Medea

Medea Resumen y Análisis Líneas 1-356

Resumen

Medea es una obra basada en relatos mitológicos y no puede entenderse en profundidad sin conocer los mitos y leyendas de Jasón y Medea, que pueden consultarse en el Resumen general de esta guía.

El escenario representa la entrada de la casa de Medea y Jasón en Corinto. La Nodriza entra, entre sollozos y lamentos, y le dice al público lo que le ha sucedido recientemente a Medea. Aunque su ama ha cometido crímenes en nombre de Jasón, él la ha traicionado y ha tomado una nueva esposa en secreto, de manera clandestina. La nueva esposa es Glauce, hija de Creonte, rey de Corinto (que no debe confundirse con el Creonte del mito de Edipo). Medea está devastada, como eferma, y de duelo por esta traición. Hasta se aleja de sus hijos, probablemente porque le recuerdan al padre. La Nodriza teme lo que Medea pueda hacer, “pues su corazón se deja llevar por la ira” (38).

Entra el Pedagogo, junto a los dos niños de Jasón y Medea. Trae más malas noticias: ha escuchado el rumor de que Creonte pretende expulsar a Medea y a sus hijos de Corinto. La Nodriza se siente espantada de que Jasón sea capaz de permitir que su familia sea tratada de ese modo; le dice al Pedagogo que lleve a los niños adentro de la casa, y le advierte que los mantenga lejos de su madre. Escuchamos los llantos de Medea desde el interior del hogar. La nodriza se asusta por la intensidad de su sufrimiento, ya que conoce a su ama y sabe que es una mujer poderosa y peligrosa, y que su ira no se aplacará hasta que la descargue contra alguien. Se escucha que Medea maldice a Jasón y a los niños y desea que todo su linaje se extinga. La Nodriza reflexiona que los ricos son crueles y terribles.

Entra el Coro y se dirige a la Nodriza. Las mujeres que lo componen sienten lástima por Medea, pero también parecen pensar que una mujer debe aprender a soportar las dificultades de la vida. Medea no es la primera mujer que ha sido traicionada por el marido. Se escuchan nuevamente los sollozos de la protagonista, que habla en voz alta y se arrepiente de lo que ha hecho contra su propia familia de origen para ayudar a Jasón. El Coro le pide a la Nodriza que saque a Medea de la casa, para que puedan consolarla.

Entonces entra Medea y pronuncia un monólogo sobre sus sufrimientos y los padecimientos de las mujeres. Dice que las mujeres, a pesar de ser criaturas pensantes y sensibles, deben soportar terribles humillaciones. El matrimonio es necesario, pero implica convertirse en sierva del marido. Si bien los hombres pueden satisfacer sus deseos y disfrutar de la compañía de sus amigos, las mujeres deben permanecer en las casas y vivir únicamente para sus maridos. Los hombres deben cargar las armas, pero las mujeres deben cargar niños. Además, Medea le recuerda al Coro que su problema es aun mayor: ella es extranjera en Grecia, no tiene una familia ni un hogar al que regresar, y Jasón la ha tratado como a un premio obtenido en una tierra lejana. Medea le pide al Coro una promesa: les ruega a esas mujeres con las que se siente identificada que ellas mantengan sus secretos. El Coro complace sus pedidos y legitiman su sed de venganza.

Se produce un corte, entra Creonte acompañado por algunos sirvientes y le dice a Medea que debe marcharse al exilio junto a sus dos hijos de inmediato. La protagonista se lamenta profundamente y, consternada, pregunta por qué. Entonces Creonte admite que teme lo que ella es capaz de hacer. Le dice que es una mujer muy inteligente, una poderosa hechicera y que conoce las crueldades que ha cometido en el pasado. Por eso, el rey teme por la seguridad de su hija, recién casada con Jasón. Medea habla sobre la envidia que algunas personas sienten por su inteligencia. Cree que ser una mujer astuta puede ser un castigo: algunos le temen y otros la envidian. Rápidamente le ruega a Creonte que le permita quedarse y le asegura que cumplirá con todas las leyes y se subordinará ante su autoridad, pero el rey desconfía de ella. Medea continúa su súplica y pide que le otorgue al menos un día más para poder preparar su viaje, decidir a dónde irá y garantizar la seguridad de sus hijos. Creonte la subestima: cree que en un día no podrá provocarles ningún daño a sus enemigos y acepta el pedido. De todos modos, le asegura que, si al día siguiente, ella o sus hijos son vistos en las tierras de su reino, los asesinará. Luego, Creonte y sus sirvientes se retiran.

Análisis

En primer lugar, es vital señalar que Eurípides elige abrir la obra con las voces de dos esclavos: la Nodriza y el Pedagogo. Una característica importante de su producción ha sido darle la voz a personajes que representan a personas esclavizadas y que demuestran hablar muy bien, así como tener ideas y valores sólidos y claros. La Nodriza y el Pedagogo ofrecen sus puntos de vista sobre los acontecimientos de la familia a la que sirven. De manera significativa, ambos condenan a Jasón por los infortunios que se desarrollan. La Nodriza es un personaje bien delineado tras apenas unos breves instantes sobre el escenario: es leal al hogar para el que trabaja y a Medea, pero teme lo que su ama pueda hacer, porque sabe que hay violencia en su corazón.

En ese sentido, su actitud se diferencia de la del Pedagogo y esa divergencia parece tener que ver con el género de cada personaje: la Nodriza está sorprendida y horrorizada por el comportamiento de Jasón, mientras que el Pedagogo resalta con cierto cinismo que todas las personas, tarde o temprano, comienzan a preocuparse únicamente por sí mismas. El hombre, además, comenta que Jasón nunca ha querido a sus hijos. Ambos esclavos brindan la perspectiva de unos testigos muy cercanos pero externos al núcleo de las acciones y los conflictos, y tienen la inteligencia y la sensibilidad suficientes como para predecir acontecimientos futuros. Los temores de la Nodriza funcionan como indicios del terrible destino que espera a los hijos de Medea. De todas maneras, la obra da cuenta de que, más allá de sus talentos y bondades, los esclavos están en una situación de absoluta falta de poder y no pueden intervenir en el curso de las acciones.

Las pasiones constituyen un tema importante en la obra. La Nodriza nos recuerda que Medea vive en Corinto y ha llegado a este punto de su vida tras defender y seguir a Jasón hasta Grecia porque ardía en amores por él desde que lo vio por primera vez. Medea detenta su poder y su pasión para asistir a Jasón, siempre y cuando le corresponda su amor. Pero él se casa con otra mujer. Al comienzo de la obra de Eurípides, la protagonista llora y maldice a Jasón y a sus hijos porque él la ha traicionado. La pasión tiene su lado negativo: el amor se convierte en odio y Medea se siente llena de celos y, sobre todo, humillada por perder su lugar como principal esposa de Jasón y señora de su casa. La Nodriza le confiesa al público que “todo le resulta odioso” (16). La potencia enorme de la pasión de Medea, infectada por la traición de Jasón, se convierte en un arma destructiva.

Otro tema central de la obra que se exhibe con fuerza desde el inicio se relaciona con la naturaleza de las mujeres y con su posición social en el mundo griego clásico. Sería errado decir que Eurípides es feminista, porque ese concepto es propio de la modernidad y se refiere a otro tipo de estructuras sociales. Es preferible considerar que el autor tiene interés en mostrar ciertas situaciones de injusticia propias de la sociedad de su tiempo. Además, sus visiones sobre las mujeres no son estables: hay variaciones en sus diversas obras. Sin embargo, es cierto que el autor siente una fascinación por los personajes femeninos y juega en su dramaturgia con las dificultades que implica la posición social de las mujeres. Al examinar el modo en que son tratadas las mujeres, se señalan las injusticias y puntos ciegos de esa sociedad. Además, los mitos y leyendas griegos tienden a reforzar un orden de dominación masculina y les enseñan a las mujeres a aceptar (e incluso a disfrutar) de la subordinación. Medea resalta muchos aspectos específicos de la vida griega que la oprimen: una mujer debe casarse y, al hacerlo, tiene que abandonar su propia casa para mudarse con el marido. Por lo tanto, siempre es una extranjera, siempre viene de afuera. Las mujeres no tienen libertad para socializar en el espacio público como los hombres; estos pueden moverse con tranquilidad, satisfacer sus deseos sexuales y disfrutar de la compañía de sus amigos, pero se espera que las mujeres se queden en sus casas. Medea se propone a sí misma como portavoz de las mujeres para hablar sobre estos sufrimientos. Gracias a ello obtiene la lealtad y la confidencia del Coro.

No obstante, sería demasiado simplista asumir que esta obra es una expresión protofeminista contra los excesos del patriarcado. Una de las visiones más agudas de Eurípides (y una de las más perturbadoras) es que los oprimidos no se vuelven automáticamente buenos, nobles. La mayor victoria para los héroes y heroínas trágicos compuestos por este autor es aprender a sentir compasión y sabiduría a través del sufrimiento. Sin embargo, la mayoría de sus personajes no lo logran. Sus obras nos enseñan que, a menudo, quienes sufren se convierten en seres monstruosos. Eurípides presenta una crítica profunda al órden griego de dominación masculina y muestra una postura empática con respecto a las mujeres, pero eso no lo lleva a otorgarle a Medea una superioridad moral para compensar sus sufrimientos. La protagonista se gana la empatía de los espectadores en su primer discurso, lleno de razones legítimas y verdaderas y estructurado con una excelente retórica. De todas maneras, también se revela como un personaje cruel, excesivamente orgulloso y despiadado en el transcurso de la obra. Eurípides ilustra la injusticia sin ofrecernos héroes que puedan corregirla. En su lugar, dispone una serie de acciones vengativas premeditadas y sumamente dañinas. La lucha interna y externa de la protagonista no nos transporta hacia un orden superador. La hipocresía de la sociedad debe pagarse y su precio es alto y sanguinario.