El zorro de arriba y el zorro de abajo

La tradición oral y el quechua

Según Armando Zubizarreta, «El novelista Arguedas primero consiguió revelar, con asombrosa fidelidad, el universo de la mentalidad indígena, así como también su parcial simbiosis con el mundo blanco, tarea que alcanzó una alucinante cumbre en Los ríos profundos (1958)» (Zubizarreta 322).[10]​

Además, a pesar de que el quechua viene de una cultura oral, y la escritura es directamente en contraste con esa oralidad, Arguedas todavía atentó de incluir elementos orales en su prosa:

«No podría ser de otra manera, desde sus inicios literarios, Arguedas ha enfatizado la importancia y transcendencia de este mundo para la sobrevivencia de la cultura andina. Esta —al ser predominantemente una civilización de carácter oral en oposición a una cultura basada en la escritura—utiliza los elementos de la naturaleza para conservar sus tradiciones y creencias milenarias» (Bernales Albites 164).[11]​

Según Dora Sales Salvador, «Hay una profunda mirada etnográfica que unifica la obra arguediana, en la que el autor-etnógrafo representa, a la vez, al observador y al observado» (Sales Salvador 148).[12]​ Eso no solamente representa el estudio de la etnografía, sino también el estudio de la mitología andina, con el uso del diálogo, también con el quechua y con los elementos orales del texto. Según ella, Arguedas «personificó, narró y consignó etnográficamente las posibilidades del diálogo transcultural» (Sales Salvador 161). La novela, inspirado por la traducción que hizo Arguedas del mito quechua de Hombres y dioses de Huarochirí, también incluye diálogo entre los zorros en quechua:

«Desde sus orígenes de la mitología andina y la lengua quechua, “El zorro… es la única novela de Arguedas que carece de un modelo único de autenticidad lingüística desde el cual se puede juzgar a los personajes. La división más grande del lenguaje reside en las diferencias entre costa y sierra» (Rowe 199).[13]​

Sin embargo, afuera del escenario andino, se ve no solamente una mezcla de culturas en Chimbote, sino también una mezcla de lenguas: «Consideremos primeramente el nuevo modo en que la cultura quechua se presenta en El zorro…Un ejemplo es la combinación de lo moderno y lo tradicional» (Rowe 192).[14]​

El lenguaje es también la manera en que la gente pueden navegar la ciudad de Chimbote: «El zorro…emplea en procedimiento distinto, en donde el lenguaje viene a ser el método principal para penetrar en los diferentes mundos de los personajes» (Rowe 190).[15]​

Además, Arguedas está en diálogo con los personajes en el texto: el juego de voces narrativas continúa en este diálogo en el momento en que el zorro de arriba, en esta misma intervención del diálogo, se refiere al origen andino del autor del relato: «El individuo que pretendió quitarse la vida y escribe este libro era de arriba» (Valero Juan 98).[3]​; Arguedas 50[16]​


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