La vida de Pi

La vida de Pi Temas

El viaje

La vida de Pi es un novela de aventura, género en el que los protagonistas deben atravesar un viaje físico, a cuyo término se encuentran transformados espiritual y subjetivamente. Es decir que suelen atravesar un viaje exterior que, a su vez, es un símbolo de un viaje interior. Por este motivo se dan las habituales correspondencias entre las novelas de aventura y los relatos de formación, y a esto también se debe la popularidad del género dentro de la literatura infantojuvenil, ya que supone un público que tiende a empatizar con las temáticas del género.

En el caso de La vida de Pi, este viaje se corresponde con una experiencia traumática del protagonista. En este sentido, el tema del viaje aparece relacionado íntimamente con el de la pérdida de la inocencia: tal como mencionamos, Pi es un niño inocente mientras está en Pondicherry, pero llega a México despojado de esa inocencia. Su viaje interior, entonces, simultáneo al viaje exterior, coincide con una transformación radical del personaje.

La pérdida de la inocencia

En la novela, la pérdida de la inocencia está ligada a la necesidad de sobrevivir. Su relevancia se refleja en las diferentes geografías de cada parte del libro: en la primera, Pi está en Pondicherry y todavía es un niño inocente. En la segunda, ahora en medio del Océano Pacífico, pierde su inocencia infantil. El inicio de esta segunda parte recrea el momento en que Pi invita a Richard Parker al bote salvavidas, dirigiéndose al tigre como si fuera un humano, lo que evidencia que todavía no dimensiona el peligro del tigre. Con el paso de las páginas, su instinto de supervivencia lo aleja cada vez más de esa inocencia, impulsándolo a cometer actos que jamás imaginó llevar a cabo. En ese sentido, el episodio del francés en los últimos capítulos de la segunda parte marca un quiebre para el protagonista: "En ese instante, algo murió en mí que jamás ha resucitado" (p.326). Esa "parte que muere" puede interpretarse como el último resabio de inocencia que se ha visto forzado a perder.

A diferencia de otras novelas de aprendizaje (que también reciben el nombre de coming-of-age y bildungsroman), en La vida de Pi el protagonista pierde su inocencia de manera traumática. Crecer o volverse adulto implica para Pi la pérdida de su familia y de todo mundo conocido. A esta carencia se le suma la necesidad de sobrevivir en el mar, una de las situaciones más extremas a las que puede estar expuesto un ser humano.

La supervivencia

La supervivencia es el tema principal de la segunda parte del libro, dedicada a los 227 días que pasa Pi en alta mar. La necesidad de mantenerse vivo se impone frente a las convicciones morales y religiosas del personaje, y así se ve obligado a comer carne y a matar, dos acciones que jamás hubiera hecho antes de estar en esa situación.

La supervivencia se asienta en Pi a fuerza del acostumbramiento: "Una persona puede acostumbrarse a todo, hasta a matar" (p.242). En este sentido, Pi demuestra una diferencia clave respecto a lo que él mismo sostiene sobre los animales: "Si hay una cosa que un animal detesta por encima de todo, es lo desconocido" (p.68). Como humano, él puede adaptarse sin problemas a una situación nueva y acostumbrarse. Aunque, ciertamente, el acostumbramiento se logra únicamente por la repetición, que es el procedimiento clave para adiestrar a los animales según Pi.

En la segunda versión de la historia, que Pi les relata a los japoneses, este tema se enfatiza incluso de manera más vívida, ya que Pi traza una equivalencia entre su instinto de supervivencia y Richard Parker. Si la primera versión es una alegoría o una ficción de la segunda —en la que no es Richard Parker quien mata al francés, sino el propio Pi—, lo que distancia al protagonista de un instinto de supervivencia brutal en realidad se establece como el verdadero poder de ese instinto. Es decir, en la segunda versión, Pi debe aprender a domar su propio instinto en lugar de a Richard Parker, debe aprender a sobreponerse a la experiencia traumática del naufragio apelando a su voluntad inquebrantable de sobrevivir.

La dualidad humana

La vida de Pi opera como una alegoría de la dualidad que existe entre lo natural/animal y lo humano, lo salvaje y lo civilizado, la razón y el instinto, el cuerpo y el espíritu. La centralidad de este tópico se evidencia a la luz de la interpretación realista que se le puede dar a la historia de supervivencia contada por Pi. En esta, no existe verdaderamente una convivencia con un tigre en altamar, sino que es el mismo Pi, y no Richard Parker, quien acaba con la vida de la hiena y el francés, quienes amenazaban su vida.

Bajo esta interpretación, Pi consigue sobrevivir, en principio, debido a que el tigre -que es él mismo, su instinto, su lado animal- consigue matar para salvarse. Luego, consigue sobrevivir porque puede dominar su propio instinto -es decir, domesticar al tigre- gracias al uso de la razón. Así, de algún modo la historia marca una oposición y posterior síntesis entre ambos elementos, y transmite con ello la idea de que las personas nos constituimos como tales en el equilibrio entre estos dos aspectos de nuestra identidad.

El acto de narrar

El narrador, el acto de narrar y la narración en sí misma son tópicos centrales a lo largo de La vida de Pi, aunque cobran una mayor relevancia en el relato marco, como se conoce a las narraciones que contienen en su interior otras narraciones, el relato enmarcado. En la novela, la aventura de Pi se cuenta por boca de su protagonista, quien rememora la aventura atravesada luego del hundimiento de su barco.

El hecho de que su historia sea solo una historia se enfatiza varias veces en las interjecciones del autor ficcional, en las menciones explícitas de Pi y mediante la segunda versión que Pi narra sobre el final. Como ejemplo literal, el capítulo 97 sólo incluye las palabras Pi se refiere constantemente a la aventura, narrada en la segunda parte, como "La historia" (p.368). A su vez, a través de la nota del autor semi-ficcional que incluye al comienzo, Yann Martel llama la atención del lector sobre el hecho de que no solo el relato de Pi es una historia potencialmente ficcional, sino que la novela misma y su propia nota son obras de ficción.

Sin embargo, esto no implica que La vida de Pi deba leerse con desconfianza. Por el contrario, la nota del autor enfatiza la naturaleza de la novela como una historia a la libre interpretación y creencia del lector, quien puede elegir creer en ella como en Dios. Las palabras de Pi hacia el final y su propia escenificación como narrador reafirman que siempre es mejor elegir en "la historia preferible" (p.396) de cada uno.

El carácter relativo de la verdad

El carácter relativo de la verdad es un tema que se pone de manifiesto principalmente en el momento climático de la novela, la tercera parte. Igualmente, si tenemos en cuenta la insistencia en la naturaleza narrativa de la historia que cuenta Pi y las intervenciones del autor/narrador, podemos considerar que veracidad o no de los hechos que se narran ocupa un lugar tan central como el acto de narrar y el problema de la fe.

En los últimos capítulos, luego de narrar una versión más plausible de su experiencia en alta mar, Pi le pregunta a los funcionarios japoneses qué historia prefieren. Esta pregunta está precedida por la aclaración de que los oyentes "no pueden demostrar cuál de ellas es la verdad” (p.396). Es decir, lo que realmente pasó no es relevante. Pi les ofrece seleccionar entre las dos versiones según una preferencia subjetiva. Esa elección es la única verdad que le interesa, porque para Pi todo hecho está afectado por la percepción de quien lo presencia.

Desde el punto de vista de Pi, entonces, no existe la objetividad. Siempre hay un componente de invención en toda "verdad" o "hecho real", lo cual implica, necesariamente, que no haya ninguna verdad absoluta.

La ciencia versus la religión

El tema de la religión y la ciencia como esferas conectadas, no opuestas, es preponderante en el relato de Pi. Justamente, Pi defiende una tesis que combina estas dos disciplinas en la Universidad de Toronto. En la primera parte, admite haber “oído casi tantas tonterías acerca de los zoológicos como acerca de Dios y la religión” (p.36). De manera similar, los dos señores que conoce en Pondicherry, su profesor de biología y el panadero musulmán, encarnan esta oposición entre ciencia y religión. El profesor de biología, un ateo acérrimo, confiesa que el zoológico es como su “templo” (p.50), dando cuenta de que existe algún tipo de síntesis entre los modos de abordar la ciencia y la religión. El panadero, por su parte, es quien inicia metódicamente a Pi en el Islam, y también se maravilla ante los animales del zoológico.

El aparente enfrentamiento entre estos dos modelos de creencias aparece representado directamente en la escena en la que los dos hombres observan a una cebra en el zoológico. En esa escena, el profesor pronuncia el nombre del animal en latín, el panadero agradece a Dios, y Pi solo admira su belleza.

La fe

La fe religiosa es un tema transversal en La vida de Pi y ha despertado controversia en las críticas sobre la novela. Pi cree en Dios y lo ama por sobre todas las cosas. Es un amor tan profundo que puede trascender no sólo las divisiones religiosas (ya que él se considera hindú, cristiano y musulmán), sino incluso convivir con su voluntad científica.

En esta línea, a Pi le sorprende que una persona pueda ser atea, pero no concibe el agnosticismo como una opción. La decisión expresa de dudar de los agnósticos, quienes son "incapaces de ver la luz, esclavos de la razón" (p.23), no tiene perdón para él. Para Pi, siempre hay que tomar una elección, hay que elegir creer en algo.

En la medida en que para el protagonista las religiones son historias, este tema está íntimamente ligado al acto de narrar y a la relatividad de la verdad. Así, durante los 227 días en alta mar, Pi duda de la presencia de Dios en su vida, ya que sus necesidades físicas se imponen por sobre las espirituales. Aun así, encuentra refugio en repetir los rituales de sus tres credos para evadir su realidad trágica.

La libertad

La pregunta por verdadera definición de la libertad aparece tempranamente en La vida de Pi. En la primera parte, Pi narra su infancia en la India viviendo en el zoológico de su familia. Allí defiende que los zoológicos no restringen la libertad de los animales. Por el contrario, considera que los animales salvajes están "presos" en sus necesidades de supervivencia, sus propios instintos. En esencia, en un zoológico esas necesidades están cubiertas, por lo que los animales pueden experimentar una libertad más profunda.

El mismo interrogante figura en la segunda parte, cuando Pi lucha por sobrevivir en el mar. Aunque no tiene responsabilidades, no debe estar en ningún lugar en particular y se encuentra en constante movimiento, sufre un cautiverio absoluto. Pi está preso de sus necesidades de supervivencia que lo obligan, por ejemplo, a comer carne. El apremio por la supervivencia restringe su libertad y termina por redefinir el término.