La casa de Asterión

La casa de Asterión Metáforas y Símiles

“El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que, en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinito” (Narrador, p. 79) (Símil)

Esta comparación se produce en una nota al pie, en la que un presunto editor se responsabiliza por haber sustituído la palabra ‘catorce’ por ‘infinito’. Mucho se ha debatido respecto a la asociación entre la cifra y el infinito; asociación que, de hecho, no genera poco desconcierto: ¿cómo es que el número natural se identifica con lo inconmensurable? Algunos sostienen una explicación en términos de la tradición cabalística judía, tradición a la que Borges ha hecho referencia en varias oportunidades. Otros la vinculan al mito original de Teseo y el Minotauro, en el que siete mujeres y siete hombres eran ofrecidos para que los devore el monstruo, lo que sugiere cierta temporalidad cíclica afín a la idea del infinito. Incluso hay quienes afirman que no es más que una broma del autor, un juego sin otro objetivo que el de desconcertar y confundir. Lo único cierto es que, dentro de la trama de este cuento, el número catorce y el infinito son intercambiables.

“Caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta” (Asterión, p. 80) (Símil)

Asterión describe de este modo a los cretenses que conoce en una de sus excursiones fuera del laberinto. La imagen que presentan los rostros de estas personas le infunde temor debido a su parentesco con la mano abierta. Esto proporciona una de las primeras pistas del cuento respecto a la verdadera apariencia de Asterión, ya que su cara, al ser un Minotauro, no es plana ni descolorida, sino alargada y colorida. El hecho de que la imagen de los cretenses lo asuste sugiere que su idea de lo monstruoso es bien distinta a la de los humanos.

“Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado” (Asterión, p. 80) (Símil)

Quizás este pasaje le genere extrañamiento al lector que aún no ha descubierto la verdadera forma de Asterión: ‘correr como un carnero que va embestir’ puede que no sea la conducta más usual en las personas, menos aún en un príncipe. Sin embargo, la comparación ofrece una pista importante respecto a la apariencia de nuestro protagonista, al tiempo que resulta enternecedora debido a la personalidad que sugiere. La dualidad que define a este personaje vuelve verosímil que pueda esbozar reflexiones de gran profundidad filosófica y, al mismo tiempo, juegue como un ternero en la soledad del laberinto.