Pedro Páramo

Pedro Páramo Resumen y Análisis de los Fragmentos 61 - 69

Resumen

61

Susana San Juan conversa con Justina sobre los pecados y de la existencia del Cielo y el Infierno. Susana se queda dormida y Justina sale de la habitación. En ese momento se cruza con Pedro, que estaba por entrar a ver a su esposa. Él le pregunta a Justina cómo está Susana y ella responde que está mal, que ya está perdida y no se puede hacer nada por ella. Pedro pregunta si el padre Rentería fue a verla y Justina le dice que él la confesó el día anterior, y que tendría que ir ese día a darle la comunión.

Pedro entra en la habitación y ve a Susana dormida y convulsionando. Intenta hablarle pero ella no despierta. Al rato llega el padre Rentería y le da la comunión. Ella abre la boca semidormida y luego dice unas palabras: "Hemos pasado un rato muy feliz, Florencio", en referencia a su exmarido. Luego, sigue durmiendo.

62

Dos mujeres viejas conversan en el pueblo: doña Fausta y doña Ángeles. Una de ellas supone que algo malo ha pasado en la Media Luna porque se apagó la luz de una de las ventanas de la casa, que siempre estaba prendida. Deducen que algo le ha pasado a Susana, porque ven llegar a la casa a un doctor que va con mucha prisa. Una se apiada de Pedro Páramo, pero la otra no siente lo mismo. Dice que don Pedro se merece eso y mucho más. A una se le ocurre avisar al padre Rentería, para que la pobre Susana no muera sin confesión, pero la otra la disuade. Dice que a los locos no les vale la confesión y que son inocentes aunque tengan el alma impura. Coinciden en rezar por el alma de la mujer, se saludan y cada una entra en su casa.

63

El padre Rentería da la extremaunción a Susana. Ella no colabora mucho y le pide al padre y luego a Justina que la dejen sola. Susana dice que si se va a morir prefiere hacerlo tranquila y sola, recordando los buenos momentos pasados junto a Florencio. Finalmente, Susana muere.

64

Dorotea le dice a Juan Preciado que ella vio morir a doña Susanita.

65

La mañana en que Susana muere es 8 de diciembre y todo el pueblo de Comala se despierta por el repique de las campanas, que anuncian su muerte. Las campanas siguen sonando durante tres días y todas las iglesias de la zona se suman a dar el pésame. Los habitantes del pueblo se preguntan qué habrá pasado y la noticia de la muerte de Susana San Juan va pasando de boca en boca.

Gente de toda la región llega a Comala atraída por las campanadas, entre ellos, circos, malabaristas y músicos. Se arma una fiesta popular en las calles de Comala, que sigue incluso una vez que las campanas dejan de tocar. No hay forma de explicarles que es un día de duelo o convencerlos de que vuelvan a sus casas. Sigue la feria, la riña de gallos y las loterías. En la Media Luna son días de duelo y silencio. Entierran a doña Susana y nadie en el pueblo se entera, entretenidos por la fiesta.

Pedro Páramo jura vengarse del pueblo por la falta de respeto y promete que Comala morirá de hambre.

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El Tilcuate sigue volviendo cada tanto a dar las novedades de la revolución a Pedro Páramo. Cada vez que vuelve apoya a un líder diferente; primero Carranza, luego Obregón y así sucesivamente. Le informa a Pedro que el padre Rentería se levantó en armas, y Pedro le dice al Tilcuate que se ponga del lado del gobierno contra el padre. El Tilcuate dice que el gobierno los considera rebeldes y que le conviene más apoyar al padre, más aún porque estar de su lado le garantiza la salvación.

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Pedro no logra superar la muerte de Susana. Recuerda el momento en que murió y ruega que regrese con él. En algún sentido, Pedro siente que su propia muerte está próxima.

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Abundio se emborracha para olvidar la pena que siente porque su mujer, Refugio, ha muerto. Sale de la tienda de los Villalpando, donde ha ido a comprar bebida, e intenta volver a su casa, pero termina yendo calle arriba hacia la Media Luna. Pedro lo ve acercándose a su casa y llama a Damiana para que vea qué quiere el hombre.

Abundio le pide limosna a Pedro para enterrar a su mujer. Luego, sin darse cuenta, ya que estaba muy borracho, apuñala a Damiana y a Pedro Páramo.

69

Luego del fallecimiento de Damiana, Pedro siente su propia muerte cada vez más cerca. Piensa en todos los que se fueron y desea ser él el próximo. En un momento intenta levantarse de su silla, cae de costado y queda allí, sin poder levantarse, durante todo el día. Luego, siente la mano de Damiana en su hombro, quien le ofrece traerle el almuerzo. Pedro le dice que ya va para allá. Se apoya en los brazos de Damiana y hace el intento de caminar, pero se cae nuevamente, da un golpe contra la tierra y muere.

Análisis

En esta sección muere finalmente Susana San Juan, lo que, según se narra, ocurre el 8 de diciembre. En la tradición cristiana, el 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción de María. Este es un dogma religioso que sostiene que María está libre del pecado original desde el momento de su concepción, es decir, que tiene un carácter especial por ser la madre de Cristo. Esta doctrina se relaciona directamente con la historia de Susana San Juan: las vecinas de Comala afirman, en el fragmento 62, que no tiene sentido confesar a Susana antes de morir, ya que ella también tendría un carácter especial ante Dios, en este caso, a causa de su locura. "Aunque dicen los zahorinos que a los locos no les vale la confesión, y aun cuando tengan el alma impura son inocentes. Eso solo Dios lo sabe...", señala doña Fausta (p. 119).

En este sentido, se puede identificar el personaje de Susana con la figura de la Virgen, la mujer ideal y llena de gracia. Pedro Páramo la recuerda tal como era cuando eran niños y describe su belleza virginal. Una vez que se casa con ella, la desea, pero no queda claro si llegan a consumar el matrimonio alguna vez: "Desde que la había traído a vivir aquí no sabía de otras noches pasadas a su lado, sino de estas noches doloridas, de interminable inquietud" (p. 100). En este sentido, la muerte de este personaje, que evoca el pasado idílico de Comala, la inocencia y la falta de pecado, desencadena el fin de los días dichosos del pueblo. "Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre" (pág. 124), sentencia Pedro tras la muerte de Susana.

En esta sección también se hace alusión a la guerra de los Cristeros, un conflicto armado muy sangriento que tiene lugar en México después de la Revolución. Se origina por las políticas del entonces presidente Calles, que busca limitar y controlar el culto católico en el país y, en consecuencia, el poder de la Iglesia Católica. Como se puede ver desde el principio de la novela, la Iglesia y su representante en el pueblo, el padre Rentería, gozan de un gran poder e influencia moral sobre las personas en Comala. Todos recurren a él para lograr la salvación de sus almas, y hasta los más poderosos buscan su favor y están dispuestos a pagar un buen precio por él.

Ante la amenaza que las políticas laicas de Calles plantean al poder de la Iglesia, las guerrillas cristeras, formadas por campesinos y ex-revolucionarios con el apoyo del Vaticano, se levantan en armas contra el gobierno mexicano. Durante el transcurso de los 3 años que dura el conflicto, se estima que mueren 250.000 personas de ambos bandos. Este es otro ejemplo de un evento histórico al que Rulfo alude de forma marginal en la novela para darle más visos de realismo.

Finalmente, la novela termina con la muerte de Pedro Páramo, o más precisamente con su entrada al mundo de los muertos, escoltado por la recientemente asesinada Damiana Cisneros. De este modo se termina de configurar la estructura circular de la novela: empieza con Juan Preciado enterándose de que Pedro Páramo está muerto, por medio del relato de Abundio, y termina con la muerte de Pedro Páramo, que acompaña a Damiana por el sendero de la muerte, recientemente apuñalada por el mismo Abundio. Puede decirse que la novela termina en el mismo punto donde puede volver a comenzar nuevamente, formando un círculo en el que la vida y la muerte se retroalimentan en un ciclo perpetuo.