Un enemigo del pueblo

Un enemigo del pueblo Resumen y Análisis Acto III

Resumen

Poco después, en la redacción del periódico El mensajero del Pueblo, Hovstad y Billing comentan el artículo de Stockmann y sienten que se aviene una revolución. Dicen que ellos se encargarán desde el periódico en insistir sobre la ineptitud del Alcalde y la necesidad de que el gobierno se componga de librepensadores.

Llega el Doctor Stockmann para autorizar la publicación del artículo. Hovstad le asegura que todo hombre ilustrado estará ineludiblemente de su lado y que contará con el apoyo de la totalidad de los ciudadanos. Stockmann les cuenta que quisieron doblegarlo, hacerlo resignar en sus convicciones, y que muy por el contrario él se encargará de bombardear con sus artículos a quien lo atacó. Ante el festejo de los periodistas, Stockmann declara que ya no se trata solamente de las aguas y las cloacas, sino que toda la sociedad debe ser desinfectada, instaurando nuevos jefes en los cargos públicos, hombres libres y nuevos. Billing lo llama “amigo del pueblo”. Conmovido, el Doctor se retira, anunciando que volverá más tarde.

Aslaksen habla de que, de todos modos, es necesario moderarse y que enfrentarse a las autoridades de la ciudad puede ser peligroso. Hovstad replica que él no es una veleta que cambia de opinión sin más, y habla con Billing acerca de la posibilidad de prescindir de Aslaksen, encontrando otra fuente de dinero. Mencionan a Morten Kiil, y Billing asegura que posee una gran fortuna que caerá en manos de la familia Stockmann.

Llega Petra. Hovstad le ofrece asiento, entusiasmado, pero ella se niega y dice que solo viene a devolver el relato inglés. Aclara que no va a traducirlo y que piensa que no es una obra adecuada para ser publicada por El mensajero del pueblo, porque propone que una fuerza sobrenatural apadrina a los buenos y castiga a los malos. Le pregunta a Hovstad si él cree que eso sucede en la realidad. Hovstad contesta que no, pero que como director de un periódico a veces debe ajustarse al gusto popular. Conversan y Petra demuestra su disgusto por las tácticas y trucos para convencer lectores. Luego habla sobre la empresa que está llevando a cabo su padre, que es de suma importancia, y Hovstad asiente, agregando que es un placer ayudar al Doctor Stockmann, particularmente porque es el padre de ella. Petra se ofende por el hecho de que a Hovstad no le importe realmente la causa sino seducirla. Agregag que nunca lo perdonará por haber sido insincero con su padre, y está por retirarse cuando Hovstad le dice que no le conviene hablarle así justo cuando su padre precisa de la ayuda del periódico. Petra lo acusa de sinvergüenza; Hovstad le pide disculpas pero ella se retira.

Aslaksen le avisa a Hovstad que el Alcalde se encuentra en la imprenta y quiere hablar con él. Hovstad entra y el Alcalde le habla sobre el disgusto que le ha causado el médico del balneario, quien escribió un informe sobre supuestos errores en la construcción del balneario. Hovstad simula no saber de qué habla, pero irrumpe Aslaksen y pregunta por el manuscrito. El Alcalde le pregunta a Hovstad qué opina del artículo y este responde que no es un entendido en el tema, pero no puede negarse a publicar un artículo de alguien con el renombre que tiene el Doctor. Aslaksen aclara que él no tiene ninguna decisión sobre el contenido del periódico. El Alcalde se dirige a Aslaksen, diciéndole que es bueno ver entonces tan buena disposición, de parte de los ciudadanos de recursos moderados como él, para sacrificarse por las reformas que propone el Doctor. Ante la sorpresa de los demás, el Alcalde informa el presupuesto estimado para las reformas y el hecho de que eso saldría del bolsillo de los ciudadanos, puesto que los accionistas del balneario no pueden afrontar nuevas deudas. Cuando anuncia que el balneario deberá cerrarse por dos años, Aslaksen se desespera preguntando de qué vivirán en ese tiempo los propietarios, y acaba preguntando si no será fantasioso el diagnóstico del Doctor. El Alcalde afirma con seguridad que lo es y que trae consigo un informe más equilibrado de la situación, que él mismo escribió. Hovstad apoya la publicación del informe del Alcalde. En ese momento escuchan que el Doctor Stockmann vuelve a entrar a la redacción, y el Alcalde se queda escondido en la pieza de imprenta tras pedirle a Hovstad que se deshaga de su hermano pronto.

El Doctor les dice a Hovstad y a Aslaksen que no puede esperar a ver el artículo impreso, y estos responden que la publicación está demorada. El Doctor dice también que espera que los jóvenes entiendan, cuando lean su artículo, que él quiere poner la conducción de la sociedad en manos de ellos, y que se niega a cualquier manifestación u honores en su favor. En ese instante aparece la señora Stockmann, pidiéndole a su marido que recapacite y que no conduzca a su familia a la desgracia. Le ruega a Hovstad que no incite a su marido a publicar el artículo, porque de ser así el Doctor perderá su trabajo en el balneario. El Doctor Stockmann dice que él defenderá la verdad y que nada malo sucederá porque él tiene el apoyo de la mayoría compacta. Interrumpe su discurso cuando reconoce, en una silla, el bastón y el sombrero que dejó su hermano al entrar.

El Doctor se pone el sombrero de su hermano y abre la puerta tras la cual aquel se esconde. Le dice que lo destituirá de su cargo, y que lo hará con la ayuda de El mensajero del pueblo. Aslaksen lo interrumpe diciendo que no sucederá tal cosa. Hovstad le explica al Doctor que ya no apoyarán su posicionamiento en torno al tema del balneario; la opinión pública es la que realmente dirige el periódico, y esta está contra Stockmann en tanto su propuesta llevaría a la ruina a los ciudadanos. El Alcalde recupera su sombrero y su bastón. Hovstad le dice que publicarán una nota con la información verdadera, en lugar del informe del Doctor. Este responde que no lograrán callar a la verdad; leerá su informe en una asamblea popular. Los hombres le dicen que no conseguirá que nadie lo siga ni le preste su local. La señora Stockmann le dice a su marido que ahora está de su lado. Se retiran juntos.


Análisis

En este tercer acto se produce el giro que reconfigura las alianzas y oposiciones y modifica la suerte del protagonista. Dicho giro se identifica con el cambio de posicionamiento, por parte de Hovstad, Aslaksen y Billing, respecto al conflicto del balneario. El efecto trágico de esta reconfiguración de alianzas y enfrentamientos (a partir de la explicación del Alcalde, los hombres del periódico retiran el apoyo al Doctor) se enfatiza por el contraste con el modo en que el acto abre, cuando Hovstad felicita al Doctor y le asegura un apoyo masivo: "¡Si nos mantenemos unidos, irá todo tan suave como una seda! Será tan fácil poner en marcha el proceso como botar un barco al mar. ¿No lo creen?" (p.167).

Nuevamente se releva cierto carácter ingenuo o desprevenido por parte del Doctor, quien se deja convencer y conmover rápidamente por las promesas de apoyo. Las declaraciones de este acerca de lo fácil que será llevar a cabo la empresa contrastan con las dificultades a las que deberá enfrentarse en adelante: "Han querido humillarme, convertirme en un despojo, sugiriéndome que anteponga mis intereses personales por encima de mis convicciones más sagradas" (p.166).

La disyuntiva entre los intereses personales y las “convicciones” más ligadas a una búsqueda idealista de la verdad, es puesta en palabras por el protagonista al inicio de este acto y luego se verá plasmada en la acción. El cambio de opinión de Hovstad y Aslaksen responde justamente a un reacomodamiento de la jerarquía: la emoción que produce en ellos el informe del Doctor es destituida por la conciencia de los riesgos económicos y los sacrificios que la empresa de Stockmann implicaría para ellos y para todos los ciudadanos:

EL ALCALDE: Me he asegurado. Si se desea avanzar con el plan de reformas tan amplio como lo propone el Doctor, deberá pagarlo la ciudad.

ASLAKSEN: ¡Eh! ¡Pero condenada suerte! Creo que este es un asunto muy diferente, señor Hovstad.

HOVSTAD: Sí, verdaderamente.

(p.177)

Es recién entonces, cuando vislumbran las inconveniencias del plan de Stockmann, que los hombres del periódico comienzan a dudar de la veracidad de las palabras del Doctor, aquellas mismas que antes habían elevado a la condición de verdad absoluta:

ASLAKSEN. Pero, señor Alcalde, ¡esto ya pasa de la raya! ¿De qué viviremos, entonces, nosotros, los propietarios, durante ese tiempo?

EL ALCALDE: ¡Oh! Lamentablemente es difícil de responder, señor Aslaksen. ¡Qué le vamos a hacer! ¿Cree usted que tendremos un solo turista si corre el rumor de que el agua es nociva, que vivimos sobre un terreno enfermo; que la ciudad toda..?

ASLAKSEN: ¿Y si todo eso fuera una fantasía?

(pp.177-178)

Con este giro en la trama vuelve a ponerse en escena aquella característica humana consecuente con el estatuto de sujeto social: un individuo, en comunidad, se encuentra atravesado por cuestiones sociales. Nuevamente, las esferas política, social e individual se evidencian indesligables. En este acto, se ve cómo Hovstad, Aslaksen y Billing no se configuran solamente como representantes de la esfera de los medios de comunicación, sino también como ciudadanos. A partir del diálogo con el Alcalde, ellos vislumbran las consecuencias que pueden traerles, en su calidad de individuos, llevar a cabo la publicación del informe del Doctor. Se vuelve a poner en juego el conflicto entre el interés público y el bien personal, en tanto Hovstad y Aslaksen justifican su cambio de perspectiva en una adherencia a la opinión pública. Este movimiento es, además, en absoluto lineal: los hombres del periódico dicen configurar una línea editorial en supuesta respuesta a los intereses de los ciudadanos, pero ellos se evidenciarán responsables de condicionar e incluso construir, en base a sus propias convicciones, la opinión pública.

Sin sospechar lo que sucedería, el protagonista ponía en palabras, al iniciar el acto, aquello que configuraría luego su tesis sobre la sociedad: "Ya no es ahora el asunto de las aguas y las cloacas sólo, ¿sabe? Es toda la sociedad que debe ser limpiada y desinfectada" (p.167).

En su rol de personaje delegado, instrumento fundamental de la articulación de la tesis del autor, el Doctor Stockmann va explicitando la dimensión metafórica de la pieza. A partir de este tercer acto, se empieza a vislumbrar que la contaminación de la sociedad que tiene lugar en la pieza es mucho más grave de lo que el Doctor estipulaba: la corrupción no habita solamente en la burocracia que gobierna la ciudad, sino que su germen existe también al interior de aquellos hombres que, hasta el momento, se presentaban como “librepensadores” y perseguidores de la verdad. Uno de estos hombres es Hovstad, quien justamente comienza a develar su germen corrupto en su diálogo con Petra. La muchacha rechaza traducir el relato que Hovstad le había encomendado, y además explicita su crítica sobre al “mensaje” incluido en ese texto literario. Ella encuentra que la tesis del relato es “contraria a las ideas de ustedes” (p.171), es decir a la de El Mensajero del Pueblo, a lo que Hovstad responde que eso no es relevante, porque la obra promulga ideas que el pueblo espera escuchar:

PETRA: Entonces, ¿su conciencia le permite ofrecer esa obra a su público? Sin embargo, no creo que usted crea eso, y sabe muy bien que esas cosas no suceden en la realidad.

HOVSTAD: Tiene razón. Pero un director de periódico no puede hacer siempre lo que le parezca. En asuntos de tan poca importancia, debe uno inclinarse ante el gusto popular. Por otra parte, en temas de política -y ese sí que para un periódico es un asunto importante- debe actuarse con habilidad, halagando al público para conseguir que acepte las ideas liberales y progresistas. Si nuestros lectores encuentran en el diario una historia con moral evidente, como ésa, se sentirán más seguros, aceptarán fácilmente las ideas políticas que publicamos junto con ese relato.

PETRA: ¡Ugh! Qué trucos sinuosos para convencer a sus lectores; como si los envolviera en una tela de araña...

(p.172)

La escena refuerza el carácter idealista de Petra, personaje que la obra presenta como heredera de los ideales de su padre. Al igual que el Doctor, Petra cree en la verdad y en la necesidad de no ofrecer al pueblo sino lo verdadero. Su voluntad contrasta con el discurso de Hovstad, quien no solo revela su subestimación sobre la capacidad intelectual de ese pueblo cuya voz dice evocar y respetar en su periódico, sino que además evidencia el verdadero motivo que lo impulsa a defender al Doctor: no la causa en sí, sino seducir a Petra. Nuevamente, se vislumbra la disyuntiva entre el interés por el bien personal y aquel “bien común” con que los hombres suelen justificar y disfrazar sus verdaderas motivaciones. El germen corrupto al interior de Hovstad se devela cuando Petra manifiesta su disgusto por él:

PETRA: Sí, me ofende que no haya sido sincero con mi padre. Le ha hecho creer que sólo su amor a la verdad y a la sociedad lo impulsaban. Eso ofende tanto a mi padre como a mí. Usted no es el hombre que creíamos. Nunca se lo podré perdonar. ¡Nunca!

HOVSTAD: No me trate mal ahora. Menos que nunca ahora que…

PETRA: ¿Por qué ahora?

HOVSTAD: Porque ahora su padre no puede prescindir de mi ayuda.

(p.173)

Hovstad intenta extorsionar a Petra, amenazándola con quitarle el apoyo a la empresa de su padre. En el hecho de que esta, ante tal amenaza, no trastabille ni un instante y abandone el lugar, ofendida, vuelve a ilustrar el carácter incorruptible de la muchacha, por el cual se asimila a su padre.

La ingenuidad del Doctor Stockmann como consecuencia de su carácter idealista, por su parte, es explicitado por su mujer cuando esta le ruega a Hovstad que no “incite” a su marido a continuar con su empresa:

DOCTOR STOCKMANN: ¡Incitar! ¿Tú crees que yo me dejo arrastrar, Katrine?

SEÑORA STOCKMANN: Sí, lo haces. Eres el hombre más inteligente de la ciudad, y el más fácil de engañar.

(p.182)

Este parlamento de la señora Stockmann, en referencia a cierta ingenuidad que azota al Doctor a pesar de su inteligencia, coincide con el momento en que el protagonista de la pieza lee de forma equivocada la situación. Al ver el bastón y el sombrero de su hermano, sorprende a este y, utilizando los símbolos de poder del Alcalde, camina por la redacción del diario pavonéandose y alardeando sobre cómo él lo venció en la lucha por el poder:

EL ALCALDE: ¡Deja la gorra, te digo! Recuerda que forma parte del uniforme reglamentario.

DOCTOR STOCKMANN: ¡Qué vergüenza! ¿Crees que las fuerzas del pueblo se dejarán atemorizar por gorras de uniforme? Mañana haremos la revolución, ya lo sabes. Querías despedirme, y te destituyo yo. De todos tus cargos. ¿Es que crees que no puedo hacerlo? Pues puedo. Las fuerzas populares me respaldan, y son invencibles. Hovstad y Billing van a expresarse desde El Mensajero del Pueblo, y Aslaksen se pondrá al frente de toda la Asociación de Propietarios.

(p.184)

Este momento del tercer acto constituye una ironía dramática, en tanto el espectador sabe aquello que el protagonista ignora: el Doctor no cuenta ya con el respaldo del periódico ni de la Asociación; muy por el contrario, esas fuerzas están ahora pronunciadas en su contra. La fuerza dramática de esta ironía se enfatiza en el gesto extremo del protagonista, que ignora su suerte: él se pavonea sobre su poder utilizando los elementos de la autoridad, creyendo haber desplazado a su hermano, cuando en verdad es el Alcalde quien acaba de unir fuerzas y se prepara para ganar la batalla. Inmediatamente después del parlamento citado anteriormente, Hovstad y Aslaksen confiesan haber retirado su apoyo al Doctor y haberse aliado con el Alcalde en su contra. El Alcalde, entonces, reclama sus elementos:

EL ALCALDE: ¡Mi gorra y mi bastón!

(El Doctor Stockmann se quita la gorra y la deja sobre una silla, junto con el bastón)

EL ALCALDE: (Recoge ambas cosas.) Tu ejercicio de la autoridad ha tenido un abrupto final.

(p.185)

Este momento, en el que el Doctor deja los elementos y el Alcalde los recupera, tiene significancia simbólica: el movimiento ilustra lo efímero e ilusorio del poder, de cuyos beneficios el protagonista creyó, por un instante, gozar.

El cierre de este tercer acto plantea una expectativa en relación a los siguientes, en tanto los hombres del periódico configuran con el Alcalde un bloque que se opone al del Doctor, pero aún queda saber de qué bando estará la gran masa de la sociedad, que ignora el conflicto y, por lo tanto, no se ha pronunciado: "Mis buenos señores, ha comenzado el combate. Ya veremos si la cobardía tiene el poder de silenciar a un patriota que lucha por purificar la sociedad" (p.186).

El protagonista desafía a sus enemigos con la esperanza de que los ciudadanos apoyen su causa, inclinándose por la verdad. En este parlamento final, enuncia ciertos conceptos, como la cobardía y el silenciamiento, que serán sumamente problemáticos en el acto siguiente, cuando toda la ciudadanía se incline por una de las dos fuerzas en conflicto.