La Odisea

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El hogar, el viaje errante y la fidelidad

El título de la Odisea nos ha legado una palabra para describir un viaje de proporciones épicas. A lo largo de sus viajes, la emoción central de Ulises es la soledad. Lo encontramos por primera vez penando por no poder volver a su hogar, solo en la playa de Calipso, y lo encontraremos varias veces más lamentándose mientras piensa en su hogar. También sufre grandes pérdidas: la muerte de sus hermanos de armas durante la Guerra de Troya primero, y la de muchos tripulantes de su barco después. La soledad invade las emociones de otros personajes: Penélope está casi constantemente llorando a su marido ausente, Telémaco nunca ha conocido a su legendario padre y la madre de Ulises explica que la soledad causó su muerte.

Sin embargo, el deseo de Ulises de volver a casa se ve moderado por la tentación de disfrutar de los lujos que suelen rodearlo, especialmente cuando está en compañía de hermosas diosas. Pasa un año feliz en la isla de Circe como su amante y no parece quejarse demasiado de sus ocho años como prisionero de Calipso en su isla. En ambos casos, Ulises expresa poco remordimiento por ser infiel a su esposa, aunque la infidelidad es a lo que teme que Penélope haya sucumbido en su hogar.

El hecho de que Homero nunca reproche a Ulises sus romances extramatrimoniales pero condene a las mujeres infieles en el poema nos recuerda la queja de Calipso sobre el doble estándar de los inmortales: los dioses tienen permitido tomar mortales como amantes, pero las diosas no. De la misma manera, los hombres como Ulises tienen cierta libertad para "deambular" sexualmente durante sus deambulaciones geográficas, siempre que en última instancia sean fieles a su hogar, mientras que Penélope y las demás mujeres en la Odisea son castigadas por su falta de castidad. De hecho, Ulises permanece fiel a Penélope en su corazón, y su deseo de reunirse con ella impulsa su viaje. La fidelidad es también central al final del poema, cuando Ulises pone a prueba la lealtad de sus sirvientes, y castiga a aquellos que lo han traicionado.

El ingenio y el disfraz

La característica más prominente de Ulises es el ingenio. El público griego de Homero generalmente admiraba este rasgo, pero en ocasiones lo despreciaba por su connotación deshonesta. La habilidad de Ulises para inventar historias falsas o idear planes es casi incomparable en la literatura occidental. Su argucia del caballo de Troya (narrada en esta obra) y sus múltiples trucos contra Polifemo son ejemplos brillantes de su ingenio, especialmente para salir de apuros.

Ambos ejemplos se relacionan indirectamente con otro tema dominante en la Odisea: el disfraz (los soldados "se disfrazan" al esconderse en el interior del caballo de Troya, mientras que Ulises y sus hombres se disfrazan de carneros para escapar de Polifemo). Ulises pasa el último tercio del poema disfrazado de mendigo, tanto para escapar del peligro hasta poder derrocar a los pretendientes como para probar la lealtad de otros personajes. Además, a lo largo del poema Atenea aparece con frecuencia disfrazada de Mentor para proporcionar ayuda a Ulises o a Telémaco.

Las mujeres como predadoras

No es de extrañar que Ulises tenga miedo de que Penélope le sea infiel: las mujeres suelen ser representadas, si acaso, como agresoras sexuales en la Odisea. Circe ejemplifica esta característica entre las diosas, convirtiendo a los estúpidos hombres que tan fácilmente seduce en los cerdos que cree que son, mientras que Calipso retiene a Ulises como su virtual esclavo sexual. Las sirenas también intentan destruir a los marineros que pasan con sus hermosas voces. Los pretendientes incluso acusan a Penélope de burlarse de ellos, lo que constituye un argumento discutible. Pero ninguna mujer recibe un retrato tan negativo como la esposa de Agamenón, Clitemnestra: la historia de su infidelidad y del asesinato de su marido se repite con frecuencia como un paralelo de las inquietudes de Ulises en relación con Penélope.

Las fallas del carácter de Ulises

Aunque generalmente se describe como una persona lista y un líder decisivo, Ulises es propenso a los errores, y su peor defecto es la tendencia a caer en la tentación. Sus mayores errores se producen en el episodio con Polifemo, ya que primero comete el error de meterse a investigar en la guarida de los cíclopes (y termina atrapado allí), y luego, tras escapar, no puede resistirse a gritarle a Polifemo su nombre (lo que provoca la ira de Poseidón). Sin embargo, si el carácter de Ulises cambia a lo largo de la Odisea, lo hace con relación a la tentación. Después de sus errores con Polifemo, Ulises hace que su tripulación lo mantenga atado para poder escuchar las voces peligrosamente seductoras de las Sirenas sin caer en la tentación de seguirlas. Disfrazado de mendigo en Ítaca, toma un rol aún más activo en resistir la tentación, permitiendo que los pretendientes lo maltraten mientras espera su momento para el contrataque. La tentación también afecta a su tripulación, además, en sus encuentros con Circe, en el episodio del odre de los vientos de Eolo, y con las vacas de Sol Hiperión.

El poder de los dioses

Los dioses ejercen un poder absoluto sobre las acciones de los mortales en la Odisea. Para ganarse el favor de los dioses, los mortales están constantemente ofreciéndoles sacrificios. Por el contrario, ofender a los dioses crea inmensos problemas, como lo demuestran las vacas del episodio de Hiperión, o el rencor de Poseidón contra Ulises por cegar a su hijo Polifemo.

Atenea es la deidad más visible en el poema; solo bajo su égida puede Ulises sobrevivir sus peligrosas aventuras, y ella presiona a Zeus para lograr su libertad y su seguridad en otras instancias. Su favoritismo por él parece justificado como recompensa por sus sacrificios y por su nobleza de carácter, y su disgusto por los pretendientes es igualmente comprensible.

El poder de los dioses, quienes generalmente se preocupan más por sus disputas internas que por el comportamiento de los mortales, se cimenta al final del poema, cuando Zeus ordena un alto el fuego entre Ulises y los pretendientes. Son los dioses quienes deciden, en última instancia, lo que sucede en el mundo de los mortales. La falta de libre albedrío es tratada con más profundidad en la Ilíada, pero es un tema prominente en casi cualquier texto griego antiguo, particularmente aquellos que se ocupan de los omnipotentes dioses.

La hospitalidad

La Odisea podría funcionar como una guía griega sobre la hospitalidad, o "xenía", un concepto tan dominante en Grecia que Zeus era considerado el dios de la hospitalidad. Telémaco y Ulises son recibidos con una cálida hospitalidad durante sus viajes, generalmente sin siquiera tener que presentarse. La otra cara de la ecuación, por supuesto, son los pretendientes, que abusan de la hospitalidad de Telémaco al aprovecharse de las reservas de Ulises. Otro mal ejemplo de la hospitalidad llega al final, cuando los feacios deciden ya no ofrecer transporte a extraños, después de que Poseidón convirtiera el barco que llevó a Ulises a Ítaca en piedra.

La odisea en miniatura de Telémaco: paralela al viaje mayor de Ulises, el viaje de Telémaco al comienzo del poema representa una búsqueda, tanto de madurez como de su propio padre. Atenea, que provoca sus viajes, también lo cuida como a un príncipe. Telémaco madura, desde su debilidad inicial frente a los pretendientes hasta convertirse en la autoridad de la casa, y su lugar en la batalla final junto a su padre está bien merecido.

La venganza

Aunque abarca muchos temas y aspectos de la naturaleza humana, la Odisea está ampliamente estructurada como una historia de venganza: el clímax es la masacre de los pretendientes que han estado compitiendo por tomar el control de la propiedad de Ulises durante su ausencia. Esta venganza es profundamente catártica y se considera bien merecida, dadas las pruebas a las que Ulises fue sometido en el mar antes de que finalmente los dioses "le permitieran" reclamar su propiedad.