasivas e incondicionalmente amorosas, sino que atacan a los opresores con la violencia despiadada que merecen. La obra presenta un mundo en el que las figuras humanas no pueden clasificarse de manera sencilla en “buenos” y “malos”.

Además, el personaje de Medea y su trayectoria sirven para exponer la corrupción de las ideas populares griegas sobre el heroísmo. La protagonista tiene muchas características que serían extremadamente valiosas si fuera un personaje masculino: es implacable, brillante, ingeniosa y poderosa. Sin embargo, por ser mujer, queda relegada a una posición de debilidad y, a través de la serie de exilios que se le imponen, queda absolutamente desprotegida, desamparada, a la intemperie. A pesar de su linaje, sus conocimientos y sus hazañas, no puede convertirse en guerrera ni puede gobernar. Por eso, su único campo de batalla posible es el terreno del matrimonio, la familia, el hogar. Los guerreros heroicos pronuncian discursos brillantes, nobles y enaltecidos para tomar fuerza antes de las batallas; Medea, por su parte, solo puede desplegar su retórica para discutir con el marido, para confesarles sus planes secretos a las mujeres del Coro, y para darse valor a sí misma antes de cometer atrocidades.

De esa manera, la obra cuestiona las ideas sagradas sobre el heroísmo. Aunque el filicidio que comete Medea es un acto que, sin dudas, requiere de fuerza y valentía, no es de ninguna manera presentado como un acto heroico y glorioso. Muy por el contrario, incluso cuando comprendemos sus motivaciones, observamos el hecho como un crimen horroroso. Así, la obra destaca que los valores griegos son contradictorios y tienen una doble moral muy divisoria: los hombres pueden ser héroes, pero las mujeres que demuestren los mismos talentos y valores serán condenadas y abyectas.

Por otra parte, de modo directo y potente, la obra modifica la caracterización popular de Jasón. Se lo presenta como un hombre oportunista y egoísta que intenta manipular a los demás para su propio beneficio, y ni siquiera es muy talentoso en sus manipulaciones; es, en definitiva, lo contrario a un héroe. En lugar de pintar una imagen de grandeza para Jasón, se retoma la línea de sus fracasos: ya desde el momento en que debe recuperar el vellocino de oro se presenta como una figura impotente sin la ayuda de Medea.

La diferencia principal entre Medea y Jasón es que ella tiene conciencia de la brecha entre el comportamiento ético y sus propias acciones; no finge una superioridad moral. Él, en cambio, encuentra el modo de autoengañarse para creer que sus ideas y acciones son correctas, éticas, bondadosas, justas. La protagonista ya ha afirmado que “las mujeres somos, por naturaleza, incapaces para las acciones nobles, pero las más hábiles hacedoras de toda clase de desgracias” (407-409, p.58). Ella sabe que su inteligencia y talento son usados para la destrucción, para el mal. Tiene conciencia tanto de sus capacidades como del carácter negativo de sus acciones: “Y entiendo en verdad qué clase de crímenes estoy a punto de cometer, pero es más fuerte que mis reflexiones mi pasión, la cual es raíz de los perjuicios más grandes para los mortales” (1077-1080, p.81). Esta honestidad contrasta profundamente con los discursos moralistas de Jasón, que dice haber traicionado a su esposa y abandonado a sus hijos para protegerlos, en lugar de aceptar que lo hace para garantizar su propia seguridad y sus propias riquezas. Pero su cobardía y egoísmo no quedan impunes: Medea no solo mata a la nueva esposa, al suegro y a los hijos de Jasón, sino que además le augura una muerte humillante, desterrándolo completamente del mundo de los héroes.

Finalmente, es necesario prestar atención a la participación de los dioses en el desenlace de esta obra. En el transcurso de la tragedia, todas las acciones parecen tener una motivación humana, y son los personajes humanos los que las llevan a cabo. Los dioses parecen no intervenir demasiado. Esto se relaciona directamente con el estilo de Eurípides, más focalizado en la psicología de los personajes que en las fuerzas divinas. Sin embargo, no traiciona completamente a la tradición griega, para la cual los dioses son fundamentales. Medea logra escapar en un carro enviado por Helios, su abuelo y dios del Sol. Además, decide enterrar los cuerpos de sus hijos en un templo dedicado a Hera, diosa de las mujeres, la familia y el matrimonio y esposa de Zeus. Honrará a la diosa ofreciéndole a sus hijos como sacrificio. Y por último, cierra su obra con la voz del Coro -que representa la voz colectiva del pueblo- reafirmando los poderes de Zeus y de todos los dioses del Olimpo, que dirigen el destino de las personas.