Formas de volver a casa

Formas de volver a casa Elementos Literarios

Genero

Novela. Autoficción.

Configuración y Contexto

La novela se sitúa en Santiago de Chile, entre los años que van del terremoto de 1985, en plena dictadura de Pinochet, y el terremoto de 2010.

Narrador y Punto de Vista

La figura del narrador es compleja, pues la novela se despliega en distintos niveles de relato. Por un lado, los capítulos 1 y 3 están a cargo de un narrador en primera persona que es también protagonista de aquello que narra. A su vez, el relato de ese narrador se devela como parte de una novela cuya creación está a cargo de otro narrador y personaje; el del diario de los capítulos 2 y 4. La novela de este narrador-autor de novela es una autoficción, es decir, en ella ficcionaliza sucesos de su vida personal y construye un narrador-personaje con el que se identifica. Esta coincidencia en la identidad de los narradores queda explicitada en el capítulo 3, cuando el narrador creado confiesa estar escribiendo un libro, quedando diluidas así las fronteras entre el relato enmarcado y el relato marco.

Tono y Estado de Ánimo

En la medida en que se trata del relato de un hombre adulto que reconstruye escenas de su vida infantil, la novela adopta en muchos casos un tono nostálgico. Asimismo, en las reconstrucciones que el narrador hace de su vida actual, se exhibe muchas veces un tono de decepción, particularmente asociada a la realidad política chilena y a las dificultades de su vida amorosa.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es el narrador, cuyo nombre no se devela en toda la novela. Si bien, por el pacto autoficcional, la identidad del narrador y protagonista coincide con la del autor, su anonimato permite hacer extensible su identidad a cualquier miembro de su generación, que ha atravesado experiencias de vida similares. No hay estrictamente un antagonista en la novela, pero sus padres representan aquellas figuras de las que el protagonista busca diferenciarse para encontrar un camino propio.

Conflicto Principal

El conflicto principal de la novela se asocia a la necesidad, por parte del narrador, pero también de toda su generación, de escribir una literatura de los hijos, es decir, una lectura generacional del pasado que le permita entender su lugar en la historia y aquello que durante el pasado de la dictadura fue silenciado.

Climax

El clímax de la novela podría situarse en la escena en que el narrador y protagonista enfrenta a sus padres en su casa en Maipú, dispuesto a no tolerar los dichos de su padre a favor de la dictadura de Pinochet. Este episodio constituye un antes y un después en la trama, pues por un lado significa una diferenciación del protagonista respecto del mandato paterno, pero también porque, a partir de él, el protagonista comprende que para escribir su propia versión de la historia no es necesario reprochar ni rebelarse agresivamente contra sus padres. Aprende entonces a elegir su propio camino, pero sin dejar de conciliar con su familia, que también es parte importante de su historia.

Presagio

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Atenuación

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Alusiones

En su infancia, el profesor Morales aconseja al narrador para que no hable de ciertos temas, particularmente de política. Al decirle "...lo único que puedo decirte es que vivimos en un momento en que no es bueno hablar sobre estas cosas" (40), alude al contexto de persecución ideológica y violencia que se vive en el contexto de la dictadura. Es ese mismo contexto amenazante el que impide al profesor poner en palabras los peligros y el que lo hace recurrir a eufemismos para desincentivar a su alumno de mencionar temas sensibles.

Imágenes

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Paradoja

En la novela, Claudia le encomienda al narrador la tarea de espiar a su papá y contarle todo lo que hace. El niño, desde su imaginería infantil, espía a su objetivo y lleva un informe de todas sus actividades. Resulta paradójico que la misma práctica persecutoria que llevaba adelante el régimen militar sobre las personas, y que justamente es la razón por la cual Raúl tiene que pasar a la clandestinidad y ocultarse de su hija, sea la estrategia que ella usa, a modo de juego, para sentirse más cerca de su padre.

Paralelismo

En la novela se da un constante paralelismo entre escenas de la vida real del narrador del diario (capítulos 2 y 4) y escenas que escribe en su novela (capítulos 1 y 3). Particularmente, se da un paralelismo entre Claudia y Eme, y algunas escenas, como la de la separación, asumen rasgos muy similares. Del mismo modo, se repite una misma escena entre el narrador y la madre: una de ellas es retratada en su diario y luego él decide ficcionalizar esa escena e introducirla en su novela. Con estos paralelismos se ponen en evidencia los procedimientos autoficcionales que arman la novela en su totalidad.

Metonimia y Sinecdoque

“Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla” (66). Mediante una metonimia, que condensa los rasgos de la identidad de una persona en su cara, el narrador expresa el grado de exposición que representa para él la escritura.

Personificación

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