Coplas por la muerte de su padre

Coplas por la muerte de su padre Símbolos, Alegoría y Motivos

El fuego (Símbolo)

El poeta utiliza la imagen del fuego como símbolo de esa muerte que consume la vida. En la Copla XX el poeta menciona al infante don Alfonso a quien la familia Manrique apoyó en la sucesión de Juan II. Las aspiraciones de los nobles que apoyaron a don Alfonso duraron poco porque el infante murió a los catorce años. El poeta utiliza la siguiente imagen para narrar su muerte: "metióle la Muerte luego / en su fragua" (vv.236-237). La muerte en esta ocasión toma la forma de un herrero y acaba con don Alfonso en su fragua, es decir, en ese fogón que se usa para forjar metales. La imagen de la muerte es ambigua porque la fragua no es un lugar destinado a la destrucción, sino a la transformación, lo que resulta consistente con la mayor parte de la obra en la que la muerte no marca una separación tajante entre la vida terrenal y la vida eterna.

En esa misma copla, no obstante, el poeta menciona el fuego de manera explícita y ya no ambiguo como en el caso de la fragua: "cuando más ardía el fuego / echaste agua" (vv.239-240). En esta caso el fuego representa el momento más alto en la vida del infante que había alcanzado que lo apoyaran "cuánto gran señor" (v.233). La Providencia o "juizio divinal" (v.238) es el agua que apaga ese fuego que brillaba en el infante. Asimismo, al referirse al marqués de Villena y a su hermano en la Copla XXII, el fuego está otra vez asociado con el poder y el momento culminante de estos personajes ilustres.

La vida como un río (Alegoría)

El poeta inicia con la metáfora que establece una comparación entre la vida y los ríos que desembocan en el mar que representa, a su vez, la muerte. Luego, el poeta extiende esa metáfora estableciendo más de una comparación entre ambos planos. En el plano del referente tenemos las vidas de los diferentes estamentos que terminan por igual en la muerte. En el plano de la metáfora tenemos los ríos de diferente caudal que desembocan en el mar. Manrique parte de la metáfora de la vida como río que le permite crear una imagen adecuada para la fugacidad y constante fluir del tiempo, luego agrega la desembocadura en el mar como imagen de la eternidad; agrega además un aspecto más puntual sobre la muerte al indicar que todos los ríos, sin importar su tamaño, terminan en el mar, dándole a la muerte una capacidad igualadora. Hablamos de alegoría porque el autor busca representar la idea del transcurso de la vida valiéndose de un elemento real y cotidiano como es un río.

La muerte como guerrera (Alegoría)

A lo largo de la obra la Muerte se nos presenta como guerrera. En las coplas dedicadas al ubi sunt, el poeta utiliza los adjetivos "cruda" (v.274) y "airada" (v.286) y luego la describe como en un campo de batalla que derriba a sus enemigos: "con tu fuerça las atierras" (v.275); más adelante, agrega "todo lo passas de claro / con tu flecha" (vv.287-288). Lo que es llamativo de esto es que al principio de la obra Manrique trata la muerte de un modo sumamente abstracto y al final la personifica plenamente al cederle la voz e introducirla como personaje, pero en esta parte el poeta recurre a una imagen más bien visual de la muerte que se apega un poco más a las representaciones tradicionales de las Danzas de la muerte. Es el único momento a lo largo de toda la obra en la que el poeta apunta a una representación física de la muerte y la pinta como una guerrera cruel derribando enemigos y atravesando toda defensa con sus flechas.

Al final de la obra, si bien Manrique evita referirse a su aspecto físico y solo la caracteriza indirectamente a través de las palabras que dirige a don Rodrigo, la Muerte también está vinculada al ámbito de la guerra y el combate. Cuando invita a don Rodrigo a aceptar su fin lo llama una "batalla temerosa" (v.410) y una "afruenta" (v.407).

El mundo traidor (Alegoría)

A lo largo de la obra, el poeta no es del todo consiste en la representación del mundo. En una de las coplas, Manrique se refiere al mundo como esencialmente bueno, tanto que aún Dios estuvo dispuesto a descender del cielo. No obstante, en la mayoría de las coplas el mundo aparece representado como "traidor" (v.88), "halaguero" (v.208), "cruel" (v.212), "engañoso" (v.398). Las veces en las que el mundo aparece representado de este modo el poeta está tratando el tópico de la vanidad de vanidades y el contemptus mundi en el que el engaño del mundo en realidad radica en lo perecedero de todo cuanto ofrece a las personas. En el mundo hay una serie de factores que hacen que todo caduque: la edad, las desgracias, la naturaleza misma de las cosas y la fortuna.

La imagen más elaborada en torno al mundo traidor recurre a elementos propios de la guerra. Según Manrique, los placeres de este mundo son los corredores, es decir, los soldados que se adelantan a una emboscada para sorprender al enemigo. Una vez que los soldados de bando contrario hacen correr sus caballos para abalanzarse sobre los corredores, la muerte está lista para tender al hombre una emboscada. Por medio de esta imagen, el poeta plantea lo mundanal como cómplice de la muerte.

La muerte como una emboscada (Alegoría)

El poeta crea la imagen de un campo de batalla para mostrar cómo los placeres llevan a las personas a la perdición o a la derrota. En la Copla XIII, se establecen varios puntos de comparación entre una emboscada en medio de una guerra y la vida de las personas entregadas a los placeres. En primer lugar, el poeta utiliza una metáfora en la que los placeres son los corredores, es decir, los soldados que hacen el primer reconocimiento del campo de batalla. Estos corredores también tienen la función de atraer al ejército enemigo al lugar preciso en el que se dará la emboscada. De esta forma, cuando el ejército enemigo ve a esos corredores se abalanza sobre ellos "a rienda suelta" (v.152). Esto refleja el modo en que las personas se aproximan a los placeres irreflexivamente, sin sospechar que esos placeres son en realidad una trampa que los va a llevar a la "emboscada", es decir, a la muerte.