Memorias del subsuelo

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La soledad

El hombre del subsuelo es, antes todo, un personaje solitario y aislado de la sociedad. La primera parte del libro se circunscribe a las reflexiones obsesivas de un hombre de unos 40 años que se encuentra totalmente aislado de la sociedad en la que vive. Y aunque en la segunda parte nos relate escenas del pasado en la que interactúa, de hecho, con otros, esa interacción no hace sino reafirmar su carácter solitario: en todos los casos, el hombre del subsuelo demostrará ser una persona totalmente incapaz de relacionarse con sus pares, al punto que, tras la lectura de la segunda parte de la novela, la primera se erige como un presente inevitable.

La soledad del hombre del subsuelo presenta diferentes matices. Por un lado, está muy relacionada con una suerte de conciencia superdesarrollada, acerca de la cual él mismo se explaya, que lo subsume en sus pensamientos y le dificulta cualquier tipo de accionar. Así, el narrador se sumerge en profundas reflexiones sobre la naturaleza y la psicología de los hombres, pero no puede interactuar con nadie sin intentar establecer relaciones de dominación y, generalmente, ridiculizarse a sí mismo. Y es que el hombre del subsuelo está tan aislado que no parece poder reconocer y respetar ningún protocolo social, lo que también está asociado a su hiperracionalización: en tanto las reglas implícitas de convivencia son en algún punto arbitrarias y no responden a una lógica racional, resulta ridículo someterse a ellas.

Finalmente, este tema se relaciona de modo estrecho con el de la literatura: el hombre del subsuelo encontrará en la lectura un modo de evitar la desesperación que le produce su soledad, e imprimirá con frecuencia, sobre una realidad que lo encuentra solo y despreciado, fantasías literarias que lo enaltecen como un héroe requerido y admirado por otros.

La literatura

Asociado al tema de la soledad, la literatura constituye un eje de Memorias del subsuelo en varios sentidos. En primer lugar, es imposible leer la novela sino en clave paródica, y la parodia supone siempre un juego intertextual. Es decir, la novela alude a otros textos literarios para mofarse de ellos, estableciendo la literatura como eje temático. Aunque se concentra muy particularmente en la novela de Chernishevski Qué hacer, parodiando escenas completas de esta obra, Memorias del subsuelo alude también a obras específicas del período romántico al que Dostoyevski había, de hecho, pertenecido, y el narrador reflexiona también, en clave irónica, sobre las particularidades del romanticismo ruso. Abordamos esto con más profundidad en la sección Resumen y Análisis.

Por otro lado, al interior de la trama, la literatura tiene un rol curioso para el hombre del subsuelo: parece ser tanto la salvación como la perdición del personaje. Por un lado, la lectura funciona para el protagonista como un refugio para paliar la desesperación de su completa soledad. Por el otro, ese refugio opera sobre la subjetividad del hombre del subsuelo, que, carente de nociones elementales de sociabilidad, ve y opera en el mundo como si se tratara de una obra literaria, resultando ridículo a los ojos de los demás. De este modo, la literatura termina profundizando su incapacidad de relacionarse con otros y, por tanto, la soledad que intenta al mismo tiempo paliar.

Libre albedrío vs. determinismo

Uno de los temas más profundamente explorados por el hombre del subsuelo en sus reflexiones de la primera parte de la novela es el de la dicotomía entre el libre albedrío y el determinismo. Este debate, de larga tradición religiosa y filosófica, pone en cuestión si somos realmente capaces de elegir cómo actuamos o si nuestras acciones, en cambio, están predeterminadas, totalmente fuera de nuestro control.

Fiel a las contradicciones que lo definen, el hombre del subsuelo argumenta en un principio que las personas actuamos respondiendo a las leyes de la naturaleza, por lo que poco sentido tiene ponerle un valor moral a nuestros actos; no podríamos actuar de otra manera. Sin embargo, su argumentación gira para terminar dándole un valor excepcional al deseo humano como aquello que excede lo natural y predecible, lo que no responde a la razón, y lo que nos constituye como personas.

Cabe aclarar que las profundas contradicciones del narrador y protagonista no responden meramente a su mente torturada, sino que son funcionales al carácter paródico de la obra en general y del personaje en particular: como él mismo afirma, no hace sino llevar hasta las últimas consecuencias las ideas de sus contemporáneos, dando cuenta así de las profundas contradicciones de su pensamiento.

En todo caso, aunque en sus argumentos el narrador parece inclinar la balanza hacia el libre albedrío, lo cierto es que en la narración de escenas de su pasado, en la segunda parte del libro, insiste con el carácter necesario de sus acciones, es decir, con el hecho de que no podría haber obrado de otro modo. Como sucede al respecto de otros dilemas planteados en la obra, Memorias del subsuelo no parece tener respuestas claras.

La naturaleza humana

Uno de los temas que se asocian de forma estrecha al de Libre albedrío vs. determinismo es el de la naturaleza humana. Esta se postula como principal argumento a favor del determinismo primero, para luego ponerlo en cuestionamiento.

Siguiendo la lógica del racionalismo determinista de sus contemporáneos, el hombre del subsuelo postula que las personas actuamos siguiendo nuestra naturaleza, por lo que es inútil juzgar moralmente nuestras acciones. Así es que llega a la conclusión de que vengar una ofensa pierde sentido para un hombre de conciencia, quien reconoce el hecho de que el ofensor no podía sino actuar como lo hizo.

No obstante, al desarrollar esta idea siguiendo los principios de la intelligentsia de la época, que sostenía que el hombre solo deseaba lo que era más conveniente para él, y que era posible enseñarle a las personas a escuchar la razón para reconocer estos verdaderos deseos, el narrador termina por admitir que no puede reducirse a las personas a mecanismos predecibles que responden a una lógica racional, sino que el deseo es por fuerza impredecible, caprichoso, muchas veces incluso nocivo para el sujeto deseante, y que es esto lo que constituye la naturaleza misma de las personas. Por lo tanto, sería el ejercicio de la libertad, más que una condición innata, lo que nos permitiría desarrollarnos como personas y definirnos como tales.

La moral

También asociado al tema del Libre albedrío vs. determinismo está el de la moral. El hombre del subsuelo pone en duda, en sus reflexiones, la posibilidad de juzgar moralmente las acciones de las personas, pues si en verdad respondemos a nuestra naturaleza, arguye, no podríamos hacer sino aquello para lo que estamos predestinados. Aunque este argumento lo esgrime en un intento por llevar hasta el extremo las ideas de sus interlocutores (que aluden a los intelectuales de la época), lo cierto es que esta pregunta por la posible moralidad de las acciones humanas no termina de responderse en el texto.

En todo caso, en la segunda parte del texto, es decir, en la narración de una parte del pasado del hombre del subsuelo, el tema de la moral se asocia al de las convenciones sociales: como el hombre del subsuelo está profundamente aislado y tiene un carácter reflexivo y racional, observa el comportamiento de los otros como desde afuera, ajeno a las convenciones sociales y a la moral imperante, problematizando unas y otra.

En definitiva, la obra explora problemas y contradicciones asociados al tema de la moral sin ofrecer conclusiones claras acerca del mismo.

Razón y racionalidad

En la primera parte de la novela, el hombre del subsuelo indaga con cierta profundidad en el pensamiento racional, y particularmente en el racionalismo determinista, en boga al momento de la escritura y publicación de esta obra.

El escritor ruso N. Chernishevski, representante de esta corriente de pensamiento y con cuya novela Qué hacer dialoga, en tono paródico, Memorias del subsuelo, sostiene que el hombre solo desea lo que es más conveniente para él, y que es posible enseñarle a las personas a escuchar la razón para reconocer estos verdaderos deseos, en pos de construir una convivencia utópica para la humanidad, simbolizada en el palacio de cristal. En otras palabras, estos intelectuales proponen una base racional para el deseo humano.

El hombre del subsuelo demuestra, a lo largo de la primera parte de la novela, las contradicciones sobre las que se sostiene esta idea, postulando, por un lado, la radical importancia y, por el otro, el carácter inherentemente irracional e impredecible del deseo humano. Pone así en cuestionamiento todo el sistema de ideas del racionalismo radical de sus contemporáneos.

La idiosincrasia rusa

Una de las conclusiones que saca el hombre del subsuelo al cuestionar las ideas de sus contemporáneos, en la primera parte de la novela, es que no se llegará a buen puerto intentando importar a Rusia ideas que se gestaron y consolidaron en Europa. Postula una idiosincrasia rusa que exige sus propias soluciones a problemas inherentes.

También en la segunda parte del libro, el narrador se detiene a describir y criticar con ironía a los románticos rusos, utilizando el argumento de la idiosincrasia rusa para señalar las particularidades del movimiento en su patria. La ironía amarga con la que el narrador señala las contradicciones del romanticismo ruso, al que el mismo Dostoyevski adscribió en una etapa anterior de su obra, parece dar cuenta de las funestas consecuencias de importar a Rusia las ideas y los ideales de un movimiento extranjero.

Finalmente, desde la nieve derretida hasta la prostituta redimida, la obra incluye numerosas alusiones a tipos literarios, motivos y estereotipos de la literatura rusa. Así, Memorias del subsuelo da cuenta, a través de la parodia, de una literatura nacional claramente identificable y, por tanto, única.