El amor en los tiempos del cólera

El amor en los tiempos del cólera Realismo mágico en 'El amor en los tiempos del cólera'.

El realismo mágico es un movimiento artístico que surge a mediados del siglo XX. Uslar Pietri fue el primer teórico en utilizar el concepto de “realismo mágico” para dar cuenta de un movimiento artístico fundamental para entender la narrativa latinoamericana del siglo XX. Entre sus exponentes están Gabriel García Márquez, Horacio Quiroga, Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Jorge Amado y Juan Rulfo, entre otros.

El realismo mágico surge una reacción frente a las narrativas costumbristas o descriptivas. Se preocupa por mostrar lo irreal o lo extraño como algo cotidiano. En este sentido, se ensancha el verosímil en las historias incluyendo detalles sobrenaturales en lo realista. Dentro de esferas familiares o cotidianas, los personajes aceptan lo sobrenatural sin sobresaltos, generando extrañeza en el lector.

El realismo mágico en El amor en los tiempos del cólera se manifiesta desde el primer capítulo, cuando se menciona que ese domingo de Pentecostés es excepcional por la lluvia:

“El director del observatorio astronómico, con quien se encontró en la misa, le recordó que en la muy azarosa historia de la ciudad, aun en los inviernos más crueles, no había llovido nunca el día de Pentecostés. Sin embargo, al toque de las doce, cuando ya muchos de los invitados tomaban los aperitivos al aire libre, el estampido de un trueno solitario hizo temblar la tierra, y un viento de mala mar desbarató las mesas y se llevó los toldos por el aire, y el cielo se desplomó en un aguacero de desastre”. (1985:52)

Un hecho realmente improbable se menciona como si fuese parte del cotidiano; los personajes no lo cuestionan. La lluvia excepcional de ese día anticipa que será un día fuera de lo normal. En efecto, es el día de la muerte de Juvenal Urbino.

Otro ejemplo de realismo mágico en la novela es el loro que Juvenal y Fermina tienen en su casa. Juvenal

“había apelado a los recursos más arduos de su pasión pedagógica, hasta que el loro aprendió a hablar el francés como un académico. Después, por puro vicio de la virtud, le enseñó el acompañamiento de la misa en latín y algunos trozos escogidos del Evangelio según San Mateo, y trató, sin fortuna, de inculcarle una noción mecánica de las cuatro operaciones aritméticas” (1985:30).

Los conocimientos del loro no se discuten: lo inverosímil se presenta como cotidiano.

Por otro lado, la hipérbole es un recurso poético que favorece la irrupción del realismo mágico. Por ejemplo, el sentido del olfato casi sobrenatural de Fermina, que le permite descubrir el adulterio de Juvenal, se funde armónicamente en el desarrollo de la historia. No hay conflicto, en definitiva, entre la realidad y la fantasía.