Las medias rojas

Las medias rojas Temas

La desigualdad de género

Este es el tema principal del cuento. Los vínculos entre los personajes se encuentran atravesados por un sistema patriarcal en el que hay una desigualdad manifiesta entre hombres y mujeres. Esta desigualdad se plantea en el acceso a las oportunidades de trabajo, en las obligaciones social y culturalmente adquiridas y también en el placer.

En el cuento, vemos cómo Ildara debe someterse ante la autoridad paterna. No solo se ve obligada a trabajar en el campo que arrienda el padre, sino que, además, ella se ocupa de las tareas domésticas y no puede tomar decisiones sobre su propia vida. El padre es un hombre controlador y autoritario que le dice a la hija qué puede hacer y qué no. Por ejemplo, no le permite usar medias porque considera que las "mujeres de bien" (13) no las usan. Es decir, aquellas que cumplen con las normas sociales establecidas y se muestran sumisas ante la autoridad masculina deben ir descalzas. El hombre, en caso de estar en desacuerdo con las decisiones de la chica, la golpea severamente. Con esto, logra mantenerla sumisa a la fuerza y perpetuar los roles de dominador y sometida.

Es interesante notar que en el relato no se establece un camino posible de salvación para Ildara. Aquel viaje que tanto la ilusiona y le hace pensar en un nuevo mundo de libertades y placeres para ella es también un espacio desigual: si está sana y es fuerte, cae bajo el cuidado del "gancho", un posible proxeneta; si está herida y su aspecto no es agradable, no hay lugar para ella en el barco.

La violencia

Esta narración naturalista es un cuento violento. Clodio es un hombre que logra imponerse mediante el uso de la violencia, la cual ejerce tanto psicológica como físicamente contra su hija. Como ejemplo de la violencia de tipo psicológica, podemos ver cómo establece comparaciones entre su difunta esposa y su hija, y cómo planifica su escarmiento en pos de una supuesta enseñanza, dado que las marcas en el cuerpo oficiarían, según él, como recordatorio de lo que está bien y lo que está mal:

Ya te cansaste de andar descalza de pie y pierna, como las mujeres de bien, ¿eh, condenada? ¿Llevó medias alguna vez tu madre? ¿Peinóse como tú, que siempre estás dale que tienes con el cacho de espejo? Toma, para que te acuerdes... (13).

Como ejemplo de la violencia de tipo física, se presenta la atroz escena en la que acorrala a Ildara y le propina una seguidilla de golpes en el rostro con la intención de arruinarle la cara y, así, asegurarse su sometimiento a largo plazo.

Esta violencia parece ser un problema común para las jovencitas gallegas. Por ello Ildara recuerda un temor que padece desde que es niña. Su miedo consiste en "que el padre «la mancase», como le había sucedido a la Mariola, su prima, señalada por su propia madre en la frente con el aro de la criba, que le desgarró los tejidos (13).

La pobreza

Clodio e Ildara son una familia de bajos recursos. Esto se evidencia en la desesperación de Ildara por escapar de la Galicia rural que habita y padece hacia un nuevo mundo con más posibilidades económicas. También se ve en el hecho de que la chica tiene que salir a robar leña del amo para poder cocinar, como deja entrever el verbo "merodear": "Cuando la rapaza entró, cargada con el haz de leña que acababa de merodear en el monte del señor amo" (11). Se evidencia, además, en la ropa raída de la muchacha: "Remendadas y encharcadas sayas de la moza" (12). Y, además, se nota en la desesperación del padre para que su hija no se vaya, dado que es consciente de que él no puede mantenerse solo:

Fue un instante de furor, en que sin escrúpulo la hubiese matado, antes que verla marchar, dejándole a él solo, viudo, casi imposibilitado de cultivar la tierra que llevaba en arriendo, que fecundó con sudores tantos años (14).

La emigración

Desde el siglo XVIII, Galicia sufre la emigración de parte de su población, la cual se masifica hacia el último cuarto del siglo XIX y continúa en los inicios del siglo XX. En el cuento, Ildara quiere emigrar en barco hacia América, y es claro no es la única de su comunidad que ha decidido seguir este camino: "La esperaba el barco, en cuyas entrañas tantos de su parroquia y de las parroquias circunvecinas se habían ido hacia la suerte" (13).

Por su parte, el destino no se menciona de forma explícita en el texto, pero sí se infiere en su mención como una tierra de oportunidades: "Hacia lo desconocido de los lejanos países donde el oro rueda por las calles y no hay sino bajarse para cogerlo" (13). Como vemos, esta emigración podría estar relacionada con la "fiebre del oro" que se da en diversos países americanos durante el siglo XIX. Se llama así al periodo en el que una zona en la que se explota el oro recibe un gran cúmulo de gente en busca de trabajo.

Cabe mencionar que ese fenómeno emigratorio de la zona de Galicia se vincula con el hecho de que es una zona rural empobrecida, por lo que sus habitantes buscan ascender socialmente y salir de la marginación en la que viven.

La tradición versus la novedad

Clodio e Ildara representan dos realidades opuestas: él es un representante de la tradición; ella, con su juventud y sus ansias de progreso, de la novedad.

Clodio lo manifiesta a través de la violencia utilizada para perpetuar el estado de las cosas en su casa. El hombre le pega a su hija para que no se vaya y para que así pueda seguir ayudándolo en el campo, en la tierra "que fecundó con sudores tantos años, a la cual profesaba un cariño maquinal, absurdo" (14). Además, se pone en evidencia en su negativa a irse de allí y a conocer algo nuevo.

Ildara, en cambio, es una representante de la ruptura con la tradición, de la búsqueda de algo nuevo más gratificante. Ella intenta cambiar su realidad y abandonar la vida rural. Quiere irse en barco hacia nuevas tierras dado que piensa que allí puede progresar: "El padre no quería emigrar, cansado de una vida de labor, indiferente de la esperanza tardía: pues que se quedase él... Ella iría sin falta" (13).

Al final, la violencia paterna termina obligándola a permanecer en ese sitio y no encontrar una salida para su malestar.

La rebeldía

Con la adquisición de las medias rojas, que son un objeto prohibido y pecaminoso para el padre, y la planificación del viaje secreto hacia América, Ildara se configura como un personaje rebelde. También lo hace al mentirle a su padre: "Vendí al abade unos huevos, que no dirá menos él... Y con eso merqué las medias" (12). Así, si bien ella es sometida por su padre, logra por momentos salir de ese rol. Otro ejemplo encontramos cuando se atreve a contestarle que ha comprado las medias con su trabajo: "Gasto medias, gasto medias —repitió sin amilanarse—. Y si las gasto, no se las debo a ninguén" (12). Sin embargo, no consigue mantener ese estado de rebeldía, dado que debe ceder ante el padre, quien la golpea y mutila, dejándola tuerta y desdentada.

La prostitución

Este es un tema que no aparece explícito en el relato, pero que se sugiere a partir de algunos indicios. El primero de ellos es el de las medias compradas con el dinero adelantado por un hombre misterioso al que el narrador llama "gancho". Este término es un coloquialismo que se utiliza para referirse a alguien que se aprovecha de la buena fe de otras personas para estafarlas y sacar provecho de ellas. Este es el hombre que le promete conseguir el dinero para trasladarla a América. Es decir, sería un hombre que se aprovecha de la ilusión y de la belleza de la joven y, también, de su situación económica. Que no la lleve ni le ofrezca trabajo después de la mutilación sufrida es otro de los indicios que nos llevan a pensar que ese sería el destino de Ildara de concretarse el viaje. Ahora que no cumple con los requisitos de belleza esperados, no puede embarcarse:

Y nunca más el barco la recibió en sus concavidades para llevarla hacia nuevos horizontes de holganza y lujo. Los que allá vayan, han de ir sanos, válidos, y las mujeres, con sus ojos alumbrando y su dentadura completa... (14).

Además, Clodio, al compararla con las mujeres que no se preocupan por su aspecto físico ni usan medias, postula, de manera implícita, que esas actitudes de su hija le parecen reprochables e impúdicas.