Los recuerdos del porvenir

Los recuerdos del porvenir Elementos Literarios

Genero

Novela.

Configuración y Contexto

Pueblo de Ixtepec y regiones aledañas, sur de México. Los hechos ocurren en los años que siguieron a la Revolución mexicana, específicamente alrededor de la Guerra Cristera de 1926.

Narrador y Punto de Vista

El narrador de la historia es el propio pueblo de Ixtepec. Se trata de un narrador protagonista y testigo al mismo tiempo, ya que cuenta su historia a través de la de sus habitantes. Narra en primera persona del singular, aunque en varias ocasiones utiliza la primera persona del plural, a través de un "nosotros" que funciona como una especie de coro o sujeto colectivo.

Tono y Estado de Ánimo

La novela tiene un tono melancólico y angustioso que puede sentirse tanto a través de los hechos como de los estados anímicos de sus personajes.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es el pueblo de Ixtepec y el antagonista es el general Francisco Rosas, como representante principal de los militares y los gobernantes.

Conflicto Principal

Si bien pueden identificarse varios núcleos conflictivos en la novela (el amor prohibido de Julia y Felipe, la persecución de los cultos religiosos y sus consecuencias, etc.), el conflicto principal es la desdicha generalizada de un pueblo oprimido por un general del ejército, que a su vez sufre un desamor que lo convierte en igual de miserable.

Climax

El clímax se produce en la segunda parte de la novela, cuando se realiza la fiesta en honor al general Rosas. La fiesta constituye el momento de máxima tensión desde el momento en que se evidencia que, en realidad, es una excusa para ocultar el plan de fuga ideado por los vecinos, al tiempo que permite pensar en que los militares lo han descubierto. Además, nuclea las tensiones vinculadas al conflicto por los cultos religiosos, y se produce el polémico acercamiento de Isabel a Rosas.

Presagio

La "piedra aparente" que señala el narrador en la primera línea funciona como presagio de lo que ocurre en el final, cuando Isabel queda petrificada. Asimismo, la autora da otras señales que anticipan ese desenlace, como cuando en los ensayos del teatro Isabel exclama: "¡Mírame antes de quedar convertida en piedra!", o como cuando en el final recuerda la escena de la infancia en la que jugaba a las estatuas.

Atenuación

N / A

Alusiones

Las principales alusiones que se hacen en la novela tienen que ver con hechos y personajes reales de la historia de México, como la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera. Además, se hace mención a las figuras de Emiliano Zapata y Francisco Villa (Primera parte, Cap VII), Álvaro Obregón (Segunda parte, Cap. I) y Plutarco Calles (Segunda parte, Cap. XI), entre otros. Todos estos conforman el telón de fondo de la historia presente de Ixtepec, y en varias ocasiones forman parte de diálogos que ciertos personajes tienen sobre la historia y la política mexicanas.

Otra de las alusiones que hace el texto es al “Güero Mónico”, apodo de Mónico Velázquez Gómez, un personaje de la historia mexicana asociado a los actos ilícitos y la vida marginal. Sucede cuando la querida Antonia recuerda un episodio de su infancia en que otras niñas le infunden miedo a través del personaje en cuestión (Primera parte, Cap VI).

Imágenes

Ver sección "Imágenes".

Paradoja

Hay una paradoja central, que es la del título, y se repite a lo largo de toda la novela. Los recuerdos corresponden al tiempo pasado, por lo que usar ese término aplicado al futuro constituye una contradicción.

Paralelismo

Puede observarse un paralelismo entre la relación que establece el general Rosas con Julia y la que tiene con Ixtepec. En ambos casos, Rosas ejerce su poder a través del dominio y el sometimiento físico, sobre todo a través del miedo; sin embargo, tanto Julia como el pueblo de Ixtepec, aunque lo padecen, nunca terminan de ser accesibles y él sufre por eso.

Metonimia y Sinecdoque

N / A

Personificación

Hay una personificación que atraviesa toda la novela y es la del propio Ixtepec. Puede identificarse desde la primera línea: “Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra.” (Primera parte, Cap. I). El pueblo, que es el narrador de la historia, se personifica como un habitante más, testigo y protagonista a la vez: “Yo supe de otros tiempos: fui fundado, sitiado, conquistado y engalanado para recibir ejércitos” (Primera parte, Cap. I).