El banquete

El banquete Resumen y Análisis "El discurso de Pausanias"

Resumen

Pausanias es el siguiente en tomar la palabra. Antes de proferir su alabanza a Eros, afirma que es necesario distinguir entre las dos versiones de la divinidad, para alabar entonces la que considera digna.

Eros y Afrodita son dos dioses inseparables. Pero Afrodita, en realidad, tiene dos manifestaciones. Como son dos diosas, necesariamente deben existir dos Eros. Una de las Afroditas es Urania, la más antigua y celestial, hija de Urano y sin madre. La otra, más joven y vulgar, e hija de Zeus y Dione, es Pandemo. Del mismo modo, entonces, se puede considerar que hay dos Eros: el Eros Uranio, celestial y el Eros Pandemo, vulgar.

Como Pandemo es mucho más joven que Urania y “participa en su nacimiento de hembra y varón” (709. Línea 181c), su Eros es el de los hombres vulgares. Estos hombres prefieren a las mujeres antes que a los hombres, se orientan hacia la belleza del cuerpo más que hacia la del alma y aman a los menos inteligentes, puesto que solo tienen propósitos sexuales.

En contraste, Urania es más vieja y solo tiene un padre, por lo que su Eros inspira a los hombres que prefieren a los mancebos, a lo masculino, “lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia” (710. Línea 181d). Sin embargo, entre este tipo de hombres también hay algunos que aman vulgarmente y buscan seducir a hombres cuando aún son demasiado jóvenes, haciendo quedar mal al resto.

Por este motivo, Pausanias considera necesario distinguir entre las dos clases de Eros, puesto que el amor en sí no es bueno ni malo sino que, en realidad, tanto se puede amar bien y en forma virtuosa, como los que están inspirados por Uranio, o se puede amar mal y en forma vulgar, como los que se inspiran en Eros Pandemo.

Para distinguir entre estas dos clases de amor, Pausanias compara la organización social de Atenas con las de otros lugares. En algunas ciudades del imperio persa, por ejemplo, se considera que es bello que los amados jóvenes y sin capacidad de buen raciocinio complazcan a sus amantes mayores, aunque estos se aprovechen de ellos. En otros se considera que amar a los mancebos es siempre algo vergonzoso, pero esto sucede porque el amor, cuando es bueno, debilita el poder de los gobernantes. Por ese motivo, en muchos sitios del imperio persa se condenan el amor, “la filosofía y la afición a la gimnasia” (711. Línea 182c).

Las costumbres en Atenas con respecto al amor son más complejas y superiores a la de los ejemplos dados, ya que se da más libertad a los amantes, siempre y cuando actúen inspirados por amor. Por ejemplo, que el amante se humille públicamente ante el amado se considera una acción hermosa, algo que sería vergonzoso si fuera por otros motivos. Sin embargo, “es pérfido el amante vulgar que se enamora más del cuerpo que del alma” (712. Línea 183e). Al mismo tiempo, si un mancebo o joven amado se entrega al amante para conseguir dinero o favores políticos, está cometiendo una acción despreciable, ya que él tiene que corresponder a su amante con el objeto de adquirir, gracias a él, sabiduría y virtuosismo. De esta manera, las costumbres están diseñadas para eliminar el amor vil.

Para Pausanias, nunca es vergonzoso someterse voluntariamente al amor si esta sujeción se realiza a través de la virtud. El amor es bueno si el mancebo o joven amado se entrega al amante, porque es justo complacer a quien lo hace sabio y bueno; y el amante, si está inspirado por Uranio, siempre contribuye con su inteligencia y su virtud a la formación del amado. Aún en el caso de que alguno de los implicados en la relación termine engañado vergonzosamente por el otro, su actitud nunca podría considerarse una deshonra, debido a que actuó motivado por el amor. Este es el amor que hay que alabar: el de Eros Uranio.

En este punto, Pausanias se detiene para cederle el turno a Aristófanes, pero como a este le agarra un ataque de hipo, Erixímaco toma su lugar, no sin antes sugerirle que se provoque estornudos para curarse.

Análisis

El tema de “La virtud” y su relación con la cuestión erótica vuelve a ponerse de manifiesto en el discurso de Pausanias. En este caso puntual, la cuestión de la virtud se hace presente en la distinción que Pausanias establece entre el tipo de amor bueno o celestial y el malo o vulgar. Como veremos, el vínculo entre el amor y la virtud se reitera en las palabras de varios disertantes, anticipando el desarrollo ulterior que le dará Sócrates cuando recuerde sus conversaciones con Diotima. La distinción entre tipos de amor bajos y altos encontrará su máximo desarrollo cuando Diotima explique el proceso que deberá atravesar todo iniciado en ‘la escalera del amor’, un ascenso erótico que tiene como objetivo alcanzar la Idea o Forma de belleza y, con ello, la virtud. Sin embargo, Diotima comprende el amor a los cuerpos bellos como un primer acercamiento a este ideal de belleza, mientras que Pausanias lo concibe únicamente como una manifestación del amor vulgar.

Para establecer la diferencia entre los dos tipos de amor, el vulgar y el celestial, Pausanias recupera dos manifestaciones distintas de Eros. Él sostiene que la figura de este dios es indisociable a la de Afrodita, diosa de la belleza y de la sensualidad. Sin embargo, menciona también que no hay una sola Afrodita sino dos, a las que les da los nombres de Urania y Pandemos. Para establecer esta distinción, acude a dos relatos vigentes en la cultura religiosa de su época. Uno de ellos puede rastrearse en la Teogonía de Hesíodo, donde se cuenta que Afrodita nace de la blanca espuma surgida de los genitales cercenados de Urano, ancestro de la mayoría de los dioses griegos. El otro relato pertenece a la Ilíada de Homero, texto en el que Afrodita aparece como hija de Zeus y Dione. Debido a la mayor edad de la Afrodita de Urano, Pausanias la representa a ella, y al Eros que la acompaña, como de mayor virtud que la otra.

Por otro lado, el discurso de Pausanias desarrolla la cuestión del amor en relación con las leyes y las costumbres sociales atenienses, y afirma que estas juegan un importante papel en el cultivo y la enseñanza de la virtud. Esta afirmación permite comprender su discurso como una anticipación de lo que será el cuarto peldaño de la escalera del amor de Diotima, donde se indica que el amante, de ascender correctamente en su comprensión del amor, dejará de percibir la belleza de los cuerpos para encontrarla en las leyes y las buenas costumbres.

Para Pausanias, entonces, el amor no es bueno ni malo en sí mismo, sino que puede practicarse en forma correcta e incorrecta, celestial o vulgarmente. Para ilustrar su punto, presenta la consideración que se tiene sobre la pederastia en varios lugares del imperio persa. Él critica las ciudades en las que se considera “bello conceder favores a los amantes y nadie (...) podrá decir que es vergonzoso” (711. Línea 182b), ya que no quieren tener obstáculos a la hora de acostarse con los más jóvenes. Es decir, juzga la simpleza con la que estas sociedades aprueban que los jóvenes brinden favores sexuales a los hombres maduros sin preocuparse por que la relación se produzca mediante un intercambio provechoso para ambas partes; un intercambio en el que se incentive la formación intelectual de los amados. Lejos de favorecer relaciones que se orienten hacia la virtud, en estos sitios se facilitan los encuentros amorosos con los jóvenes sin demandarles a los amantes mayores un compromiso con su educación. Sin embargo, Pausanias también desaprueba a aquellas sociedades en las que se considera simplemente que las relaciones entre amantes y amados jóvenes son vergonzosas, porque no le conviene a los gobernantes “que se engendren en los gobernados grandes sentimientos ni amistades y sociedades sólidas” (711. Línea 182b).

Lejos de acordar con cualquiera de estas dos opciones, Pausanias considera que los amantes deben ser libres de conquistar a los mancebos, los jóvenes amados. Sin embargo, critica duramente a quienes practican el amor vulgar priorizando la belleza exterior a la del alma: “Es pérfido aquel amante vulgar que se enamora más del cuerpo que del alma (...), ya que tan pronto como se marchita la flor del cuerpo del que estaba enamorado, «desaparece volando»” (712. Línea 183e). En este pasaje, por ejemplo, Pausanias alude metafóricamente a aquellos hombres que solo se interesan por la belleza corporal de los jóvenes, pero que se alejan de ellos ni bien comienzan a envejecer.

En este sentido, cobra relevancia el tema de las relaciones amorosas entre el amante y el amado, ya que Pausanias considera que el amor celestial es el que tiene lugar en el intercambio entre estos dos participantes de la relación amorosa. Para él, toda práctica amorosa buena, celestial, debe ser beneficiosa para la educación de los jóvenes atenienses, quienes tienen que retribuir sexualmente su formación a los amantes que los educan.