El banquete

El banquete Símbolos, Alegoría y Motivos

Aquiles y Alcestis (Símbolos)

Fedro sostiene que vivir en el amor les permite a las personas elevar su virtud. Esto sucede porque los amantes padecen vergüenza al cometer feas acciones delante de sus amados, al igual que honor al actuar bien. Para ilustrar su punto, pone de ejemplo los casos de Alcestis y Aquiles: la primera, porque sacrifica su propia vida para salvar la de su amado Admeto; Aquiles, porque venga a Patroclo, su amante, luego de que lo asesinen, y a sabiendas de que provocará su propia muerte al hacerlo. Fedro afirma que los dioses les dieron honores especiales a ambos personajes debido al inmenso valor que sus acciones, orientadas por el amor, tuvieron. En este discurso, tanto Alcestis como Aquiles son figuras que simbolizan el amor más elevado desde la perspectiva de Fedro, en tanto sus historias ilustran el sacrificio de la propia vida por amor. Esto se verifica aun más en el caso de Aquiles que en el de Alcestis, puesto que Alcestis ocupaba el rol de la amante, mientras que Aquiles ocupaba el del amado. Para Fedro, los dioses valoran más cuando el ser amado es quien da muestras de afecto, que cuando lo hace el amante.

El amor en el discurso de Aristófanes (Símbolo)

En su discurso, Aristófanes recrea un mito acerca de la creación de los hombres, tal cual los conocemos ahora, y explica a partir de él nuestra inclinación hacia el amor. En el pasado, dice, existían tres tipos de seres humanos: el masculino, el femenino y el andrógino. Estos seres tenían forma redonda, cuatro manos, cuatro piernas, dos caras y dos órganos sexuales. Con tantas extremidades, estos seres eran muy poderosos, y un día desafiaron el poder de los dioses. Como castigo, Zeus decidió cortarlos al medio y, desde entonces, los seres humanos anhelan profundamente reencontrarse con su mitad perdida para volver a sentirse completos. Desde ese momento: “cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo” (723. Línea 191d). Como vemos, para Aristófanes cada una de las mitades simboliza la totalidad perdida por la arrogancia del ser humano, y el amor en sí simboliza el eterno deseo de restaurar ese antiguo estado.

El ombligo (Símbolo)

En el mito recreado por Aristófanes, los seres humanos provienen de unas poderosas bestias que tenían cuatro extremidades superiores e inferiores, dos cabezas y dos órganos sexuales. En su arrogancia, estos seres decidieron desafiar a los dioses, lo cual provocó que Zeus los cortara por la mitad a modo de represalia, formando a los seres humanos tal cual los conocemos. Tras castigarlos de este modo, Zeus le pidió a Apolo “que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección al corte, para que el hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado (...) y, juntando la piel de todas las partes en lo que ahora se llama el vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un agujero en medio del vientre, lo que llaman precisamente el ombligo (...), para que fuera un recuerdo del antiguo estado” (722. Línea 191a). Símbolo del castigo por su arrogancia, el ombligo es la cicatriz que los dioses dejan en el cuerpo de los hombres para recordarles las consecuencias de sus malos actos. El mito termina con una advertencia adicional de Zeus: si los hombres vuelven a injuriarlo, los cortará al medio nuevamente y tendrán que pasar el resto de su vida caminando con solo una pierna.

La fecundidad (Símbolo)

A través del discurso de Diotima, Sócrates explica que el objetivo del amor es alcanzar la inmortalidad. Al ser mortales, los seres vivos, humanos o animales, solo pueden existir eternamente mediante la reproducción. Por este motivo es tan importante seguir la guía de Eros. A pesar de ello, no solo las relaciones heterosexuales permiten reproducirse, ya que la fecundidad y la concepción no se encuentran ligadas únicamente al hecho de tener hijos: todas las personas poseen un impulso creador, “pues la fecundidad y la reproducción es lo que de inmortal existe en el ser vivo, que es mortal” (743. Línea 206c). Mientras que algunos pueden ser fecundos en cuerpo, otros lo son en alma. De hecho, para la mirada de Sócrates, la mejor inmortalidad la ofrece la fecundidad del alma, ya que le proporciona a los hombres una fama eterna. Los poetas y políticos, por ejemplo, tienen la capacidad de engendrar obras e ideas que les den un reconocimiento mayor que los que solo tienen hijos. Como vemos, la fecundidad adquiere un valor simbólico en el discurso de Sócrates, en tanto representa la capacidad que el ser humano, en tanto mortal, tiene de ser inmortal.

La escalera del amor (Alegoría)

El discurso de Diotima desarrolla los ritos que debe realizar un iniciado en los asuntos amorosos para alcanzar la contemplación de la Idea de belleza. Diotima presenta estos ritos bajo la imagen alegórica de la escalera del amor, en la que cada peldaño representa un estadio a atravesar para acceder al objetivo final de las relaciones amorosas. De esta manera, en el primer peldaño el iniciado se dirige a los cuerpos bellos, hasta enamorarse de uno y procrear en su compañía bellos razonamientos. En un segundo peldaño, comprende que la belleza de su cuerpo amado existe en realidad en todos los cuerpos hermosos y comienza a amarlos en su totalidad. Luego descubre que la belleza del alma es más elevada que la del cuerpo, por lo que su amor por lo material pierde vigor y consigue apreciar con mayor intensidad las normas de conducta y las leyes. En un cuarto peldaño, aprende a amar la belleza que hay en las ciencias y se convierte en un filósofo, aquel que ama la sabiduría. Habiendo llegado a la cima de la escalera, puede ahora contemplar la Belleza absoluta y crear virtudes verdaderas en su compañía y, con ello, hacerse amigo de los dioses y alcanzar la inmortalidad.