Lástima que sea una puta

Lástima que sea una puta Resumen y Análisis Acto I

Resumen

En la ciudad de Parma, el joven Giovanni le confiesa al fraile que está enamorado de su hermana, lo que deriva en una acalorada discusión, ya que, para el sacerdote, el incesto es un terrible pecado que lo llevará a la perdición. Contrariamente, el joven considera que su sentimiento es noble, y que debería poder amar a su hermana como lo hace cualquier otro hombre. Por su parte, el fraile, no comprende cómo el joven Giovanni, hijo del noble Florio, y que además destaca por su rendimiento escolar y por ser una persona ejemplar, ahora manifiesta esa inclinación por comportamientos depravados. La discusión termina cuando el fraile convence al joven de que viva una semana en penitencia, lamentándose y pidiendo ayuda a Dios, para ver si de esa forma los sentimientos hacia su hermana se modifican.

Mientras tanto, en la casa de Florio, Grimaldi —un soldado romano— y Vasques —el criado de Soranzo— se baten a un duelo. A pesar de su entrenamiento castrense, Grimaldi pierde, pero salva su pellejo gracias a la entrada en escena de Florio, Donado y Soranzo; este último le explica a sus compañeros que la pelea se debe a que Grimaldi compite con él por el amor de Anabella, la hija de Florio y hermana de Giovanni, y que por eso su criado retó al caballero romano a duelo. Florio le asegura a Soranzo que Anabella es libre de elegir a su pretendiente, y que está bastante convencido de que ella lo desea a él, por lo que no hay necesidad de competir ni de batirse a duelo.

Desde un balcón, Anabella y su nodriza, Putana, observan toda la situación sin ser vistas y discuten sobre ello. Anabella se siente incómoda con las rivalidades entre sus pretendientes, mientras que Putana contempla el escándalo con buenos ojos. La nodriza repasa entonces algunos de los pretendientes de Anabella y le recomienda que opte por Soranzo. En ese momento aparece Giovanni con aspecto lúgubre y Anabella se apresura a recibirlo. El muchacho le explica que está mal a causa del amor que siente por ella. Anabella, sorprendida pero alegre, le confiesa que ella siente lo mismo por él. Así, los hermanos prometen amarse por siempre y quitarse la vida en caso de perder el amor del otro.

El acto finaliza con Donado ayudando a su sobrino Bergetto a cortejar a Anabella. Como Bergetto es un hombre poco inteligente, Donado opta por escribir una carta en su nombre y enviársela a la joven junto con una joya de gran valor.

Análisis

Escrita en 1626 por el dramaturgo John Ford, Lástima que sea una puta es una tragedia dividida en cinco actos que tiene como tema principal el incesto, uno de los tabúes más delicados para la cultura occidental. La obra explora hasta las últimas consecuencias la torturada y al mismo tiempo desafiante psicología de dos hermanos enamorados, y resuelve el conflicto mediante una estructura dramática ejemplar. El título mismo pone en evidencia el deseo de Ford de escandalizar a la sociedad moralista de una época de transición en Inglaterra, durante la cual el puritanismo gana cada vez más terreno hasta derivar en una guerra civil y en la ejecución del monarca, Carlos I.

La acción de la obra —al igual que la de tantas otras del Renacimiento inglés— se localiza en Parma, Italia. Los dramaturgos del momento, fascinados por el exotismo de unas tierras cuyas leyendas proveen un sinfín de argumentos de los que nutrirse, recurren regularmente a este escenario. La mentalidad británica relaciona a Italia (dividida en ese entonces en muchos reinos, condados y ducados) con una lectura particular de El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, un tratado político que enseña a los gobernantes a valerse de cualquier medio para lograr sus fines, incluso si estos son violentos o inmorales. Además, Italia se asocia a la corrupción cortesana y papal, puesto que el catolicismo es el antagonista religioso del protestantismo inglés. Por eso Ford ubica en Parma a personajes coléricos y siniestros, que utilizan toda su astucia para satisfacer sus deseos o llevar a buen puerto sus planes venganza.

Sin embargo, la locación italiana no es sino un pretexto que se utiliza en numerosas ocasiones para desplazar el foco de la acción hacia una geografía distinta a la de la propia nación británica, que es en muchos casos el sitio en el que realmente ocurren los excesos y las corrupciones que los dramaturgos denuncian. Con todo ello, la Parma de esta obra, más que un sitio real es un escenario imaginario o, como lo llaman los ingleses, un landscape of the mind (un paisaje de la mente), en el que abundan la corrupción y la desmesura.

La primera escena, en la que Giovanni habla con el fraile, despierta el interés del público al presentar a un joven atormentado por una lucha interna, mientras el sacerdote lo insta a olvidarse de ella. Pronto se revela que el conflicto del protagonista es su deseo sexual por su hermana, Anabella. Así, desde su inicio la obra coloca a los espectadores y lectores en un territorio incómodo y polémico.

La confesión de Giovanni al fraile también introduce uno de los temas centrales: la relación controvertida entre el deseo individual y las expectativas sociales. Giovanni está convencido de que su fuerte deseo por su hermana debe ser amor verdadero, ya que está totalmente abrumado por sus emociones. El fraile, sin embargo, le recuerda que ceder a su deseo es similar a la idolatría, sugiriendo que a veces los individuos pueden llegar a estar tan cegados por lo que quieren que prescinden por completo del comportamiento ético.

Los modos en que Giovanni expresa sus sentimientos al fraile son un intento de reflejar los mecanismos del pensamiento lógico y deductivo. Si bien el tema tabú del incesto ya había aparecido en grandes dramas de la cultura occidental, como en la tragedia clásica Edipo Rey, de Sófocles, nunca se había presentado antes de esta manera, con todas las implicaciones religiosas y éticas puestas en tela de juicio mediante la argumentación intelectual. El discurso de Giovanni contrasta con el del fraile, que no es sino el de la tradición religiosa que se pronuncia en contra del afán excesivo de conocimiento, puesto que este empuja al hombre hacia la perdición. Querer traspasar los límites de la sabiduría supone, desde esta perspectiva, querer ser como Dios, y reproduce la transgresión original cometida por Adán y Eva, que significó la pérdida del Paraíso.

Lástima que sea una puta es una obra perteneciente al Renacimiento, un movimiento cultural de Europa Occidental, que se extiende desde finales del siglo XV hasta comienzos del siglo XVII. Este movimiento, se caracteriza por reivinidicar los periodos clásicos grecoromanos, motivo por el que las obras de este periodo abundan en alusiones a dichas culturas y retoman sus temas y motivos caracteristicos. En este sentido, Giovanni protagoniza uno de los dilemas típicos del teatro griego, el hombre vesus la ley. A través de una oratoria exquisita y entrenada, Giovanni expresa con sinceridad los sentimientos que no quiere ni puede reprimir, aún cuando es plenamente consciente de la grave falta en la que incurre al exponerlos. Giovanni, al igual que otros protagonistas de las tragedias inglesas del Renacimiento, es lo que la crítica inglesa llama un overreacher, es decir, un ser humano que pretende ir más allá de las normas de conducta establecidas por la tradición y las leyes de una sociedad. Frente a la exposición de sus deseos incestuosos, el fraile aconseja oración y arrepentimiento para no caer en un pecado que tanto la Iglesia como la sociedad en general consideran horroroso.

Rogad al Cielo que purifique la lepra de la pasión
que pudre vuestra alma; reconoced lo que sois:
Un desgraciado, un gusano, un nada: gemid, suspirad, rezad
tres veces por la mañana y tres cada noche (p. 70).

En este pasaje puede observarse ya un rasgo de estilo que caracteriza a toda la obra: el uso de un campo semántico relacionado con la enfermedad, la decadencia y la corrupción para expresar las consecuencias de la lujuria y el incesto. Sin embargo, a pesar de la invectiva de su mentor, Giovanni está convencido de que el amor que siente por su hermana no puede hacer mal a nadie. Desde su perspectiva, el incesto no es más que una convención social que le impide concretar sus deseos amorosos y ser feliz.

Luego, la entrada en escena de Grimaldi y Vasques implica un incremento de la tensión dramática que parece atenazar a los habitantes de Parma. La pelea que se desencadena entre estos dos personajes pone en evidencia el resentimiento de clase que atraviesa a toda la sociedad. Grimaldi, el caballero romano, se cree superior a Vasques, un simple criado, y así lo hace saber: “¿Qué pués, villano? ¿Pensáis que mancillaré mi reputación con un criado? (...) Soy romano y caballero; alguien que consiguió honor con pérdida de sangre” (p. 71). Sin embargo, el aire de superioridad del caballero queda irónicamente opacado por su adversario, quien es un combatiente más diestro. Así, solo la llegada de Florio salva a Grimaldi de recibir una estocada mortal y le permite escapar con vida.

Cabe destacar una cuestión de estilo fundamental, que se comprueba en el pasaje que acabamos de mencionar. Al igual que muchos dramaturgos de su época (como el propio Shakespeare, por ejemplo), Ford hace que sus personajes de alto rango se expresen en verso, mientras que los diálogos entre los criados y otros personajes de bajo rango lo hacen en prosa. Esta alternancia en verso y en prosa es muy utilizada para marcar diferencias jerárquicas entre personajes, y se utiliza a lo largo de toda la obra. En el conflicto entre Grimaldi y Vasquez, ambos se expresan en prosa, lo que da un indicio de que la sangre del caballero romano no es tan noble como él sostiene. Más adelante, en el diálogo entre Anabella y su criada, Putana, la primera se expresa en verso mientras que su criada lo hace en prosa, lo que destaca la asimetría social entre ambas.

Con la aparición de Anabella y Putana en el balcón, se revela la causa de la lucha que acaba de tener lugar: Vasques no hace más que defender el honor de su amo, Soranzo, quien está enamorado de Anabella, al igual que Grimaldi. Cuando los personajes masculinos se retiran, entran en escena Anabella y su criada, Putana. Esta última hace honor a su nombre y en su discurso se manifiesta como la máxima representación de la procacidad: Putana le explica a Anabella que lo único importante de un hombre es su virilidad, y que no hay nada de malo en darle rienda suelta a los deseos carnales: “Recomendad a un hombre por sus cualidades, pero tomad a un marido que sea autosuficiente, sencillo” (p. 75). En idioma original, en lugar de sencillo, Putana dice naked, es decir, "desnudo", lo que convierte a su consejo en un juego verbal con evidentes connotaciones sexuales. Poco después, algo similar ocurre cuando le da otro consejo a su señora: “Dicen que el bastón de un tonto es el compañero de juegos de una dama, pero vos, teniendo riquezas suficientes, no necesitáis arrojaros sobre la escasez de carne en absoluto” (p. 77). En este pasaje, el lenguaje figurado nuevamente refiere a la virilidad masculina y el acto sexual.

El diálogo entre Putana y Anabella se ve interrumpido por la entrada en escena de Bergetto y su criado, Poggio. Bergetto, sobrino de Donado y pretendiente de Anabella, posee características ridículas que lo aproximan a la figura del bufón y lo hacen funcionar como el interludio humorístico, una suerte de contrapunto cómico en medio de la trama trágica. Sin embargo, el final de este personaje no escapará a la tragedia, como veremos más adelante, lo que pone en evidencia que ni siquiera los inocentes pueden salvarse en un contexto de decadencia y corrupción en el que predominan los engaños y la violencia. Con su llegada se completa la presentación de los personajes masculinos que pretenden a Anabella, quien contempla la acción desde arriba con indiferencia, puesto que a ella le interesa un solo hombre en el mundo: su hermano. Momentos después, ambos personajes se confiesan su amor mutuo.

El discurso de Giovanni ante la presencia de su amada abunda en alusiones mitológicas relacionadas con el tema del incesto, y toda la escena está cargada de un profundo lirismo en el que se mezcla la afirmación de la pasión amorosa con la intuición de que es la fuerza del destino que los une. En este sentido, cada vez que los personajes se refieren al destino como una fuerza misteriosa que los empuja inexorablemente hacia un desenlace prefijado, queda siempre la duda de si el rol que esta fuerza juega no es realmente una excusa para justificar la propia voluntad y no limitar los deseos desbocados. La pregunta que surge de ello es, entonces, la siguiente: ¿Realmente Giovanni no puede evitar el deseo que lo inflama o, simplemente, no desea hacerlo? Para justificarse, el joven miente y hasta llega a afirmar que la Iglesia apaña su deseo: "He pedido consejo a la Santa Iglesia, / Que me dice que puedo amaros, y es justo / Que, puesto que puedo, debería; y así lo haré, sí" (p. 84).

La escena finaliza con la confesión del amor mutuo y el beso entre los amantes. Mientras que Giovanni se propone como una figura que desafía las convenciones sociales y religiosas, Anabella, por su parte, y en su condición de personaje femenino, es retratada de forma asertiva y autónoma, y se vincula voluntariamente a la transgresión de su hermano. Tal como se presenta en la obra, el esquema social dominante es patriarcal: son los hombres los que deciden el futuro de las mujeres de su familia. Aunque en su conversación con Donado, Florio se muestra como un progenitor abierto a la opinión y los deseos de su hija, en realidad (como veremos más adelante), no deja de ejercer su poder sobre ella y termina empujándola hacia un matrimonio que la joven no desea, pero que termina aceptando. En este contexto, la valentía de Anabella para dar rienda suelta al deseo que siente por su hermano adquiere un valor mayor por cuanto la joven se enfrenta a las convenciones sociales con entereza. Esto se sostiene, incluso, cuando finalmente el drama que se cierne sobre ella termina por llenarla de dudas y la empuja a arrepentirse de sus actos.