Orgullo y Prejuicio

Orgullo y Prejuicio Citas y Análisis

Es una verdad reconocida por todo el mundo que un soltero dueño de una gran fortuna siente un día u otro la necesidad de una mujer.

Narrador, Capítulo 1

En la primera línea de la novela, Austen revela dos de sus temas principales: el matrimonio y la clase (especialmente aquella determinada por el dinero). En el mundo de Orgullo y prejuicio, los individuos se definen por sus oportunidades matrimoniales y por su situación financiera. Sin embargo, la ironía en esta línea oculta una crítica implícita. El enfoque gramatical de la línea está en "un soltero (...) [con] la necesidad de una mujer", pero la novela de Austen se centra en sus personajes femeninos que luchan por triunfar en el contexto de este patriarcado opresivo. Cada una de las hermanas Bennet sabe que, sin un esposo con medios y un estatus dignos, corre el riesgo de vivir una vida como solterona impotente y potencialmente desamparada. Que Austen pueda implicar una realidad tan desesperante en una línea superficialmente despreocupada y directa es evidencia de su genialidad.

El orgullo es un defecto muy común. Mis lecturas me han convencido de que la naturaleza humana es extremadamente propensa a él, y de que hay muy pocas personas que no se sientan satisfechas de sí mismas por tal o cual condición real o imaginaria. La arrogancia y el orgullo son cosas muy distintas, aunque a menudo se tomen como sinónimos. Una persona puede ser orgullosa sin ser arrogante. El orgullo se refiere más a nuestra opinión sobre nosotros mismos; la arrogancia, a lo que deseamos que los demás piensen de nosotros.

Mary Bennet, Capítulo 5

Mary le da al lector una lente a través de la cual comprender uno de los conceptos centrales de la novela. En apariencia, Mary ofrece definiciones simples del orgullo y la vanidad. Su discurso también indica que estos atributos son "muy comunes". Por lo tanto, implica que es mejor reconocer la tendencia de uno hacia tal comportamiento. Sin embargo, al comienzo de Orgullo y prejuicio, tanto Elizabeth como Darcy creen que están por encima del orgullo y la vanidad. Piensan que pueden existir fuera de estas normas culturales, pero en última instancia se ven obligados a aceptar que, de hecho, existen en el contexto de una sociedad. Tienen responsabilidades para con los demás y deben considerar, hasta cierto punto, cómo los perciben sus familiares y amigos.

Tal vez sea agradable poder engañar a la gente en un caso así; pero a veces no conviene ocultarlo tanto.
Si una mujer se obstina en ocultar sus sentimientos al hombre que ama, puede perder la oportunidad de conservarlo, y entonces será mezquino consuelo suponer que se ha burlado de todo el mundo. Hay tanto de gratitud o de vanidad en casi todos los defectos, que no es cauto abandonarse a ellos. Se puede comenzar con la mayor libertad (una pequeña preferencia es lo más natural), pero pocas de nosotras poseemos suficiente corazón para enamorarnos de veras sin estímulo. En nueve casos de diez, la mujer demuestra mayor afecto del que siente.

Charlotte Lucas, Capítulo 6

Por un lado, la visión pragmática que tiene Charlotte del amor contrasta con la mirada más romántica de Elizabeth (y, presumiblemente, de la propia Austen). Sin embargo, la filosofía de Charlotte refleja la desafortunada realidad que deben enfrentar las mujeres de Orgullo y prejuicio. Viven en una sociedad patriarcal. Si un hombre se queda soltero, su mayor riesgo es la soledad. Sin embargo, una mujer soltera enfrenta una potencial falta de seguridad financiera. A los ojos de Charlotte, esta desigualdad social significa que una mujer debe considerar emplear la manipulación por el bien de su futuro. Charlotte sigue su propio consejo cuando muestra más afecto del que siente hacia Mr. Collins para asegurarse una propuesta de matrimonio. Aunque el final feliz de Elizabeth sugiere que no siempre es necesario que una mujer sea tan pragmática como Charlotte, su filosofía funciona como una crítica a un mundo que limita la capacidad de acción de una mujer.

La felicidad en el matrimonio es cuestión de suerte. En cualquier caso, el que uno conozca las cualidades del otro no hace que éstas aumenten. Incluso es posible que se transformen en una molestia, de modo que es mejor conocer lo menos posible las características de la persona con quien se ha de pasar toda la vida.

Charlotte, Capítulo 6

La visión pragmática que Charlotte tiene del amor y el matrimonio oculta en realidad su miedo y desesperación. Ve el amor como un factor irrelevante para el matrimonio, y cree que una mujer debe limitar la intimidad con su esposo para evitar inevitables decepciones. Esto indica que Charlotte ve a un esposo como una mercancía o un medio para un fin. A pesar de que Elizabeth critica la sugerencia de Charlotte, había tristemente mucha verdad en su postura en la época de Jane Austen. Charlotte es consciente de que, si sus expectativas para una pareja son demasiado altas, corre el riesgo de convertirse en una solterona sin seguridad financiera. Bajando sus estándares puede que no encuentre el amor, pero al menos vivirá cómoda.

La recibieron en la sala de almorzar, donde se hallaban todas menos Jane, y donde su aparición sorprendió a los presentes. Que hubiera caminado tres millas a hora tan temprana, con tiempo tan húmedo y sola, era casi increíble para Mrs. Hurst y Miss Bingley, y Lizzy advirtió que la menospreciaban por ello. Fue, no obstante, recibida por todos con mucha cortesía, y en los modales de Bingley percibió algo más que galantería; había buen humor y amabilidad. Darcy habló poco, y Mr. Hurst, permaneció en silencio. El primero oscilaba entre admirar sus mejillas encendidas y dudar de que el motivo de aquel viaje justificara que viniese sola desde tan lejos. El segundo sólo pensaba en su almuerzo.

Narrador, Capítulo 7

Elizabeth está preocupada por Jane y no tiene carruaje, por lo que camina sola, a través de fangosos campos, hacia Netherfield. Mientras que la sociedad considera que este tipo de comportamiento es "poco femenino", la preocupación de Elizabeth por su hermana triunfa sobre estas delicadezas sociales. Las hermanas Bingley describen el comportamiento de Elizabeth como detestable y despreciable a sus espaldas. Sin embargo, las mujeres Bingley tratan a Elizabeth con cortesía, revelando la deshonestidad inherente a la férrea adhesión a las convenciones sociales. Mientras tanto, el despreocupado Bingley disfruta de la simple diversión que implica la aventura de Elizabeth. La reacción mixta de Darcy revela su confusión acerca de sus sentimientos por Elizabeth. Su duda refleja su reconocimiento de las expectativas sociales, pero no puede evitar sentir admiración por la individualidad de Elizabeth.

No, no he tenido semejante pretensión. Poseo bastantes defectos, pero creo que no proceden de mi entendimiento. Del temperamento no me atrevo a responder; pero creo que eso importa poco; muy poco, de hecho. No puedo olvidar las locuras y los vicios ajenos tan pronto como debiera, ni sus ofensas. Mis sentimientos no se apaciguan sólo porque intente cambiarlos. Mi temperamento acaso podría definirse de suspicaz. Cuando alguien pierde mi estima, la pierde para siempre.

Mr. Darcy, Capítulo 11

Si Orgullo y prejuicio se trata en gran parte de que Darcy y Elizabeth aprendan sobre sí mismos, entonces esta declaración, que Darcy le regala a Elizabeth durante su estancia en Netherfield, encarna la forma en la que Darcy se ve a sí mismo. Hay una cierta ironía en la honestidad de Darcy. Si bien parece mostrar una completa conciencia de sí mismo, Darcy se muestra, hasta cierto punto, inconciente. Su orgullo es tan grande que se niega abiertamente a cuestionar la percepción que tiene de sí mismo. Por lo tanto, en realidad carece de conciencia de sí mismo. Elizabeth se sorprende por la arrogante negación de Darcy aquí, pero ella misma tiene un orgullo similar. Más tarde, Darcy se dará cuenta de que su orgullo ocultaba los límites de sus primeras impresiones (como en el caso de Jane), mientras que Elizabeth se dará cuenta de que ella también tiene muchos prejuicios.

Se había vestido con más esmero que de ordinario y preparado interiormente para conquistar su corazón definitivamente. Pero de pronto la asaltó la terrible sospecha de que, por deferencia a Darcy, Bingley hubiese eliminado a Wickham de la lista de invitados, y aunque el caso no era ése, su ausencia le fue comunicada por Mr. Denny, a quien Lydia se dirigió ansiosa, y el cual dijo que el día anterior Wickham se había visto obligado a ir a la capital por asuntos de negocios y que aún no había regresado; con una sonrisa significativa, añadió:

—No creo que sus negocios lo hubiesen reclamado hoy precisamente si no hubiera deseado evitar aquí a cierto caballero.

Narrador, Capítulo 18

Este pasaje revela que Elizabeth es afectada por su orgullo y su prejuicio mucho más de lo que se da cuenta. Critica abiertamente a Darcy por estos defectos, sin entender que ella también los sufre. Su prejuicio la ciega al hecho de que las afirmaciones de Wickham podrían no ser del todo veraces. La parte inicial del pasaje revela la causa del prejuicio inflexible de Elizabeth contra Darcy: su orgullo. Wickham ha estado coqueteando con ella, lo que nubla su habitual discernimiento. A pesar de que a ella no le importan, generalmente, las expectativas sociales, Elizabeth revela su vanidad al vestirse "con más esmero que de ordinario".

Se equivoca usted, Mr. Darcy, si supone que lo que más me ha afectado ha sido la forma de su declaración, si piensa que me habría ahorrado el mal rato de rechazarlo si se hubiera conducido de modo más caballeroso.

Elizabeth, Capítulo 34

Cuando Elizabeth rechaza la primera propuesta de matrimonio de Darcy, ataca su orgullo. Darcy espera sin dudas una respuesta positiva, lo que revela su arrogancia. Sin embargo, la afirmación de Elizabeth, de que la actitud de Darcy no es "caballerosa", demuestra que lo juzga por su comportamiento y no por su posición social. Puede tener el título de caballero, pero eso no significa necesariamente que su comportamiento sea siempre apropiado. Esta declaración en particular causa gran consternación en Darcy. Por lo tanto, Elizabeth lo obliga a reevaluar cómo se ve a sí mismo, y a considerar su personalidad más allá de su posición social.

¡Con qué bajeza he obrado —exclamó—, yo, que me enorgullecía de mi inteligencia! ¡Yo que tantas veces he desdeñado el candor de mi hermana y halagado mi vanidad con recelos inútiles o censurables! ¡Qué humillante es este descubrimiento!, pero ¡cuán merecida esta humillación! Ni aun enamorada habría sido desdichadamente ciega. Pero mi locura no ha sido el amor sino la vanidad. Complacida con la preferencia del uno y ofendida por el desprecio del otro, me he dado, desde el principio de nuestra relación, a la presunción y a la ignorancia, huyendo de la razón cuando se trataba de cualquiera de los dos. Hasta este momento no he logrado conocerme a mí misma.

Elizabeth, Capítulo 36

En este momento, Elizabeth se da cuenta de cómo su orgullo y sus prejuicios han afectado su juicio, a pesar de que ha criticado a Darcy por la misma intolerancia. Creyó la historia de Wickham a pesar de los signos evidentes de su falta de honradez, y también porque quería creer lo peor de Darcy. Una vez que Elizabeth reconoce sus defectos, no se dedica a dar vueltas alrededor de ellos. En cambio, aprovecha la oportunidad para mejorar su actitud y, finalmente, para admitir sus sentimientos por Darcy.

He sido, durante toda mi vida, egoísta en la práctica, aunque no en los principios. Cuando niño me enseñaron qué estaba bien, pero nadie me enseñó a corregir mi temperamento. Me inculcaron buenas normas, pero dejaron que siguiese siendo orgulloso y vano. Por desgracia, como hijo único durante varios años, fui consentido por mis padres, quienes, aun siendo en sí buenos (mi padre en particular era todo benevolencia y amor), me permitieron, me alentaron, casi me enseñaron a ser egoísta y despótico, a no cuidarme de nadie fuera del círculo de mi familia, a considerar muy poco a los demás, o, por lo menos, a despreciar la cordura y el valor del prójimo en comparación con los míos. Así fui desde los ocho a los veintiocho años, y aún lo sería si no fuese por usted, queridísima, amadísima Lizzy. ¿Qué no he de deberle? Me ha dado una lección, ciertamente dura al principio, pero muy provechosa; por usted quedé humillado como convenía, usted me mostró cuán insuficientes eran mis pretensiones para complacer a una mujer merecedora de ser complacida.

Mr. Darcy, Capítulo 58

Este pasaje marca el punto culminante del viaje de Darcy hacia el conocimiento de sí mismo. Al admitir que le propuso matrimonio a Elizabeth sin dudar que ella aceptaría, Darcy reconoce que los prejuicios de clase enturbiaron su juicio. Después de la reprimenda de Elizabeth, Darcy se dio cuenta de que la actitud de una persona es más importante que su estatus social. Desde entonces, ha alcanzado un nivel de auto-conocimiento que le permitirá encontrar la felicidad. Finalmente, esta declaración refleja la importancia que Austen le otorga a la unidad familiar para educar a los niños, ya que Darcy ve sus defectos en el contexto de su crianza.