La ópera de los tres centavos

La ópera de los tres centavos Resumen y Análisis Prólogo; Acto I, Escena 1

Resumen

Prólogo

En la feria anual de Soho, mientras los mendigos mendigan, los ladrones roban y las prostitutas se prostituyen, un cantor callejero canta la “Balada popular de Mackie Cuchillo”. La balada se refiere a Macheath, conocido como Mackie Cuchillo, y los crímenes de los que se le acusa: asesinatos, robos y violaciones. En la canción, Mackie es comparado con un tiburón, pero se advierte que, al contrario de los tiburones, cuyos dientes están a la vista, en las manos de Mackie no se ve su cuchillo, sino sus elegantes guantes.

Al terminar la canción, un hombre atraviesa la escena y las prostitutas ríen. Jenny la de los Tugurios grita: “¡Mack Cuchillo!” (p.10).

Acto I, Escena 1

Peachum canta su “Coral matutina”. La canción llama a los cristianos a despertarse y comenzar su vida “en pecado” (p.11). Luego Peachum le habla al público sobre lo difícil de su negocio, que depende de la compasión humana. Es el dueño de “El Amigo del Mendigo”, una tienda de ropa para mendigos que les proporciona a estos vestuario y discursos para mendigar, y se queda a cambio con una parte de lo que ganan en la calle.

Entra Filch, un joven que le cuenta a Peachum sobre su desgraciada vida. Peachum lo interrumpe con dureza y le pregunta si esa es la misma historia que usa cuando pide limosna en la calle. Filch le cuenta que el día anterior unos hombres lo golpearon y luego le dieron su tarjeta comercial. Peachum revisa notas y le informa a Filch que tuvo suerte de recibir solo una paliza, considerando que estaba mendigando sin licencia en uno de los mejores distritos de Londres. Luego, le exige una suma de dinero y un porcentaje de limosna a cambio de otorgarle una licencia para mendigar en esa ciudad. Cuando el joven, sin más opción, acepta el trato, Peachum pasa a mostrarle con cinco maniquíes los modelos básicos de mendigo: inválido víctima de accidente de tránsito, veterano de guerra, víctima de accidente en su trabajo, joven que conoció tiempos mejores y cayó en la ruina. No llega a explicarle el quinto modelo, porque tropieza con Filch y, enojado, lo envía a cambiarse. La señora Peachum viste al mendigo.

El matrimonio habla sobre su hija Polly: Peachum no quiere que ella se case, y está preocupado por el hombre que merodea alrededor de ella, pero su mujer piensa que se trata de un buen caballero, pues usa guantes blancos. Peachum se da cuenta de que ese supuesto caballero es Mackie Cuchillo. El matrimonio busca con desesperación a Polly en su habitación y descubre que esta no volvió la noche anterior.

El señor y la señora Peachum cantan la “Canción de en-vez-de”, que habla sobre los hijos que en vez de quedarse en casa y hacer algo que tenga sentido, se enamoran; cuando eso pasa, eventualmente termina el amor y solo queda la “mierda” (p.19).


Análisis

Bertolt Brecht se caracteriza por imprimir su ideología marxista tanto en el contenido como en la forma de sus obras. Aunque La ópera de los tres centavos es producida en una etapa temprana del autor, quien por entonces aún no había radicalizado su postura ideológica como lo haría más adelante, el estilo que caracterizará la mayor parte de la obra de Brecht ya se encuentra presente en esta pieza. Así, no solo el argumento de La ópera de los tres centavos configura una crítica marxista de la sociedad burguesa, sino que, además, ciertos elementos formales, como las canciones incluidas en la obra, distinguen el teatro brechtiano del drama realista clásico, considerado por el autor como un tipo de arte burgués. Este último, según la perspectiva del dramaturgo, es un arte pleno de romanticismo y sentimentalismo que produce en el público una identificación empática. Esto, para Brecht, se opone a la racionalidad: el espectador, embelesado e identificado con lo que ve en el escenario, no logra reflexionar críticamente sobre la obra ni sobre la realidad que lo rodea.

Brecht busca despertar en el espectador un espíritu crítico, revolucionario, que lo mueva a levantarse contra las injusticias inherentes al mundo capitalista. En pos de este objetivo, decide entonces no solo presentar en los argumentos de sus obras una crítica de la sociedad burguesa apoyada en el sistema capitalista, sino también configurar sus piezas de un modo disruptivo respecto de lo que el espectador suele ver en el teatro europeo de la época. Así, en oposición al estilo melodramático de cierto realismo clásico, el teatro de Brecht procura romper con el romanticismo y el sentimentalismo que considera propios del arte burgués para establecer una relación distinta entre la pieza y el espectador, que resulte, ya no en una identificación empática, sino en un distanciamiento que permita el pensamiento crítico y el llamamiento a la acción.

La estructura formal de la pieza responde a la voluntad recién expuesta: las canciones rompen con la linealidad dramática de las escenas; los personajes que las entonan suspenden el diálogo de la escena para dirigirse al público, rompiendo así la cuarta pared; en la obra, los personajes que intentan exponer un discurso sentimental son abruptamente interrumpidos por otros que ponen en ridículo la pretensión emotiva de su compañero.

La obra obstaculiza o ridiculiza todo sentimentalismo o romanticismo, fundamentalmente porque estos se contraponen a una percepción materialista más propia de una ideología marxista, que busca evidenciar las fuerzas económicas que rigen el orden social. Brecht imprime su ideología en la formalidad de la pieza, quebrando la identificación sentimental entre el público y lo que ve en el escenario, con el fin de que los espectadores no pierdan de vista que lo que están presenciando es una ficción, un espectáculo, y así logren reflexionar tanto sobre la obra como sobre la realidad que los rodea. A este “efecto” Brecht lo llamó de “distanciamiento”, en tanto atenta, justamente, contra la inmersión sentimental e identificatoria entre el público y lo representado.

En esta misma línea se debe analizar la función de las canciones en su particularidad, así como su relación con el título de la pieza. Brecht llama “ópera” a un espectáculo en el cual las canciones, lejos de contar con el estilo y la solemnidad propias de la ópera clásica, se componen más bien de elementos del cabaret: las letras recurren a un lenguaje más bien bajo, como de burlesque, y los personajes que las entonan no son los héroes que tradicionalmente protagonizan las obras clásicas, sino prostitutas, ladrones y otros caracteres propios de los estratos más bajos de la sociedad. De este modo, desde un inicio la obra desarticula la percepción del espectador de la ópera clásica. La ópera de los tres centavos además combina ya en el título un elemento propio de la alta cultura con un término económico que denomina, a su vez, lo contrario a la riqueza. De igual modo, las canciones mezclan la alta y la baja cultura. Este tipo de articulación, de coexistencia entre lo alto y lo bajo, lo aparentemente sofisticado y lo abiertamente vulgar, se sostendrá a lo largo de toda la obra, configurando una clara crítica de una sociedad burguesa que se pretende pura y culta mientras que acumula, en su interior, la más descarnada y obscena obsecuencia con las atrocidades del capitalismo.

En línea con lo anterior debe analizarse la canción del Prólogo. Esta introduce al protagonista de la obra, Mackie Cuchillo, así como su fama en la sociedad de la cual es parte. Mac es, aparentemente, un criminal impiadoso. Pero lo más interesante de la descripción que la canción de apertura ofrece sobre el personaje es la ambivalencia que suscita esta figura. Por un lado, es un ladrón, un violador, un asesino, un hombre comparable a un tiburón descarnado. Por el otro, es alguien que, al contrario del tiburón, cuya dentadura cubierta de sangre denuncia su crimen, mantiene una apariencia inocente y elegante, denotada por sus guantes blancos.

El vestuario del protagonista es relevante en la trama. Más adelante, la señora Peachum, sin reconocer al criminal, creerá que el pretendiente de su hija es un caballero, justamente por esos “guantes blancos de cabritilla” (p.17). Este aspecto elegante de Macheath es referido en varias ocasiones por el resto de los personajes. El señor Peachum, por ejemplo, describe a Mackie Cuchillo como un hombre que viste “guantes blancos y un bastón de puño de marfil y botines y zapatos de charol” (p.18). El vestuario de Macheath es simbólico, en tanto el conjunto por completo configura el imaginario de un tipo particular de hombre: un burgués londinense elegante, típico de la época en que se escribe la obra. De alguna manera, con este juego ambivalente que componen los crímenes de Mac en contraste con su apariencia pura y elegante, Brecht establece una crítica a la sociedad burguesa, que, aunque de apariencia refinada y presunta pureza, es responsable de muchos de los crímenes que tienen lugar en su seno.

La crítica a la sociedad burguesa no se presenta en la obra solamente en términos simbólicos, sino que, además, en los parlamentos de varios personajes aparecen discursos que critican la hipocresía de la burguesía, así como también la insensibilidad producto de la degradación generada por el sistema capitalista. Con el personaje de Peachum y su discurso en la primera escena, se introduce esta crítica, común a las obras de Brecht, de la insensibilidad e indiferencia de los hombres frente al sufrimiento de los demás. Peachum se queja de que su trabajo es difícil, precisamente, “porque consiste en suscitar la compasión humana” (p.12), y los humanos se están volviendo cada vez más insensibles, menos compasivos. Este concepto aparece, como dijimos, en otras obras de Brecht. Una de ellas es En la jungla de las ciudades, donde se da una pelea entre dos hombres desesperados por perforar la gruesa máscara y la densa piel que la sociedad los obliga a llevar encima. En La ópera de los tres centavos, el tema aparece de una forma que también consolida un gesto típico de Brecht, que es el hecho de que el reclamo no se da en boca de un personaje de moral intachable, sino más bien en la de un hipócrita: el mismo Peachum no se sensibiliza en lo más mínimo frente al sufrimiento de Filch, y no tiene ningún prurito a la hora de aprovecharse de su situación, exigiéndole dinero que el joven no tiene para permitirle mendigar por las calles.

La clase social más baja, la constitutiva de lo marginal, es la que protagoniza esta pieza: sobre el escenario se desplazan mendigos, ladrones, prostitutas. Esta presencia irá adquiriendo en la obra el peso de una protesta, ya que los personajes de clase baja que realizan actividades consideradas pecaminosas por los valores de la sociedad burguesa encarnarán un discurso de condena a los juicios que se les adjudican. En su alegato, se denunciará a una sociedad capitalista que oprime a los pobres y luego los condena si estos no respetan los valores que sus explotadores les imponen. Al inicio de esta primera escena, sin embargo, ya aparece una crítica a los valores cristianos como el de sacrificio y honestidad: en su “canción matutina”, Peachum exclama: “¡Despierta, maldito cristiano! / ¡Comienza tu vida en pecado! / Demuestra que eres marrano / y Dios te tendrá de su lado” (Acto I, Escena 1, p.11). De alguna manera, la obra busca establecer una crítica al cristianismo, así como al uso hipócrita que hace de este la burguesía: los sectores privilegiados de la sociedad disfrutan de los placeres pecaminosos que les permite la riqueza, mientras obligan a los pobres a respetar valores cristianos como el sacrificio, la honestidad, la pulcritud. Los personajes que exponen discursos sobre esta temática suelen invitar a los sectores bajos de la sociedad a desobedecer esos mandatos opresivos que solo sirven para mantener el injusto statu quo y su inherente distribución diferenciada de la riqueza y sus placeres.

Por otra parte, y en relación al desarrollo de las fuerzas que se enfrentan en la obra, es preciso relevar que en esta primera escena se introduce el conflicto entre los principales antagonistas: Mackie Cuchillo y Peachum. Dicho conflicto no reside únicamente en quién "se queda" con Polly. En verdad, la raíz de dicho conflicto es social y se dirime en una lucha de poder: Peachum es el jefe de todos los mendigos de Londres, mientras que Macheath es el jefe de todos los ladrones de la ciudad. El hecho de que Macheath se case con Polly amenaza el status de Peachum en la sociedad londinense, en tanto lo convertiría en el suegro de un criminal. En respuesta a esta afrenta, y con el objetivo de recuperar su reputación, Peachum deberá declararle abiertamente una guerra a Mackie.