Los pasos perdidos

Los pasos perdidos Metáforas y Símiles

"Entre el Yo presente y el Yo que hubiera aspirado a ser algún día se ahondaba en tinieblas el foso de los años perdidos" (p. 25). (Metáfora)

Con esta metáfora, el protagonista ilustra la sensación de haber desperdiciado los últimos años de su vida. Entregado a la rutina de un trabajo poco satisfactorio y a una vida conyugal soporífera, sus años aparecen como perdidos en un foso de tinieblas, del cual es imposible rescatarlos.

"La universidad se irguió en mi mente con la majestad de un templo sobre cuyas columnas blancas me invitaran a arrojar inmundicias" (p. 34). (Metáfora)

Frente a la propuesta que realiza Mouche de engañar a la universidad, gastar el dinero destinado al viaje en unas vacaciones en la playa y luego falsificar los instrumentos musicales que deberían buscar, el narrador siente un profundo rechazo que manifiesta con asco. En esta metáfora, la universidad aparece como el baluarte de la alta cultura, resplandeciente e inmaculado, y el engaño se perfila como la inmundicia que se arroja sobre ella para mancharla y opacar su brillo.

"La población había tenido que librar una guerra de siglos a las marismas, la fiebre amarilla, los insectos y la inconmovilidad de peñones de roca negra que aquí y allá, inescalables, solitarios, pulidos, con algo de tiro de aerolito salido de una mano celestial" (p. 41). (Metáfora)

En este pasaje se describe a través de dos metáforas la relación que sostiene la gran ciudad latinoamericana (Caracas, aunque el texto no lo explicite) con la naturaleza circundante: la disputa constante del territorio se percibe como una guerra que el ser humano libra constantemente contra el avance implacable de la vegetación, y luego el paisaje se revela también como un elemento desmesurado, en conexión con algún poder superior que lo ha plantado allí.

"(...) el aire fue desgarrado, en alguna parte, como papel encerado, por una descarga de ametralladoras" (p.51). (Metáfora y Símil)

En este pasaje el narrador describe su percepción de una descarga de ametralladoras a través de una comparación (símil) con el ruido que hace el papel encerado al romperse. A su vez, la metáfora que presenta al aire desgarrado es una forma contundente de representar la ruptura de la paz que rodea al protagonista. Los disparos se oyen lejos y son percibidos como parte del paisaje urbano, sin darles mayor importancia, aunque momentos después se revela que marcan el inicio de la revolución que derroca al gobierno recientemente electo en aquel país latinoamericano.

"(...) de lejanía en lejanía, se yergue un árbol copudo y solitario, siempre acompañado de un cacto, que es como un largo candelabro de piedra verde, sobre el cual descansan los gavilanes, impasibles, pesados, como pájaros de heráldica" (p. 106). (Símil)

Es sus descripciones, Carpentier combina una sucesión de imágenes sensoriales con metáforas y símiles que dotan de plasticidad pictórica a la narración. En este fragmento, dos símiles se encabalgan para construir la imagen: primero se asocia el cactus a un candelabro de piedra y luego el gavilán a la imagen de los escudos de armas o blasones de las familias nobles. La selección de elementos en esta comparación transmite una idea de solidez y de imagen estática, sin movimiento, que se complementa luego con la siguiente sentencia: "(...) nada topa con nada, nada rueda ni vibra" (p. 106).

"(...) con el mutuo aprendizaje que implica la fragua de una pareja, nace su lenguaje secreto" (p. 148). (Metáfora)

Con esta metáfora el narrador describe cómo comienza a consolidarse su relación amorosa con Rosario. Los amantes aparecen en la imagen de la fragua como dos elementos que se funden y fraguan en uno, del cual nace -otra metáfora -un lenguaje particular que marca ese nuevo estadio de intimidad.

"A mi regreso encuentro la ciudad cubierta de ruinas más ruinas que las ruinas tenidas por tales. En todas partes veo columnas enfermas y edificios agonizantes" (p. 236). (Metáfora)

En esta cita, el narrador otorga a la ciudad cualidades propias de una persona y califica a los edificios como agonizantes y a sus columnas como enfermas. Después de su viaje a la selva, la ciudad se presenta como un escenario al borde del colapso, y las enfermedades que el protagonista atribuye a la sociedad moderna ahora se revelan frente a sus ojos hasta en la arquitectura de la ciudad.

"Durante más de 20 años, una cultura cansada había tratado de rejuvenecerse y hallar nuevas savias en el fomento de fervores que nada debieran a la razón" (p. 238). (Metáfora)

Con esta metáfora que implica en primer lugar una personificación y luego el estatus de ser vivo-vegetal el narrador piensa a la cultura occidental en plena decadencia: un sistema agotado, al borde del colapso, que busca renovarse en nuevos esquemas y expresiones artísticas e intelectuales, pero sin lograrlo cabalmente.