La Odisea

La Odisea Metáforas y Símiles

Símil

Ulises / consumíase dejando ir el llanto por ambas mejillas. /
Como llora la esposa estrechando en el suelo al esposo / que en la lucha cayó ante los muros a vista del pueblo / (...) así Ulises / de sus ojos dejaba caer un misérrimo llanto (Canto VIII, 521-531).

Cuando Ulises oye el canto del aedo de Alcínoo de la Guerra de Troya, la agonía de sus lágrimas es transmitida al público a través de una analogía con una mujer que, como Ulises, ha perdido a seres queridos muy cercanos en la guerra, y fue incapaz de salvarlos.

Símil

"Ensartados a modo de peces lleváronlos luego / a su triste festín" (Canto X, 124-125).

Ulises usa este simple símil para transmitir qué mundana era para los Lestrígones la brutalización y el desprecio por la vida humana.

Metáfora

Acercáronse entonces / las mujeres que allá nos mandaba Perséfona augusta: / eran hijas y esposas de insignes varones, que en torno / de la sangre negruzca llegaban en gran muchedumbre" (Canto XI, 225-228).

La descripción de Ulises de las mujeres en el inframundo como "muchedumbre" les quita toda individualidad, sugiriendo que han perdido un aspecto esencial de sí mismas en la muerte.

Símil

"Como piensa en su cena el varón al que en un largo día / con el sólido arado arrastraron los bueyes bermejos / por el haza y, al fin, consolado, contempla el ocaso / por marcharse a cenar aunque apenas le rigen las piernas, / tal de amable la puesta del sol fue esta vez para Ulises" (Canto XIII, 31-35).

Aquí, Homero usa la analogía con el cansancio y el hambre para expresar fenomenológicamente qué tan profundamente anhela Ulises volver a estar en su hogar una vez que, después de tantos años, su tramo final está a la vista.

Símil

"Tú, en efecto, eras viejo y llevabas astrosos vestidos; / ahora, en cambio, parécesme un dios de los campos celestes" (Canto XVI, 199-200).

Esta comparación de Ulises con un dios por parte de Telémaco, su hijo, combina la imagen de la imponente y bella figura del hombre, así como la divina providencia que ha decretado el destino de su viaje (fue Zeus quien accedió a permitirle el regreso a su casa, y Atenea quien de hecho lo facilitó).